All I want for Christmas it's you|| Jerrie ✔️

Espiral de Deseo

Maratón 1/3

IMPORTANTE, LEER LA NOTA AL FINAL DEL MARATÓN.

Los faros del jeep rasgaban las sombras del callejón cuando se detuvo junto a ella.

—Baja por Main Street y gira a la izquierda por Reservoir —explicó—. Vamos al nuevo Club de Campo de South Shields.—

—¿Ya no es el Club de Tenis y Ocio de South Shields?—

—Exacto.—

—Ha llegado el informe económico sobre la situación financiera de mi madre —comentó Perrie cuando tuvieron que detenerse en un semáforo.

—¿Y? —animó Jade, agradecida por el cambio de tema.

—Nada raro. Debbie los ha repasado. Todo está en orden.—

—Ya —la decepción era evidente—. Supongo que merecía la pena intentarlo —se quedó mirando los escaparates adornados con luces navideñas.

—He estado echando un vistazo a ver si encontraba la contraseña, pero no ha habido suerte.— dijo Perrie con un encogimiento de hombros.

—Esto es frustrante —dijoJade sacudiendo la cabeza—. Lo que necesitamos está dentro de ese ordenador, lo sé. Y no podemos acceder a ello.—

—Podríamos llevar el ordenador a un experto.—

—¿Y qué le decimos, que hemos perdido la contraseña y no tenemos cómo demostrar que es nuestro, pero que le agradeceríamos que nos pirateara el contenido?—

—Vale, tienes razón —Perrie giró—. Tal vez deberíamos llamar a Stockton.—

—No es por llevarte la contraria, pero sólo en último caso. No sabemos qué hay dentro de ese ordenador exactamente. Si resulta que no guarda nada de que nos absuelva, lo último que queremos es darle más munición. Aún busca un objetivo, ¿recuerdas? —y lo último que necesitaban era que el policía sospechara que había algo entre Perrie y ella. Jade expulsó una bocanada de aire llena de frustración—. A la derecha, aquí.— Girar al otro lado las llevaría a la autopista que conducía a la casa segura y al ordenador y a las preguntas.

—¿Hay alguna posibilidad de que Niall se haya podido dejar algo en tu piso? —preguntó Perrie siguiendo las instrucciones de Jade para llegar al club de campo situado a las afueras de la ciudad.

—Seguro que los federales ya pensaron en ello. Por eso resolvieron de cabo a rabo.—

—No hablo de ficheros o documentos. Quiero decir que si podría haber escondido una contraseña o algo así. Tengo que ir a Manhattan pasado mañana a ver a uno de mis clientes. Podrías venir conmigo y echar un vistazo.—

Y así tendrían tiempo e intimidad para averiguar qué era lo que había entre ellas.

Probablemente no fuera un acto inteligente, desde luego no era sensato, pero se mentiría a sí misma si dijera que no quería hacerlo.

—Está bien —se oyó decir—. No puedo imaginar qué podremos encontrar nosotras que ellos no hayan encontrado, sobre todo teniendo en cuenta el estado en que me han dejado el piso, pero no pasará nada por comprobar.—

Y pensar en lo que podrían hacer mientras investigaban le causó una espiral de deseo que le recorrió todo el cuerpo.

—Lo haremos mañana, entonces —dijo Perrie acercando el coche hasta la entrada de servicio del club de campo—. Y ahora dime, ¿dónde tenemos que poner estas flores?—

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