Capítulo 11

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ALEXANDRE


Los tendones del brazo aún me temblaban cuando salí con TJ hacia la capilla. Al arremeter contra Sinclair solo tenía en mente el pensamiento de que debía hacerlo con toda la fuerza de mi cuerpo para que la contusión lo tuviera noqueado el tiempo suficiente. Esperaba que eso, y el poco oxígeno que recibiría en el armario en el que lo metí, me dieran la oportunidad que quería.

—Te ves bien, hermano —dijo mi amigo, dándome una suave palmada en el hombro para tranquilizarme.

—¿Estás listo, TJ?

Rio jocoso.

—No soy yo el que se va a casar. Pero sí, ¿sincronizamos nuestros relojes?

Su amago de broma me hizo sonreír.

—Repíteme el plan —exigí.

—¡Hey, Alex! Las cosas saldrán... —Al ver mi exasperación, se replanteó lo que iba a decir—. De acuerdo, convenceré a Mery de que no salga huyendo.

—¿Qué más?

Frunció los labios y, con toda la paciencia del mundo, me siguió el juego.

—Cuando estés a punto de decir los votos, haré algo para interrumpirte y que la omisión de tu nombre no se vea tan obvia. Además, llamaré al número de la iglesia cinco minutos después de que los vea desaparecer... ¿estás seguro de que es el que me diste? Bueno, creeré que sí. Y trataré de entretener al hombre lo más que pueda. Sí, eso es todo, mi buen Alex.

Hinchó el pecho orgulloso.

—Bien —respondí no tan convencido—. ¿Me falta algo?

—El acento, ¿sí lo practicaste? A ver, intenta.

Recité un fragmento de El viejo y el mar que me sabía de memoria. Creí que había hecho un buen esfuerzo hasta que noté la cara de TJ.

—Eh... —comenzó incómodo—. Quizá un poco más confiado y no tan cortado. No hay fluidez, hermano. En fin, practica, ¿de acuerdo? Tengo que ir a tomar mi lugar. Sí, sí. Te deseo suerte. Y..., me repetirás que no es una boda real, pero eso no quita que sea especial. Como sea, me alegro de estar contigo en este día. Ya era hora.

Me dio un último abrazo y lo vi desaparecer por una puerta.

No había muchas personas en la capilla cuando entré. Algunos cuantos platicaban; unas señoras candorosas me saludaron y una hasta se atrevió a decirme que no debía estar nervioso.

Sentí una penetrante mirada; al voltear, vi al señor Graves escudriñarme atento. Pensé qué haría Sinclair en esa situación; no obstante, Chester asintió con la cabeza y sonrió sincero.

¡Diablos!, pensé. Era obvio que él me había reconocido.

La ansiedad en mi cuerpo fue en aumento con la espera. Para cuando entraron las damas, sentía que ya estaba al borde del colapso, ¿por qué todo tardaba tanto? TJ ni siquiera me miró cuando llegó hasta el altar en compañía de su chica.

La gaita cambió de melodía. Las puertas se abrieron por última vez y mi corazón se detuvo.

Merybeth parecía una princesa. Caminaba del brazo de su madre con un porte impresionante. Me sonrió, y si bien quise corresponderle, mis labios no reaccionaron. Empecé a dudar sobre la veracidad de esa visión. ¿En serio estaba sucediendo? ¿En verdad estaba en el altar, vestido con un traje de boda escocés, aguardando por una mujer que me volvía loco?

Redención [Saga Doppelgänger]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora