Capitulo catorce: Un tal Sebastián.

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Luciana no podía seguir ocultándole a Matías que tenía una hija, no después de la confesión que él le había hecho. Sabía perfectamente que nada le haría olvidar lo ocurrido con Sandra y su hijo, pero tal vez que supiera que tenía una hija lo iba a hacer sentir un poco mejor. Aunque Luciana también sabía que él se enojaría porque se lo ocultó ¿Pero que mas daba? Ella era la madre y decidió el futuro de su hija, igual hasta la ley amparaba mucho más a la madre.

- Matías, cuando tú me dijiste que no querías tener hijos, supuse que no querías tener hijos ni de tu esposa ni de nadie y cada vez que escuchaba que se lo decías a ella por teléfono me quedaba aún más claro.

- Pero yo no quería tener hijos con ella por lo que te acabo de contar.

- Si. Ya lo sé. - Miró al suelo para continuar. - Yo, me enteré que estaba embarazada.

- ¿Embarazada? - Matías abrió los ojos como plato.

- Déjame terminar, por favor. - Pidió. Era mejor que escuchara todo de una sola vez. - Estaba esperando un hijo tuyo. - Matías la miró sin poder entender. - No sé cómo pasó, no fue mi intención, nunca estuvo en mis planes. Olvidé tomarme una pastilla y como al mes me enteré que estaba embarazada.

- ¿Y no me dijiste nada?

- Quise hacerlo, pero ahí me di cuenta que no querías tener hijos.

- ¡No me digas que lo abortaste! - Le gritó.

- ¿Qué te pasa? Yo no soy como ella. - Le dijo sin querer. - Yo no te dije nada porque no quería que me dijeras que no querías hijos, no lo hubiese soportado. - A Luciana se le empezaban a brotar las lágrimas. - No quería que mi bebé sufriera desprecios por parte de su padre.

- ¿Desprecios de mi parte? - Le recriminó. - Jamás hubiera hecho algo como eso ¿En serio pensaste que hubiera sido capaz de dejarte sola con un hijo mío?

- En ese momento si. Yo era tu amante y el que tuvieras un hijo conmigo podría ocasionarte problemas con tu esposa. Yo no sabía a ciencia cierta cuál era tu situación con ella. - Le gritó entre lágrimas.

- ¡Que poco me conociste! - La miró con rabia. - ¿Y dónde está mi hijo?

- Es... Es ella. - Señaló la foto de su hija.

Matías miró la foto, era la niña que ella le había dicho que era su sobrina. Se acercó hasta donde estaba la foto y sonrió al verla más de cerca.

- ¿Es que no pensabas decirme nada nunca? - Se volteó hasta Luciana y le gritó.

- ¡No! - Le respondió de igual manera.

- ¿No? Pero por favor, me apartaste de la vida de mi hija. - Recalcó eso ultimo. -  Hiciste que me perdiera años importante tanto para ella como para mi ¿Que pensabas, eh?

- Es mi hija, Matías. Yo podía y puedo decidir sobre ella, tengo que buscar lo que es mejor para ella.

- ¿Y lo mejor para ella era alejarla de su padre?

- En ese momento creí que era lo mejor, yo podía darle todo lo que ella necesitaba y amor nunca le faltaría porque ella es todo para mí, es mi vida, y la amo.

- ¿Y yo? ¿Y el amor de padre? - Frunció el ceño. - No. Es que le has presentado a cuanto hombre has tenido de novio como su padre. - Habló sin pensar, estaba cegado por la rabia y el resentimiento.

Luciana dio unos pasos hasta él y le propició una buena abofeteada. - ¡En la vida me vuelvas a insultar! - Le gritó.

Matías acarició su mejilla, Luciana sí que le había pegado duro. - ¿Como se llama mi hija?

Amantes Legendarios.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora