Esa noche Matías bebió tanto alcohol que ya no sentía que se fundía la garganta cuando se tragaba el whisky. Se empinaba la botella y se tomaba el contenido como si de agua se tratase.
- No es bueno que sigas tomando. Dame acá. - Armando intentó quitarle la botella pero Matías se lo impidió.
- No. ¿No ves que estoy mal? Me siento mal. - Musitó y luego volvió a beber.
- ¿Y el alcohol te va a quitar el dolor?
- No. - Se encogió de hombros. - Pero no me importa.
- Voy a llamar a Paula.
- No, no, no. Mejor ven a tomarte un trago conmigo. No me puedes dejar pasar las penas solas.
- Mañana hay que trabajar, Matías.
- Yo soy el jefe, de algo que tiene que servir. ¿Y tu de que te preocupas? No te van a decir nada.
- Estás mal, bro. - Armando se sentó en el piso junto con él y bebió un poco.
- Yo la amo. - Matías miraba hacia la nada. - La amo. Y ella me deja, así como así.
- Así son las mujeres.
- ¿Pero sabes qué? Voy a vivir de mujer en mujer y no me voy a volver a enamorar nunca más... No me volveré a enamorar porque yo amo a Luciana. Mi Luciana. Mi Luci. - El dolor de saber que había perdido a Luciana de nuevo, estaba acabando con él.
Armando pensó que en verdad su amigo estaba mal y decidió quitarle la botella por su bien, llevaba más de cinco horas tomando y ya le había contado unas treinta veces porqué había terminado con Luciana y como le dijo que se casaría. - Esto, se va de aquí. - Le quitó la botella y luego fue a tirarla.
- No, yo necesito olvidarla. - Intentó levantarse pero sus piernas le fallaron, y si Armando no hubiera estado cerca se hubiera dado un buen golpe.
- Vamos ya a dormir. - Matías a regañadientes caminó hasta la habitación con ayuda de su amigo. Se tiró en la cama y casi que al instante se quedó dormido.
Armando sintió que le tenían que dar un premio por persistente. Esa noche había intentado que Matías dejara de tomar y se durmiera, muchas veces y al fin lo lograba. Se tomó el ultimo sorbo de whiskey y se fue a su habitación, tenia mucho sueño.
La resaca del día siguiente era más que predecible. Cuando Matías despertó sintió que no podía con la cabeza, le estallaría en cualquier momento. Necesitaba un analgésico de carácter urgente así que se levantó y fue por el. Vaya sorpresa cuando se encontró con Paula en la cocina.
- ¿Paula, que haces aquí?
- Pues Armando me llamó y me dijo que viniera por si necesitabas algo.
- Ahh ok. - Se agarró la cabeza y se sentó en el taburete. - ¿Me puedes regalar algo para el dolor de cabeza, por favor?
Paula fue a la cocina y le buscó dos pastas. - Toma. - Se la tendió. - Ya estoy preparando un caldo de pollo.
- Te lo agradezco de todo corazón.
- ¿Y la borrachera fue por Luciana?
Matías sintió más pinchadas en la cien al recordar que su amada se casaría. - Se va a casar.
- ¿Qué?
- No me hagas repetirlo. - Musitó serio.
- Lo siento, es solo que... Ella me dijo que ustedes tenían algo.
- Exactamente, teníamos. Ya no quiere saber absolutamente nada de mi. Me vio cuando estaba con Melissa. Por cierto, estabas ahí y no me dijiste nada, debiste decirme que ella me había visto, se lo hubiera explicado ese mismo día.
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Amantes Legendarios.
RomanceSi tan solo Matías no se hubiese casado, o si Luciana hubiese llegado antes a la vida de Matías, todo hubiese sido diferente, pero como las cosas se dieron de otra manera, viven un amor a escondidas; son amantes.