Necesidad descarada

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¿Quién quiere maratón de nuevo?

Perrie se incorporó lentamente. La luz menguante del crepúsculo proporcionaba a sus ojos un tono más oscuro. Lo único que pudo hacer fue mirar, ensimismada, cómo Perrie empezó a avanzar hacia ella, un paso, y a continuación otro y otro.

En lo más profundo de su ser el latido del deseo comenzó a golpear con un ruido sordo. Aquello era ridículo, un error, le decía una nerviosa vocecilla interior. Se había equivocado de pleno con Niall. ¿Quién sabía si no se estaría equivocando también con Perrie? Sin embargo, el clamor que rugía en sus oídos, el martilleo de su corazón, ahogaron eficazmente la voz.

Y cuando Perrie posó finalmente sus labios sobre los de ella lo único que pudo hacer fue abandonarse al placer de la sensación.

Esta vez no fue una sorpresa y, sin embargo, no pudo evitar contener el aliento. Una parte de Jade, en lo más recóndito de su ser, se hizo cargo de la nota de alarma, pero sencillamente era demasiado difícil hacerle caso mientras la boca de Perrie calentaba la suya de aquella forma tan deliciosa.

Porque su boca era cálida.

Estaban en diciembre, el suelo estaba cubierto de nieve, pero sus labios insuflaban a los suyos calor como si proviniera de un horno. Y a través de la alquimia del deseo, el calor se convirtió en una avidez que le recorría todo el cuerpo, penetrándole hasta la médula de los huesos. Lo más curioso era que Perrie apenas le estaba rozando; se limitaba a excitarla con unas leves caricias en los labios y veloces, aunque tentadores, lametones con la lengua, que la llevaron a emitir un gemido de rendición; a sentir la impaciente necesidad de más.

¿Cómo podía resultarle tan familiar aquel leve roce? ¿Cómo podía sentir aquel anhelo voraz?

Jade entreabrió los labios y presionó con la boca abierta contra la de Perrie de manera que sus alientos se mezclaran, que sus lenguas se rozaran, sólo la punta. Si Perrie podía jugar a tentarla, ella también podía. Podía prolongar la espera, aumentando así el deseo.

Esta vez fue Perrie quien emitió un sonido de impaciencia. Y también fue la que las arrastró hasta el corazón de un torbellino de sensaciones y sabores que amenazaban con hacer que Jade perdiera el juicio. De pronto habían pasado de tentar a tomar. Ya no era deseo, sino necesidad descarnada.

De repente Jade vio el relampagueo de algo elemental oculto bajo el barniz de la civilización y las normas de seducción. Algo que podía arrastrarla a una locura de pasión si lo permitía.

Eso fue lo que hizo que se apartara, finalmente, con la respiración agitada.

—Está bien, y ahora lo que de verdad quiero es encontrar esa maldita llave —murmuró Perrie, la voz tensa de frustración.

Jade se pasó los dedos por el pelo sintiéndose como una extraña para sí misma.

—Hemos mirado en todas partes. Se podría decir que estamos en un punto muerto. Vámonos.— Perrie la tomó en sus brazos.

—Yo no llamaría a esto punto muerto, cariño —murmuró contra sus labios.

Jade sintió cómo el traicionero deseo fluía nuevamente por sus venas. Fue necesario un gran esfuerzo para resistirse, pero consiguió apoyar las manos en sus brazos y la apartó de sí.

—No, ¿vale? Basta.— Perrie dejó caer las manos a ambos lados y la miró con cierto enfado.

—Vale. ¿Qué está pasando aquí? ¿Hace un minuto estabas conmigo y ahora ya no quieres estar? Y ni si te ocurra decirme que no deseabas lo mismo que yo hace un minuto porque sé que no es así.— la acusó dolida.

—No voy a hacerlo.—

No tenía sentido decirle que no había sido un movimiento muy inteligente por su parte o que no deberían haberlo hecho porque de sobra lo había sabido y aun así la había besado porque había querido. Deseaba el beso y la deseaba a ella.

Y Perrie merecía un poco de sinceridad. Se humedeció los labios antes de hablar.

—Mira, las cosas últimamente han sido un poco... confusas. Me han ocurrido demasiadas cosas— estaban dándose por las ramas. Tuvo que recordarse que iba serle sincera—. Ya no sólo por el embrollo legal en el que estoy metida. Niall y yo llevábamos dos años comprometidos, pero lo nuestro terminó y lo hizo de la forma más horrible.—

—¿Qué ocurrió? —preguntó ella con suavidad.

—Eso no importa. Lo que importa es que necesito recuperar la estabilidad y no podré hacerlo si retomamos lo que estábamos haciendo hace unos minutos —notó un nudo en la garganta—. Todavía estoy tratando de superar a un Edwards. No me hace falta liarme con otro.—

—Yo no soy Niall.— le recordó ella.

—Eso no importa. Sólo necesito un poco de tiempo, ¿puedes entenderlo? —se alejó unos pasos y se giró para mirarla—. La última vez que besé a un Edwards no resultó demasiado bien. No tengo mucha prisa por hacerlo de nuevo.—Perrie abrió la boca para decir algo, pero volvió a cerrarla.

—¿Qué? —la instó Jade.

—Nada —Perrie se quedó mirando el suelo con las manos en las caderas—. Tienes razón. Tienes razón. Vamos, está oscureciendo y han dicho que iba a nevar esta noche. Salgamos de aquí mientras aún se vea algo.—

AWWW, amo que voten tan rápido, como recompensa, ¿qué les parece otro maratón?

Dejenme en los comentarios si les gusta la idea. Los quiero.

***19 votos y actualizo

All I want for Christmas it's you|| Jerrie ✔️Donde viven las historias. Descúbrelo ahora