Una casa para el matrimonio Parte I

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Maratón 1/2

Después del vestidor, estar con Perrie en el despacho del piso de abajo era relajante. La puerta estaba abierta, había gente cerca. Con toda seguridad no se repetirían esos incómodos momentos de intimidad. Y si lograba olvidarlos no habría ningún problema.

Perrie se giró al llegar a la última de las estanterías de la librería después de haber revisado todos los volúmenes.

—Ya hemos terminado.—

—¿Has mirado detrás y debajo de las librerías? —preguntó Jade lo que le valió un resoplido de incredulidad por parte de Perrie.

—Estamos hablando de un metro ochenta de madera de nogal maciza. Dudo mucho que pudiera mover una de ellas, aun vacía de libros, suponiendo que mi madre y la criada hubieran estado fuera de la casa el tiempo suficiente para que pudiera hacerlo.— El taconeo de Debbie los avisó de su llegada.

—¿Para qué tenía que estar fuera de la casa?—

—Para que Niall pudiera ocultar algo detrás de las librerías.—

—Pesan una tonelada. No se han movido desde que vivo aquí —echó una breve mirada a Perrie y a Jade, esperanzada—. ¿Han tenido suerte?—

—De momento no —contestó Perrie.

—El comité ya se ha marchado, así que pueden llamarme si me necesitan algo.— Perrie señaló un archivador alto de madera de roble.

—Podrías conseguirnos la llave de ese archivador.—

—Sí, claro. Debería habérselas dado antes. Últimamente lo cierro cuando no lo uso. Por el servicio, ya saben —explicó.

Jade se preguntó lo que sería vivir con alguien en quien no se confiaba. Andar por ahí cerrándolo todo, preocupándose, sin intimidad alguna. Ser prisionero en tu propia casa.

Observó a Debbie salir de su despacho contiguo con una pequeña llave dorada que le entregó a Perrie. Cuando ésta trató de meterla en la cerradura se atascó.

—¿Estás segura de que es ésta?—

—Por supuesto. Lo utilizo constantemente. Se suele atascar un poco. Sólo se necesita un poco de tacto —repuso ella con impaciencia tendiendo la mano hacia la llave. Perrie se la entregó, sujetándola por el llavero, una pequeña pieza de plástico amarillo con la forma de una casa y las palabras Bienes Inmuebles South Shields. Se rió.

—Bienes Inmuebles South Shields. La buena de Eva Jo Romano. ¿Sigue mandándote cuadernos y llaveros?—

—Oh, por fin se cansó —respondió Debbie mientras trasteaba con la llave—. Sin embargo, Niall empezó a buscar algo por los alrededores hace un par de años, lo cual la hizo volver a la carga.— No se percató que tanto como Perrie como Jade se habían puesto rígidas.

—¿Niall empezó a buscar algo? —repitió Jade con cuidado.

—Una casa. La quería para cuando se casaran. Para que pudieran estar juntos. Yo le dije que podían quedarse aquí, pero él no quiso acerme caso —la cerradura cedió y Debbie levantó la vista, triunfal.

Las dos la miraban fijamente.

—¿Qué?—

—Niall compró una casa —dijo Perrie.

—No, sólo estuvo mirando. Dijo que no encontró nada que le gustara.—

—Eso no significa que no la comprara y te lo ocultara —dijo Perrie recorriendo la habitación de un lado a otro.

—¿Estás pensando lo mismo que yo? —preguntó Jade sintiendo una diabólica excitación en la boca del estómago.

—Una casa segura —dijo ella en respuesta—. Si la compró de manera que no aparezca en el registro podríamos tener el escondite del que hablamos antes.—

—Y si lo encontramos, conseguiremos las pruebas que necesitamos.— A pesar de sus propias advertencias de no dejarse llevar por la esperanza, no pudo contener una amplia sonrisa.

—¿Y ahora qué hacemos? ¿Llamar a la inmobiliaria? —preguntó Debbie, contagiándose de la excitación de ellos dos.

—Dudo mucho que nos digan nada. La gente se cierra herméticamente cuando les pides que rompan la intimidad de sus clientes.—

—¿Por qué? No estará a su nombre. Probablemente esté a nombre de una de esas sociedades falsas, ¿no? —dijo Perrie.

—No necesariamente. Seguro significa que querría mantenerlo al margen de las sociedades de forma que no hubiera manera de seguirle la pista si todo salía a la luz. Puede que diera un nombre falso. Podría estar a nombre de Debbie. Puede que allí fueran a parar los millones— observó Jade.

Perrie detuvo su inquieto paseo y se dejó caer en la silla.

—¿No lo sabrían los federales si se tratara de eso?—

—Puede. O puede que no.—

—¿Qué tal si lo comprobamos?— Jade empezó a cerrar el ordenador.

—Echaremos un vistazo a los ficheros primero. Si no encontramos nada, el lunes a primera hora iremos al Ayuntamiento y comprobaremos el registro de venta de propiedades, a ver si encontramos algo.—

—¿Y si es así?—

—Tendremos que hallar la manera de entrar.—

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All I want for Christmas it's you|| Jerrie ✔️Donde viven las historias. Descúbrelo ahora