Capítulo dieciocho: ¡Vaya! Qué buena noche.

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Matías le acarició sus pechos por un par de minutos, luego descendió su mano lentamente tocándola toda hasta llegar a su zona v. Sobó por encima de la tanga y sonrió para sí mismo. Le dio un beso en el cuello y metió su mano por la tanga.

- Esto no está bien. - Luciana intentó levantarse pero Matías hizo presión haciendo así que uno de sus dedos entrara en su vagina. - Uff. - No pudo evitar gemir. Estaba mojada.

Se volvió a sentar.

- Muchas cosas no están bien, Luciana. Como por ejemplo que tu y yo estemos separados. - Matías introducía y sacaba uno de sus dedos lentamente. - No está bien que yo te ame tanto y tú me rechaces. - Mordió el lóbulo de su oreja.

- No hables, por favor. - Era mucho, sus palabras y el movimiento de sus dedos eran mucho. - No hables.

- ¿De verdad pudiste olvidarme? - Preguntó pero Luciana no respondió. - ¿Lo hiciste? - Introdujo otro dedo y aceleró el ritmo.

- Ahh. - Un gemido fue su respuesta.

Matías aceleró mas el ritmo y le apretó con violencia el ceno derecho. - Respóndeme.

La estaba torturando, eso no se valía. No podía preguntarle o hablarle sobre ellos mientras le estaba proporcionando placer. Eso era trampa.

- No podría. - Susurró, movía sus caderas a compás de los dedos de él. - Eres el padre de mi hija.

- ¿Y me dejaste de querer? ¿Ya no sientes absolutamente nada por mi?

Ella no contestó, siguió disfrutando de lo que él le hacía. Matías sacó los dedos de su cavidad y se levantó. Luciana lo miró con los ojos abiertos como plato.

- No me puedes dejar así.

- No es mi intención. - Sonrió de lado. - Recuéstate. - Una vez ella lo hizo él le quitó la tanga y le hizo flexionar las piernas. Se arrodilló en el piso y bajo un poco la cabeza para quedar a la altura de sus labios vaginales. - Respóndeme. - Pidió después de la primera lamida.

- No he dejado de hacerlo. - Respondió entre gemidos. Matías sonrió ante su respuesta y le dio el mejor sexo oral de su vida.

Matías se levantó del piso y se colocó encima de ella. - No sabes cuánto deseaba hacer esto, bueno, esto y otras cosas más.

Luciana sonrió. - Esto está mal. Tu sabes que yo...

- Si. Sé que tienes novio y que lo amas, pero no me has dejado de querer. - La besó. - Y me alegra porque sabes que yo tampoco lo he hecho.

- Matías yo te dije que no quería que me buscaras. ¿Porque me haces esto y me sigues buscando?

- Yo sé lo que te dije y créeme que intenté ignorarte para evitar tentaciones pero este amor es más fuerte, Luciana. - Ella sonrió. - Pero no hablemos de lo que me dijiste porque  hay algo me dice que tú no quieres eso en realidad. - Ella iba a refutar pero él se lo impidió. - ¿Qué es esto? - Llevó su mano hasta una pequeña cicatriz que estaba en la parte baja de su abdomen.

- Ah, es que Salomé no estaba en posición y pues tuvieron que hacerme cesárea. ¿Cómo es posible que la notaste si casi ni se me ve? - Frunció el ceño.

- Tenía la imagen tu cuerpo en mi memoria y esa cicatriz no estaba.

Luciana sentía que lo amaba más. Se acercó a él y lo empezó a besar, quería llegar más allá del sexo oral que él le había hecho pero sonó su celular y por más que Matías le rogó con la mirada que no contestara, ella lo hizo. Lo apartó, se colocó su tanga y buscó su celular.

Amantes Legendarios.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora