Matías llegó hasta donde se encontraba Paula y le dio un efusivo abrazo. Paula era su hermana menor, y la adoraba. Ella recién se integraba a trabajar en la constructora de su padre y Matías trataba de enseñarle algunas cosas.
- Gracias por esperarme. - Musitó seguido.
- ¿Quedó todo listo?
- Si, ya firmamos contrato, en unos días vamos a empezar.
- Bueno, me da mucho gusto. - Sonrió. - ¿Te pasa algo?
- ¿A mí?
- Nooo. - Hizo notar su sarcasmo. - Al pingüino en la cama de Arjona. - Frunció el ceño. - ¡Obvio que a ti!
Matías sonrió de lado. - Que payasa eres, Pau. - La agarró de la cintura y empezó a caminar con ella en dirección a la salida. - No me pasa nada. Vamos a Juan Valdés por un café antes de regresar a trabajar ¿Te parece?
- Me parece. - Musitó Paula con una sonrisa.
Pero a decir verdad Matías no dejaba de pensar en Luciana, le resultaba difícil no pensar en ella estando en el lugar donde la conoció. Sonrió ante el recuerdo y de repente le entraron las intrigas de siempre ¿Estaría bien? ¿Tendría pareja? ¿Se habrá casado? ¿Por qué se fue? No dejaba de hacerse esas preguntas.
Los primeros meses fueron los más difíciles, el trataba de no pensar en ella pero era lo que más hacía. La recordaba a cada momento y en todas partes, no podía, y en el fondo no quería olvidarla. Pero con el pasar de los meses y luego de los años se hizo a la idea que nunca más la vería.
Intentó tener la familia feliz que siempre quiso al lado de Sandra, pero no pudo. Él ya no la amaba y el recuerdo de Luciana no le dejaba estar con su esposa en paz. Pasó un año y medio con ella, un año y medio en el que no terminaron matándose por temor a ir presos, pero la pasaron peleando por todo a cada momento. En ese tiempo él hizo maravillas para arreglar los asuntos con el padre de Sandra, y una vez solucionados de divorció de ella.
Por fin libre pensó en contratar un investigador privado para que encontrara a Luciana pero llegó a la conclusión de que si ella se fue y no volvió era porque no lo quería lo suficiente. Así que descartó esa idea y decidió disfrutar de su soltería.
- ¡Ay no! - Exclamó Paula. - O me dices que te pasa o me voy y te tomas esos cafés tu solo.
- ¿Qué me pasa de qué? No tengo nada.
- Si tienes algo. Desde que saliste de hablar con Alcázar has estado raro.
- No he estado raro, he estado normal. ¡Mira! Nuestro pedido.
Una joven dejó la orden de ellos en su mesa y luego de una amable sonrisa se retiró.
- ¿Me vas a contar? - Insistió Paula.
Matías se hizo el sordo y no le prestó atención, tomó su nevado y le dio un sorbo. Paula por su parte se cruzó de brazos y puso la mirada fija en su hermano.
- Eres una puta hormiga metida en el culo. - Le dijo él dejando su nevado en la mesa. - Esta bien, te voy a contar.
- Así me gusta. - Sonrió victoriosa.
- Hace algunos años, cuando estaba casado con Sandra, conocí a Luciana, ella era veterinaria en ese hospital...
*
- ¿Entonces? - Le preguntó Marisol a su amiga.
- ¿Entonces qué?
- Te estoy diciendo que vi a Matías abrazando muy meloso a una vieja ¿No piensas decir nada?
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Amantes Legendarios.
RomanceSi tan solo Matías no se hubiese casado, o si Luciana hubiese llegado antes a la vida de Matías, todo hubiese sido diferente, pero como las cosas se dieron de otra manera, viven un amor a escondidas; son amantes.