Capitulo diecisiete: No puedo olvidarte.

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Luciana pensó que al decirle todo lo que le dijo ese día a Matías le iba a hacer más fácil continuar con su vida, no pensaría mas en él y seguiría feliz con Sebastián, como antes de que ella regresara. Pero no fue así, Matías a partir de ese momento la trataba con indiferencia, prácticamente la ignoraba, la saludaba por cortesía.

Ella quería decirle que dejara de ser tan inmaduro que no era necesario tratarla de esa manera, pero no podía. Sabía que fue ella quien provocó que él se comportara así, y aunque le costaba reconocerlo; le dolía.

- ¿Pero que querías, Lucí? - Le preguntó Marisol. - ¿Que siguiera detrás tuyo como un perrito faldero después de que le dijiste que no querías absolutamente nada con él y que amabas a otro?

- Obviamente no pero, es que... Yo quería que me dejara en paz porque me provocaba problemas con Sebastián y odio estar peleada con él, pero desde que me trata... ¿Cual me trata? - Gritó. - Ni su quiera eso, me ignora. ¡Es como si fuera un bicho raro!

- Pero fuiste tú quien provocó eso, fuiste tú quien le pidió que te dejara en paz.

- ¡Ya lo sé!

- ¿Lo quieres?

- ¿Qué? - Abrió los ojos como plato. - ¿Como me preguntas eso? - Bufó.

- Te lo pregunto porque sinceramente no sé qué pensar, te veías feliz con Sebastián o por lo menos cuando no estabas aquí el amor por él se te notaba a kilómetros, pero ahora... Ahora nada. - Se encogió de hombros. -  No sé qué te pasa. 

Luciana suspiró. - A ti no puedo mentirte.

- Te escucho. - Marisol se acomodó en el sofá.

- Con Sebastián, todo iba bien, estábamos en nuestro mejor momento, el sexo, sus detalles, la manera en cómo me habla, todo de él me enamora y te juro que lo quiero, lo quiero mucho y quisiera una vida con él. Él es responsable, culto, amable, trabajador y es un excelente ser humano pero...

- Pero amas a Matías.

- Yo estaba tan bien con Sebastián, teníamos problemas como todas las parejas, pero estábamos bien, me sentía feliz. Pero desde que volví a ver a Matías, es... Es como si todo ese amor que un día sentí por él, hubiera renacido. Te juro Mari, te juro que cuando estoy con Sebastián no pienso en él, pero apenas estoy sola es lo único que hago; pensar en él.

- ¿Entonces porque le dijiste que no había futuro entre ustedes?

- Es que Mari, me da hasta rabia conmigo misma. Se lo dije porque es cierto, yo no podría dejar a Sebastián.

- ¿No? - Frunció el ceño.

- No. Él se ha portado muy bien conmigo, y no lo puedo dejarlo así de la nada para volver Matías.

- ¿Vas a estar con él por agradecimiento?

- No es solo agradecimiento, Mari.

- ¡Si, si lo es! - Le gritó. - Luciana no sé, parece que no has aprendido nada en todos estos años. Pensé que al volver a ver a Matías y darte cuenta que él aún te ama a pesar de los años, a pesar de que te fuiste sin decirle nada y con un hijo suyo, ibas a regresar con él. Ese tipo de amor no se encuentra fácilmente. No entiendo porqué lo dejas ir. ¿Para morirte de rabia por su indiferencia?

- Yo quiero mucho a Sebastián, es casi el hombre perfecto.

- Es que yo de eso no tengo dudas, el tipo es súper buena gente y me cae de maravilla, te respeta y lo más importante; quiere a tu hija. Pero dime ¿Quieres una vida al lado de él?

- Probablemente sí.

- ¿Lo ves? - Luciana arrugó el ceño, no entendía a su amiga. - Si hace algunos años te hubiera hecho esa pregunta pero con Matías, sé que me hubieras dicho que sí y con una gran sonrisa.

Amantes Legendarios.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora