- Aló. - Repitió Matías.
Luciana estuvo a punto de hablar, de preguntarle cómo estaba y que estaba haciendo, pero no lo hizo. Colgó la llamada y se fue a acostar con los ojos llenos de lágrimas y el corazón hecho pedazos.
Si su hermana la hubiera visto, le habría dicho que era una completa estúpida.
Pensó en todos los momentos vividos con Matías y lloró aún más. Por primera vez en mucho años estaba reconociendo que fue un error irse como lo hizo.
Al la mañana siguiente, dejó a su hija en casa de Marisol y se fue a su trabajo. El día lo pasó un poco preocupada por temor a encontrarse con Matías, de hecho no salió de su consultorio sino cuando le tocó ir a cirugía. Y así pasó el resto de la semana: en su consultorio por miedo a encontrarse con él.
*
El sábado fue distinto, como en días anteriores había comprobado que Matías no estaba dando rondas por el hospital, mucho menos cerca de su consultorio, ella caminó libremente por el espacio, y si tenía que salir de su consultorio, lo hacía, ya no le pedía a nadie que le hiciera favores.
- ¡Ni que fueras pendeja, Luciana! - Se dijo así misma.
Alrededor de la una de la tarde, empezó a organizar unos papeles porque la hora de su salida estaba cerca y ella le había prometido a Salomé ir a averiguar sobre las clases de natación.
Matías caminaba por el lugar de la obra, simplemente estaba corroborando que todo estuviera bien, no se había adelantado mucho pero todo estaba bajo control.
Caminó en dirección a la oficina del director administrativo del hospital, el doctor Alcázar, para ultimar detalles sobre la obra. De camino escuchó nombrar Luciana y no pudo evitar seguir escuchando.
- ¿Le llevas esto a la doctora Luciana? - Le dijo una enfermera a otra.
- Me parece que ya se ha ido, pero voy a pasar por su consultorio.
- Vale. - Sonrió la morena. - Gracias.
Matías sintió intriga de saber quien esa Luciana ¿Acaso era su Luciana? No, ella tenía años de haberse ido de ahí ¿O habría vuelto? Dejó de hacerse tantas preguntas y corrió para alcanzar a la chica que iba en dirección al consultorio de la tal Luciana.
- ¡Oye! - Llamó a la chica.
- Dígame. - Contestó deteniéndose.
- Vas... Vas al consultorio de Luciana ¿Cierto?
- Si. ¿Viene usted a consulta? Le recuerdo que debe esperar su turno, y si me permite, creo que ella ahora no podrá atenderlo. Bueno, no podrá atender a su mascota. Ya se va haciendo su hora de salida.
- No, yo no tengo mascotas. Soy el ingeniero de la obra, pero soy amigo de Luciana. - Mintió.
- Ah ok. - La chica comenzó a caminar de nuevo. - En ese caso puede seguirme, tal vez tenga suerte y aún esté en su consultorio.
- Gracias. - Matías iba nervioso. - ¿Y sabes cuánto lleva ella trabajando aquí?
- Eso deberías saberlo tú, ¿No que es su amigo?
- Si. - Sonrió tímido. - Es que tengo tiempo sin verla.
- Mmh bueno, ella lleva solo está semana trabajando, pero escuché que había trabajado aquí hace unos años.
- ¿Ah sí?
- Si. Hemos llegado. Espere un momento.
Matías vio como la chica entró al consultorio. No podía creer que esa era Luciana, su Luciana. Tal vez no lo era, pero y si era ¿Qué le diría?
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Amantes Legendarios.
RomanceSi tan solo Matías no se hubiese casado, o si Luciana hubiese llegado antes a la vida de Matías, todo hubiese sido diferente, pero como las cosas se dieron de otra manera, viven un amor a escondidas; son amantes.