Las gotas comenzaron a caer en el auto como bombas, cada una de ellas recordando ese constante sentimiento de melancolía y soledad, aun con mi padre a un lado podía sentir cómo las garras de la angustia y la depresión ya me estaban alcanzando, apretaban mi pecho impidiéndole respirar, la doctora Jones me había mostrado que podía respirar libremente, me había mostrado un pedazo de mundo que para mí era ajeno, un mundo que quería vivir y conocer por completo.
- ¡Para el auto! - grité desesperada, con miedo de que siguiera un centímetro más adelante, mi padre detuvo el auto de inmediato - este es un error, un grave error.
- ¿De qué hablas cariño?
-Necesito regresar, ya empezaba a sentirme bien, como nunca me había sentido. - Mi padre respiró profundo.
-Cariño todo está bien, iremos a casa y buscaremos otro terapeuta, seguirás sintiéndote bien.
-No quiero volver a casa y no quiero otro terapeuta, ella es la única que puede ayudarme.
-Pero esto es lo que querías, tú querías ir a casa ¿Porque te comportas así?
- ¡Yo jamás te dije que quería irme a casa, tu solo lo decidiste! ¡Ni siquiera me dejaste hablar con ella! Sin ella no hay nada, no más ¿entiendes? ¡llévame al instituto ahora! - estaba siendo la niña berrinchuda que me esforzaba por no ser, estaba siendo tal y como él solía ser.
- ¡No! ¡No vas regresar ahí! Además, ella dijo que no... - Antes de que continuara con sus caprichosos argumentos y encendiera el auto de nuevo, abrí la puerta del auto y corrí hasta el instituto.
Sabía que tardaría en encender el auto y retornar, corrí como si el hombre detrás de mi quisiera aniquilarme, quizás y así era, quizás quería aniquilar esa nueva parte en mí, sentía miedo de que me impidiera llegar ahí, pero logre llegar, las puertas automáticas del instituto se abrieron e ignore al atónito guardia, corrí directo a su consultorio, juro que habría tocado antes de entrar, pero escuche a mi padre gritar mi nombre, así que lo hice, entre a su consultorio sin tocar esperando que ella estuviera ahí, ella estaba de espaldas, pero se giró al escucharme entrar, la mire por un segundo y después me gire para cerrar con seguro.
- ¿Asia? - La escuche hablar, pero ahora no quería dar la cara, estaba avergonzada, no quería parecer esa niña caprichosa e inmadura que probablemente era, no quería que ella pensara eso de mí, pero desde que me conoce yo y mi padre nos hemos dedicado hacer estos desplantes, mi padre con su altanería y yo con mis dramas.
-Usted tiene la razón, sobre todo - ella estaba desconcertada podía verlo. - No quiero irme- ella solo me miraba, sin hacer un solo gesto o decir alguna palabra - Por favor, usted es la única que puede ayudarme.
-No - soltó sin más, seca y sin intención de decir nada más.
-Se lo que parece, sé que parece que no lo tomo en serio, sé que es la segunda vez que mi padre le ha faltado al respeto...
- ¡Tu más que él! - me interrumpió con furia- Me has faltado al respeto a mí y a mi trabajo, te pregunte mil veces si querías irte y como si no hubiera valido nada para ti todos mis esfuerzos por establecer una confianza entre tú y yo, solo callaste, dejaste que firmará tu salida. No soy un títere y no soy la empleada de tu padre, soy una terapeuta seria, la mejor del país y ya tuve suficiente, a diferencia de lo que piensan tú y tu padre no necesito su dinero- me había cerrado la boca, ella estaba furiosa, no era una psicóloga en ese momento, no estaba siendo amable, estaba siendo una cachetada a mi patética existencia.
-Tiene razón... yo no supe actuar, yo le falté al respeto a su persona y a su trabajo, yo sabía que no debía irme, yo sabía que era un error porque jamás me había sentido así, jamás había respirado sin querer morir, jamás había... - Ella suspiro con pesadez, no pude evitar llorar.
-No, basta ya, no llores, sé lo que haces, pero la forma ya está firmada, debes irte. - dijo con severidad, pero yo no iba a parar.
- ¡Asia! - era la voz de mi padre, aproximándose, podía sentir como se acercaba, sentí el miedo en mí, pero continué, necesitaba que me perdonara.
-No intentaba defraudarla, sé que esperaba más de mí, pero él es mi padre y está asustado, él tiene miedo de que yo lo deje como mamá lo hizo, debí decírselo, debí explicarle que eso no pasara jamás, pero que necesito quedarme aquí porque usted es la única que puede ayudarme, porque usted tiene la razón en todo, sentí en el auto como estaba volviendo a mi patético mundo lleno de nostalgia y me llene de terror, baje del auto y corrí hasta aquí, por favor, no quiero volver a sentirme así, no quiero volver, por favor. - supliqué y ella giró la cabeza de forma negativa, eso era todo había acabado, sentí mis sueños desplomarse y comencé a llorar.
-Convence a tu padre de firmar una nueva forma, con todas mis demandas y volverás. - dijo después de un largo suspiro, no pude evitar correr hacia ella y abrazarla, era inapropiado, pero me sentía feliz y agradecida como nunca, ella me estaba salvando irónicamente de ir a casa. - Asia... - dijo con tensión podía sentir como estaba completamente inmóvil, pero la ignoré- seguía pegada a ella, como si fuera la luz que alumbraba mi oscuridad, su cuerpo, su calor estaban recorriendo mi cuerpo expulsando toda ansiedad, su propio cuerpo se estaba relajando, sentí como sus brazos terminaron por rodearme y su mentón se sostuvo sobre mi cabeza, yo seguía temblando probablemente por el frio, así nos mantuvimos un momento hasta que ella rompió el momento - Estas mojada - susurró.
-Lo siento- dije avergonzada alejándome de ella ¡la había abrazado! ¡y mojado! no quería ni verla. - ella caminó a su perchero y me coloco su chaqueta encima. Frotó sus manos por mis hombros y brazos intentando calentar mi cuerpo, me llevó frente al fuego, y sé que no era para nada el momento, pero no podía evitar admirar sus hermosos ojos, destellaban frente al fuego.
- ¡ASIA! - Mi padre ya estaba golpeando la puerta sin dejar de gritar - ¡No voy a salir sin mi hija! ¡No me toque! - no quería ni imaginarme el escándalo que ya había montado mi padre afuera y lo que estaba por venir. - ¡Asia!
-Jones le pido de favor que abra la puerta para aclarar la situación. - Ahora era el doctor Jones quien tocaba y hablaba a la puerta.
-Voy hablar con ellos, quiero que pongas el seguro de nuevo en cuanto yo salga, no abras la puerta hasta que yo te lo pida. - me pidió y acepte con la cabeza, ella esperó unos minutos junto a la puerta, luego respiró profundo y salió. Estuvo algunos 20 minutos fuera, luego tocó a la puerta y me pidió que abriera, fue mi padre quien entró en silencio, escucho todo lo que yo tenía que decir, claro que tuvo sus dudas, pero entendió que yo lo único que quería era estar bien, sentirme bien.
Jones se mostró implacable, no cedió en ningún punto ante mi padre y el termino cumpliendo cada una de ellas, la más importante consiste en que él debe ir a terapia o no podrá verme, Le costó, pero termino accediendo, además mientras esté en la clínica ella tiene todo el control sobre mí, el no podrá sacarme de aquí si ella no firma, el mismo doctor Jones firmó la nueva forma, podía ver el miedo en la mirada de mi padre, pero su amor no tiene límites, él haría todo por mí.
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PETRICOR
RandomUna mente enferma lo único que necesita es un tratamiento psicológico, pero para una psicóloga loca solo se necesito de una hermosa adolescente. Rebeca Jones reconocida psicóloga de 35 años entro en la vida de Asia Echeverri cuando apenas tenia 17...