Capitulo diecinueve: Año nuevo.

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Respiró hondo antes de abrir la puerta, estaba tan nerviosa que le sudaban las manos y el corazón le iba a mil. Había quedado de verse con Matías en un hotel, el se ofreció a recogerla pero ella prefirió que no lo hiciera, podrían ser tan de malas que fijo alguien los veía.

Pasó toda la semana buscando una excusa para poder verse con Matías y no encontraba alguna en la que necesariamente tuviera que ir sola, así que recurrió a su mejor amiga, la cual si sabía su verdadero rumbo, y quedaron en que si alguien preguntaba; ellas se iban de compras. Y es que Luciana no sabía que más decir para que Sebastián y Ana no se dieran cuenta de nada, estaba tan preocupada porque no descubrieran que ella se iba a ver con su ex amante que tuvo que cambiarse en casa de Marisol.

Pasó por el apartamento de Ana a dejar a su niña y luego fue a casa de Marisol y se cambió totalmente de ropa. Se colocó un vestido holgado azul claro con chaqueta y botas de tobillo negras. No sabía que colocarse y finalmente optó por eso, no sabía si iba muy arreglada o definitivamente desastrosa, ella solo pensaba en que se vería con el amor de su vida.

Cuando pensó que estaba lista, giró el pestillo y entró. Lo primero que vio fue una mesa tipo japonesa con dos copas, una botella de vino y uvas. Casi al otro lado de la habitación había una cama con sábanas blancas y uno que otro pétalo de rosa. No eran muchos. Algunos de los estantes tenían pequeñas velas y le daba un toque muy romántico.

- Matías. - Llamó. - ¿Estás aquí? - Caminó un poco y vio la parte que no podía verse desde la entrada, había un jacuzzi lleno de rosas, estaba cerca de un gran ventanal que permitía ver gran parte de la ciudad.

Esperó unos minutos mientras esperaba que Matías apareciera pero, no lo hacía. Así que tomó eso como una señal y decidió irse. Camino a la salida y al abrir la puerta se topó con él de frente.

- Luciana. Llegaste antes.

- Ya me iba.

- ¿Porqué? - Cerró la puerta y entró para evitar que hiciera eso.

- Como no te vi pensé que me habías dejado plantada y lo mejor era irme.

- Como se te ocurre. Yo solo fui para pedir que subieran unas cosas porque sinceramente no se donde carajos dejé el teléfono de esta habitación.

Luciana rió. - ¿Tú hiciste todo esto? - Miro a su alrededor. - Digo, las flores, las velas.

- Si. Yo compré todo y viene antes para arreglarlo.

- Gracias. - Sonrió.

- Amo tu sonrisa.

- Deja de decirme esas cosas. - Dijo aún sonriendo.

- Tendrías que dejar de sonreír. - Rieron juntos. - Ven. - Le quitó el bolso y se sentaron en la alfombra junto a la mesa. - ¿Vino? - Ella afirmó.

- Mmh uva. - Musitó al probarlo.

- Imaginé que seguía siendo tu favorito.

- Lo sigue siendo. - Dio otro sorbo.

Se quedaron viendo por un par de minutos y la tensión comenzó a invadir el lugar.

- ¿Y donde dejaste a Salomé?

- Con Ana, ella la quería llevar a manejar bicicleta así que aproveché eso.

- Aah ok. Ana me odia todavía.

- Si.

- No entiendo porqué, nunca le hice nada. Incluso llegué a pensar que ella me estimaría porque el primer día la pasamos muy bien los tres.

- Ella nunca apoyó el hecho de que estuviera con un hombre casado.

- Me imagino, es tu hermana y quiere lo mejor para ti.

Amantes Legendarios.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora