Capitulo veinte: Discusiones.

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- ¿Y? - Preguntó Luciana. - ¿Que te ha dicho?

- Me dijo que no podía entender que quisiera terminar con ella porque íbamos bien y pues hemos seguido viéndonos, ya sabes, para hablar.

No, Luciana no sabía que tenían que hablar si él le había dicho que no quería nada con ella. - Vale pero, mejor no me cuentes nada, hablemos de otra cosa. - No quería armarle una escena de celos en ese momento.

Estaban en el apartamento de él, bueno, de él y la hermana ya que vivían juntos. Aprovecharon que era la hora del almuerzo y se fueron juntos para allá, habían pasado dos semanas desde año nuevo y no habían podido más que hablar unos segundos de vez en cuando en el hospital y por la noches hablar por teléfono.

- Bueno, yo quería saber si tú has hablado con Sebastián.

- No. No sé cómo decirle que he vuelto contigo, que te amo. - Acarició su vientre.

- No tienes por qué decirle que has regresado conmigo. O por lo menos no ahora.

- Matías, de alguna forma se va a enterar y prefiero que sea por mí. Él ni si quiera se merece que yo le esté siendo infiel contigo, él es tan...

- Tan buena gente, te quiere y ha estado siempre contigo. ¿Cuántas veces he escuchado eso? - Matías la apartó un poco y se levantó de la cama.

- ¿En serio te molestas por eso?

- No puedo mencionarte su nombre porque me comienzas a decir las mil cualidades que tiene. - Buscó su ropa y empezó a colocársela.

- No te pongas así, Matías. - Luciana se levantó de la cama y le quitó el pantalón de las manos.

- Dame el pantalón. - Le pidió.

- No. Hablemos primero.

- Tengo que volver a trabajar.

- No es cierto, puedes ir a cualquier hora y además la hora de almuerzo aún no acaba.

- Tengo que estar antes allá. Necesito supervisar que todo esté bien, estamos por entregar la obra y no quiero que haya errores.

- Matías, hablemos. - Le pidió seria.

- Me tengo que ir. - Le dijo seco.

- Me importa un carajo. - Arrojó los pantalones al piso. - Quiero que hablemos y no me importa si tienes o no que regresar a trabajar. Yo también tengo que hacerlo.

- Mira Luciana, no quiero discutir contigo por el imbécil ese.

- Yo no quiero discutir. - Le habló despacio. Trataba de respirar hondo para no gritarle. - Solo quiero que hablemos.

Matías la ignoró, recogió sus pantalones del piso y se los colocó. Vio que Luciana se dio la vuelta, sabia que estaba enojada y él también lo estaba pero no quería terminar peleando con ella luego de haberle hecho el amor como lo hizo, y mucho menos por ese imbécil.

- Ven, ven. - La cogió del brazo y la hizo volver. - Hablemos. - Se sentó en la cama dispuesto a hablar.

- Mírame.

- Te estoy mirando. - Le miraba los senos.

- ¡Mírame a los ojos! - Chilló.

- Bueno pero es que tengo a tus dos nenas en frente mío y no puedo evitarlo. - Se excusó mientras sonreía.

Luciana fue por su ropa interior y se la colocó rápidamente para luego sentarse al lado de él. - No es mi intención que te enojes por lo que digo de Sebastián pero, es verdad y me duele hacerle esto, no lo merece. Además, ¿Te imaginas que va pensar de mi? Le estoy poniendo el cuerno.

Amantes Legendarios.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora