Edimburgo. Diez años después.
Comí el último bocado de la tarta de chocolate que quedaba en el plato y me relamí el índice cuando lo pasé por la porcelana para limpiar los restos de la salsa de frutos rojos que usaron para decorarla.
—¿Algo más que necesite, señora? —preguntó amablemente el mesero.
—La cuenta, por favor —respondí. Al dar media vuelta, me apresuré a detenerlo—: Oh, y mis felicitaciones al chef.
El rostro del muchacho se iluminó, ya daba por seguro que la propina sería buena.
En cuanto dejó la carpeta marrón, metí un par de billetes y me dispuse a marcharme.
—Eh... —lo oí a mis espaldas—, si me permite unos segundos, señora. El chef en persona quisiera...
Volteé y mi corazón dejó de latir.
No esperaba encontrarlo ahí, creí que él seguiría en Canadá. Después de tanto tiempo sin verlo, tuve que reprimir mis ganas de ir a abrazarlo; supongo que él hizo lo mismo porque retrocedió el paso que dio en mi dirección.
—Merybeth —pronunció solemne, dando un breve asentimiento—. Estás... —Su vista se desvió a mi vientre abultado que acuné con las manos, y como respuesta, recibí una patada. Por su rostro pasaron muchos sentimientos—: embarazada.
—Yo... —comencé insegura—. ¿Qué haces aquí?
—Papa! —gritó una vocecilla musical en la entrada—. Tu es de retour!
La niña se soltó de la mano de la mujer que la acompañaba para correr hacia Alexandre. El vestido rosa ondeó conforme sus piernecillas se movieron presurosas.
—Tu m'as manqué, chérie —le respondió, alzándola en brazos.
La devoción con la que la miraba me hizo sonreír.
—Va-t-il rester, maman? —cuestionó con alegría, solo que esta vez dirigiéndose a mí.
—Espero que sí, cariño.
—Me quedaré —le prometió gallardo, levantando su meñique.
Ambas lo miramos, ella con reproche y yo con estupefacción. Creo que nuestro escenario habría sobrevivido más de no ser por Aileen que me tendió la pañalera, con cara de fastidio.
—El engendrito canadiense se quedó dormido en el auto, será mejor que se apuren porque el del valet no sabe nada de niños.
Alex, concentrado en mimar a Mely, no notó el tono de mi amiga y mucho menos la cara de confusión de uno de sus nuevos meseros.
—Pudiste esperar más, ¿no? —le recriminé, pensando en que una media hora me habría servido de mucho para dar las explicaciones necesarias.
—¡Por Dios, Beth! —contestó, mirando al cielo—. Hacen lo mismo así no se vean durante el fin de semana. Además, no soy niñera y no sabía que llegaría hoy. ¡Tú, a trabajar!
El muchacho, poniéndose colorado, acató la orden de inmediato.
—En nuestra defensa —intercedió Alex—, fueron cinco meses. Y, por si fuera poco, esta vez sí fue como verla por primera vez. ¡¿Ya la viste?! ¡Está horneando otro bebé!
Aileen lo miró con la misma cara de fastidio que les dedicaba a los niños en el cine.
—¿En serio, Einstein? Pues si dejaras de embarazarla no te encontrarías con estas sorpresas. ¡Control natal, muchachos! —Tecleó unas cuantas cosas en su celular antes de volver a dirigirse a él—: Ahora, tenemos nuevo personal...
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Redención [Saga Doppelgänger]
Paranormal«Merybeth, por ahí dicen que somos la suma de pequeñas cosas. Nuestro presente, quienes somos, no es más que la acumulación de momentos efímeros que parecieran insignificantes, pero que no lo son. ¿Qué tanto modifica tu destino un beso en Roma? Me c...