Ana Lucía se despedía de Bruno, el tipo de la noche anterior con el cual había quedado de verse. Pasaron la mañana y parte de la tarde juntos, de hecho él la llevó a la terminal de transportes pues ella se devolvía para su cuidad.
- ¿Y cuando te vuelvo a ver?
- No lo sé. Pero la tienes mi número, pues llamarme, digo, si quieres.
- Claro. - Sonrió Bruno y Ana pensó en besarlo pero borró esos pensamientos.
- Adiós. - Se acercó, le dio un fuerte abrazo y siguió por el pasillo que la llevaba a tomar su transporte.
Luciana estaba un poco triste, no sabía si era porque ya hacía un mes de la partida de su hermana y la extrañaba mucho o si era porque últimamente no se veía con Matías. Además en el trabajo se sentía aturdida, cada día tenía más citas y más cirugías, y eso debería alegrarla; pues tenía trabajo y ella amaba su profesión. Pero en realidad estaba aburrida de eso, quería dejar el trabajo tirado e irse a su casa a dormir después de comerse un litro de helado.
- ¿Podrías por favor dejar de comer? - Le dijo Marisol a Luciana. - Te vas a reventar. Y ni siquiera me estás prestando atención. - Estaban en la cafetería del hospital almorzando, ella recién volvía al trabajo y de su luna de miel y estaba contándole a su amiga como le había ido.
- Lo sé. - Habló con la boca llena. - Es que últimamente me da mucha hambre. - Comentó luego de tragar.
- ¡Pero si tu apenas y comes!
- No sé qué me pasa. - Se encogió de hombros.
- Pero tienes que controlar eso sino Matías te va a dejar.
- A ese ni me lo nombres. - Musitó Luciana enojada y llevándose un pedazo de pollo a la boca.
- ¿Que te hizo? Si la última vez que te llamé me dijiste que estaban bien.
- Eso fue hace quince días.
- ¿Bueno pero que pasó?
- Nada, idioteces, no nos vemos casi y ayer que nos vimos peleamos hasta por el color de la sangre. - Bufó. - Mejor sígueme contando cómo te fue en la luna de miel.
Marisol arrugó el ceño, pero continuó contándole sobre su viaje. - Pues mira, luego de pasar por Machu Picchu viajamos a Bolivia a El Salar de Uyuni, fue increíble, no te imaginas...
- Lo siento. -Luciana se levantó de su asiento rápidamente y corrió hasta el baño.
Marisol se fuera tras ella. - ¿Que te pasó? - La encontró vomitando. - ¿Estás bien? ¿Te traigo una gaseosa sin gas?
- No, ya estoy bien. Es que como te digo, me pasa de todo. He estado vomitando pero tal vez sea por tanta comida, ya sabes, como no acostumbro a comer tanto.
- ¿Segura? - Marisol la ayudó a que se levantara y la llevó de nuevo a la cafetería. - ¿No estarás no sé... embarazada?
Luciana abrió los ojos como plato. - ¿Yo? No claro que no ¿Cómo se te ocurre?
- Pues no se me ocurrirá porque eres virgen. - Marisol hizo notar su sarcasmo.
Luciana le dedicó una falsa sonrisa. - Pero yo me cuido, bueno, Matías se cuida.
- ¿Siempre? ¿Estás segura?
- Claro que sí.
- Ay no Luci, yo creo que deberías hacerte una prueba. Digo, si al menos tu te cuidaras sería un poco diferente.
- Sabes yo... - Luciana se acordó de que hacía unas semanas había comprado pastillas del día después pero no recordaba si se las había tomado. - No puede ser.
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Amantes Legendarios.
RomanceSi tan solo Matías no se hubiese casado, o si Luciana hubiese llegado antes a la vida de Matías, todo hubiese sido diferente, pero como las cosas se dieron de otra manera, viven un amor a escondidas; son amantes.