Capitulo quince: Demasiada cercanía.

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- ¿Es enserio, Sebastián? - Preguntó Luciana. - No puedes montarme una escenita de celos solo porque Matías estaba aquí, es el papá de mi hija y me exigió verla.

- Es que es eso precisamente lo que me molesta. - Luciana arrugó el ceño. - Si,  porque se suponía que él no sabía de la existencia de Salomé...

- Y así era. - Lo interrumpió. - Él se enteró que regresé, me buscó y luego de hablar no pude seguir ocultándole que teníamos una hija.

- ¿Y por qué no me dijiste nada?

- No lo sé, Sebastián. Se me olvidó, o que se yo. Tengo muchas cosas en la cabeza y se me pasó contarte eso.

Sebastián suspiró, el hecho de que Luciana no le hubiera contado que había visto al padre de su hija, le había molestado un poco. Y no porque él viera a su hija, igual él tenía todo el derecho de hacerlo, sino porque ella ni siquiera se lo platicó, ellos se tenían mucha confianza. No entendía por qué no le había dicho nada.

- Luciana, es mejor dejar esto así. No quiero hablar de ese tipo ni de nada que no seamos tu y yo.

Ella sonrió y caminó hasta él para abrazarlo. - No te molestes conmigo. - Le dio un beso. A ella en realidad si se le había olvidado contarle que se había visto con Matías.

- Te quiero, lo sabes. - Le dijo él y luego la besó. - Te extrañé mucho. - Musitó al separarse.

- Yo te extrañé mucho mas, no te imaginas cuanto.  - Sonrió. - Pero cuéntame ¿Que tal todo por tu país?

- Bien. Me encantó volver, ya me hacía falta ese sentimiento a hogar.

- Que bueno. - Le acarició la mejilla.

- Y mi madre ya quiere conocerte.

- ¿Le hablaste sobre mi? - Se sorprendió.

- Claro. A ella y a mi familia en general, claro, que por mis fotos en redes sociales ya te conocían.

- Que pena, yo soy cero fotogénica.

Sebastián rió. - La cámara te adora. - La agarró por la cintura y la besó. - ¿Estás segura que Salomé se durmió? - Preguntó entre besos.

- Ajá. - Afirmó ella para luego empezar a quitarle el suéter. - La dejé completamente dormida.

- ¿Donde está el cuarto?

- Hacia allá. - Luciana le indicó el pasillo y el la cargó para llevarla ahí y luego hacerla suya.

A las seis de la mañana del día siguiente Luciana despertó y luego de darse un baño y cambiarse fue a despertar a Sebastián.

- Sebas. - Lo llamó. - Ya es hora de despertar.

- No. Quiero dormir un poco más. - Musitó con voz ronca.

- ¡No seas perezoso! Tienes que ir a cambiarte porque quiero que salgamos hoy los tres. Vamos a pasear.

- Mmh. - Se quejó. - Yo no quiero pasear.

- Pues entonces te vas quedar solo. - Luciana se levantó de la cama para seguir arreglándose. - El día está muy lindo, domingo, poco frió, algo de sol, poco tráfico y muchas ganas para salir.

- Bueno, pero ven a darme un beso. - Ella sonrió y se le acercó para darle un pico. 

- Voy a despertar a Salomé, espero regresar y encontrarte listo. - Se retiro de su habitación y fue a la de su hija. - Buenos días, princesa. - Saludó entrando. - ¿Cómo estás? 

- Bien, mami.

- ¿Y jugando desde temprano, no? -  La miró con los ojos entrecerrados y la pequeña sonrió.

Amantes Legendarios.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora