MERYBETH
No sé cómo es que terminé con los pies en el agua.
—¿Amor? —preguntó Alex, consternado—. ¿Qué estás haciendo aquí?
—Yo... —Fue como salir de un trance—. No sé.
Era verdad. No sabía por qué había ido hasta el lago.
Después de despertar e ir a cubrir mis necesidades fisiológicas, el recuerdo de lo que había pasado la noche anterior, ya fuera sueño o no, me atemorizó. Si Graham en verdad se había aparecido junto a mí, y lo intentaba de nuevo, sería mejor que no estuviera en la misma habitación que Alex.
Fui a la cocina y saqué un bote de helado de la nevera. En el jardín trasero había un columpio acolchado en el que me senté a ver los últimos rayos que coloreaban el cielo de naranja rojizo, al tiempo que comía cucharada tras cucharada.
Como a eso de las ocho de la noche me metí y encendí la televisión de plasma; el tedio de la serie policíaca que estaba viendo, así como lo mullido del sillón en el que me acurruqué, hicieron que cerrara los ojos.
Creí que era un sueño. Cuando me vi cruzando el jardín y adentrándome en el sendero por el que habíamos vuelto, me sentí como en una nebulosa; como uno de esos sueños en los que intentas correr rápido, pero tus piernas se mueven lentas y pesadas. Incluso vi los bordes de la imagen difusos.
Luego, llegué a la orilla y me quedé ahí, con el agua cubriéndome los tobillos. No sé si esperaba algo, o solo me quedé embobada viendo la oscuridad apabullante del centro.
Justo cuando iba a dar otro paso, Alex me llamó. Al girar, vi su cara de preocupación; traía el pelo revuelto y solo un pantalón de chándal. Quise comentarle que debía usar zapatos, o se lastimaría los pies como yo lo hice al irme de la cabaña, pero nada salió de mi boca.
—Estás bien —susurró, envolviéndome con sus brazos—. Me asusté tanto. Creí que... ¿No tienes frío?
Mi cuerpo, apenas cubierto por la corta bata de satén, se estremeció por efecto de la brisa húmeda que soplaba. Asentí.
—Creo que solo quería ver el lago —comenté—. ¿Cómo me encontraste?
—Intuición —respondió esquivo—. Ven, regresemos.
A lo lejos, las luces del gran hotel hacían que la situación pareciera menos escalofriante de lo que ambos sabíamos que era, pero que ninguno se atrevía a decirlo primero. La actividad en esa orilla del lago se veía por demás festiva.
—¿Esto es como Las Vegas? —cuestioné, señalando el hotel—. Me pregunto si en algún momento se irán a dormir...
Alex me miró con preocupación.
—Supongo que sí, pero eso no sucederá antes de la medianoche.
Estaba desubicada. Creí que era más tarde.
Regresamos al chalet. Con la caminata, mi mente se fue despejando. Seguí sin encontrarle explicación alguna a mi comportamiento pasado; cualquiera lo hubiera atribuido a un lapso sonámbulo, no obstante, nunca me había ocurrido. Es más, ni siquiera hablaba en sueños.
Dejamos pasar el incidente. Alex preparó una cena ligera que comimos frente al televisor entre bromas de nuestra tarde y lo que podríamos hacer los siguientes días.
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Redención [Saga Doppelgänger]
Paranormal«Merybeth, por ahí dicen que somos la suma de pequeñas cosas. Nuestro presente, quienes somos, no es más que la acumulación de momentos efímeros que parecieran insignificantes, pero que no lo son. ¿Qué tanto modifica tu destino un beso en Roma? Me c...