Capitulo veintiuno: ¿Dónde está el amor?

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Finalmente la obra ya estaba terminada, Matías le entregó al doctor Alcázar el proyecto tal y como él lo quería.

- He quedado contento, no me equivoco en siempre confiar en usted y su constructora. Muchas gracias.

- A usted doctor. - Se dieron un apretón de manos. - Y ya sabe, si hay algún problema me puede llamar.

- Gracias. Pero espero que no los haya.

- Yo espero eso igual. - Ambos rieron y luego hablaron sobre cosas sin importancias.

El ambiente en el hospital estaba muy agitado, habían muchas personas transitando por el nuevo espacio, unos iban otros venían, otros no se movían del lugar. La prensa estaba en el lugar sacando fotos del espacio y sus trabajadores. Era oficialmente el hospital veterinario más grande de la cuidad y los rumores de que se iba a vender a una entidad extranjera no cesaban.

Entre tanta gente Matías vio a Luciana, iba de prisa preguntando quien sabe a cerca de qué, que no pudo evitar recordar el primer día que la vio. Sonrió.

Se disculpó con Alcázar y otros dos señores más y salió tras ella, tenía cinco días sin hablarle, pues no le contestaba las llamadas y mucho menos los mensajes. Entró a su consultorio luego de que lo hiciera ella.

- Hola.

- ¡Matías! - Gritó al escucharlo. - No me saques estos sustos.

- Lo siento, no sabía que fuera tan feo. - Sonrió.

- Ja. Que gracioso.

- ¿Sabes de qué me acordé?

- No soy adivina. - Estaba siendo cortante.

- Me acordé de la primera vez que te vi, cuando confundí tu consultorio con el de Carrascal.

Luciana sonrió por unos instantes, ella también lo recordaba, como también recordaba que lo encontró con Melissa. - Eso fue hace muchos años, ya ni me acuerdo. - Se encogió de hombros y empezó a buscar unos papeles en su escritorio.

- Claro que no. Y bien que te acuerdas. - Caminó hasta ella y le acarició la mejilla. - ¿Puedo saber qué pasa?

- ¿Qué pasa? - No podía creer su cinismo. - No pasa nada, Matías. - Respondió tosca.

- ¿Entonces me quieres explicar este humor, las llamadas y los mensajes sin respuesta?

- He estado muy ocupada.

- ¿Tanto que ni siquiera un mensaje puedes contestar?

- Ni siquiera un mensaje, y si me disculpas, ahora también estoy ocupada. Déjame sola, por favor.

- Luciana por favor, dime qué te pasa, no hemos hablado en cinco días y te encuentro rabiosa. ¿Acaso... Acaso Sebastián se enteró de lo nuestro y te hizo algo? Si es así dímelo que le rompo la cara a ese imbécil.

Luciana rió y Matías arrugó el ceño. - ¿Lo nuestro? No me hagas reír, Matías. ¿Que hay entre nosotros? Nada, no hay nada. No somos un carajo. - Levantó la voz. - Y con Sebastián ni se te ocurra meterte.

- Eres mi mujer, Luciana. - Le habló serio. - No entiendo porqué tu actitud.

- ¿Tu mujer? ¿Eso mismo le dices a Melissa mientras te la tiras? Ah no, a ella le pides matrimonio. - Su voz empezaba a ser débil. Quería llorar.

- ¿De qué hablas? ¿A qué matrimonio te refieres?

- Ahora no te hagas el desentendido. - Secó sus lágrimas. - Le pediste matrimonio a Melissa, me juraste que me amabas y le pediste matrimonio a ella. ¡A ella! - No reprimió mas sus lágrimas y lloró.

Amantes Legendarios.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora