- Hola, mami. - Gritó.
- Hola corazón ¿Que tal el viaje? - Preguntó ella con una sonrisa.
- Estuvo un poco aburrido pero mi tía me compró un helado grandote y me dejó jugar con su celular. - Dijo la niña la cual algunas palabras las decía enredadas.
- Que bueno, mi amor. - Luciana se agachó y le dio un fuerte abrazo a su hija. - Te amo, mi princesa.
- Yo también te amo, mami. - Luciana sonrió y la apachurró en un abrazo.
- Ves a lavarte las manos, Salomé. - Le dijo Ana quien había estado observando la escena.
- Sip. - La niña obedeció y se fue corriendo.
Ya habían pasado poco más de cuatro años desde que Luciana había dejado a Matías. Pasó el embarazo en casa de su madre y llorando todo el tiempo; le dolía no estar con Matías, pero cuando su hija nació, el amor por ella se intensificó y le hizo dejar ese dolor en un segundo o incluso un tercer plano. Ella no tenía cabeza para más nada sino en su hija Salomé. Una niña preciosa que le daba algunos dolores de cabeza pero sobre todo alegrías, le robaba el sueño y le hacía gastar su quincena en juguetes.
- ¿Se portó bien? - Le preguntó a Ana.
- Si, tu sabes que el viaje por tierra es un poco aburridor pero ella es una niña muy juiciosa. - Las hermanas sonrieron. - Pero yo veo que ya estas instalada.
- Si, ya hasta el cuarto de Salomé está.
Luciana había vuelto a la capital por motivos laborales, el hospital donde ella trabajaba hacía unos años le ofreció que volviera a trabajar allí y ella con miles de dudas y miedos aceptó, además ella ya extrañaba la capital.
Aprovechó que el contrato de arrendamiento de su departamento estaba por vencer y le explicó a los que lo ocupaban que no podía renovárselo. Así que viajó en cuanto el departamento se desocupó y arregló sus cosas, en especial el cuarto de su hija.
- Y has sabido algo de... - Ana no tuvo que seguir hablando, ya Luciana sabía quién era.
- La verdad muy poco. Sé que aún tiene la constructora aquí porque me lo dijo Marisol pero en verdad no he sabido mucho. - Suspiró. - Tengo miedo.
- ¿Miedo?
- Si, Ana. Miedo de reencontrarme con Matías, han pasado muchos años y no sabría que decirle, que explicación darle. - El corazón de Luciana se aceleró de tan solo pensar en eso.
- Ay Luciana, Matías es un bobo que no respondió por su hijo y no veo que explicación tendrías de darle.
- Ana, sabes bien que él no sabe que tiene una hija.
- Pues de malas, ni siquiera te buscó ni nada, así que se joda. - Bufó. - Además esta ciudad es inmensa, dudo mucho que se encuentren fácilmente porque él ni siquiera sabe que estás aquí.
- Bueno, en eso tienes razón.
- Oye, yo te dejo, tengo que ir a mi departamento.
- ¿Tu departamento?
- Sip. - Sonrió de oreja a oreja. - Digo, si voy a vivir con Bruno, el departamento es tan suyo como mío... o eso dijo él. - Ana y Bruno se siguieron viendo durante esos años, y tenían una relación a distancia, aunque viajaban constantemente para verse. Cuando Ana le comentó a Bruno que su hermana se regresaría a la capital, él no dudó en proponerle que se fuera a vivir con él. - Y tengo que buscar empleo.
- Vale vale. Gracias por todo, Ana. - Se acercó y se despidió de su hermana.
Ana se fue y Luciana quedó sola en la sala de su departamento. Por un momento recordó los momentos vividos con Matías y quiso gritar, pero una vocecita interrumpió sus pensamientos.
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Amantes Legendarios.
RomanceSi tan solo Matías no se hubiese casado, o si Luciana hubiese llegado antes a la vida de Matías, todo hubiese sido diferente, pero como las cosas se dieron de otra manera, viven un amor a escondidas; son amantes.