Mujer de mal carácter

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—¿Podría perder la casa? —Perrie miró fijamente a los ojos de Frank Burton a través de la impoluta mesa de ébano.

—No puede ser —dijo Debbie desde su asiento junto a Perrie, con su traje de color azul pastel y sus perlas.

—Estás incluida en los consejos de administración de cinco de las sociedades de responsabilidad limitada creadas por Niall. Me refiero a las empresas tapadera que utilizaba para desviar el dinero —miró por encima la hoja de papel que tenía delante—. Corrección, en cinco que sepamos. Hay bastantes más.—

—Pero yo no recuerdo nada de eso —dijo Debbie—. Y lo recordaría. Nunca firmo nada sin leerlo antes.—

—No habría necesitado firma alguna. Le habría bastado con tener acceso a tu número de la seguridad social y pasaporte. ¿Lo tenía?— Debbie se quedó inmóvil.

—No lo sé. Tenía acceso a mi despacho. Supongo que podría haberlo encontrado si lo andaba buscando.—

—Sea como fuere, eso sólo es parte del problema. La prueba más irrefutable es que ha desviado el dinero a través de tu cuenta bancaria. Depositó cinco millones de dólares en diez ocasiones en los últimos dos años—el abogado les entregó una gruesa carpeta—. Está todo documentado.—Debbie se quedó mirándolo fijamente.

—¿Cinco millones de dólares?—

—Por diez. Cincuenta millones en total. La pregunta es, ¿por qué? ¿Tienes alguna razón que lo justifique? ¿Un recibo tal vez? ¿Un registro de las operaciones? Es importante demostrar que fueron transferencias legales.—

—Yo no... no sé nada —dijo ella con un gesto impotente. Frank Burton frunció el ceño y la miró por encima de las gafas.

—Se trata de depósitos de cinco millones de dólares. Es cierto que lo obtienes entre tus ganancias trimestrales y las propiedades inmobiliarias es tanto o más que eso, pero aun así, ¿de dónde creías que procedía ese dinero? ¿Y no te extrañó cuando el dinero salía de tu cuenta?—

—¿Un error del banco? —sugirió ella. Frank Burton la miró con escepticismo.

—¿Diez veces? Debbie, si sabes algo, éste es el momento de decírnoslo.—

—Yo no... no puedo... yo... —se giró hacia Perrie, con una nota de desesperación en la voz—. Tu padre siempre se ocupaba de los asuntos de dinero. Ya sabes cómo era. Cuando murió, yo... —apretó los labios—. Hubo que encargarse de muchas cosas: el funeral, las notificaciones, el testamento. Niall se ofreció a ocuparse de todo. Y para mí fue un alivio. Después se convirtió en una costumbre —terminó con un hilo de voz apenas audible.

—Le diste la ventaja que necesitaba —dijo Frank—. Utilizó el acceso a todos tus papeles para blanquear el dinero que sacaba de las empresas tapadera a través de tus cuentas y de ahí lo transfería a un cómplice.—

—No puedo creer que hiciera algo así —dijo Debbie cerrando los ojos un momento.

—Los federales lo creen —dijo Frank con expresión adusta—. Tienen pruebas suficientes para creer que tú tienes algo que ver. Eso significa que todas tus posesiones serán incautadas.—

—¿Todo? —Debbie palideció. Perrie se inclinó hacia delante.

—Pero mi madre no se quedó con el dinero.—

—No en ese punto. Lo que no saben es si en algún momento cayó en sus manos. Puede que aún lo tenga en algún sitio.—

—¿Y pueden quedarse con la casa basándose sólo en eso?—

—Pueden quedarse con todo —le aseguró Frank—. No es de inmediato, claro. Primero tienen que llegar al fondo del asunto, y está tan enmarañado que les llevará un año o más. Sinceramente, ése es el motivo por el que creen que su prometida está involucrada también. —¿Su prometida? ¿Jade? Perrie frunció el ceño.

—¿Qué quieres decir?—

—Ella es contable, ¿no lo sabías? Trabajaba en Briarson Financial. No es probable que alguien como Niall tuviera suficientes conocimientos como para llevar a cabo él solo un plan de este calibre que además pasara inadvertido a sus auditores internos. Sin embargo, si contara con alguien con los conocimientos de ella para que se ocupara de la contabilidad, le habría resultado pan comido.—

—¿Es contable? —Perrie había supuesto que se habría especializado en algo como literatura inglesa o historia del arte, uno de esos títulos académicos que no servían para nada. Evidentemente se había equivocado—. ¿Entonces creen que tuvo algo que ver?—

—Están casi seguros. Claro que aún no tienen pruebas, pero las conseguirán. Confía en mí, lo harán.—

—Si tiene algo que ver, estaría en posición de limpiar el nombre de mi madre, ¿verdad?— preguntó Perrie. Había que olvidar bocas vulnerables y ojos ensombrecidos. Si Jade tenía respuestas, ella se las arrancaría.

—Cualquier testimonio que puedas obtener de alguien involucrado en el asunto serviría, sin duda, para ayudar a Debbie —respondió el abogado—. Lo que necesitamos de verdad es encontrar a tu hermano, pero parece haberse desvanecido.— Sin embargo, Jade estaba allí.

—Deberíamos hablar con su prometida —dijo Frank. Perrie sintió cómo empezaba a arder lentamente la ira en su interior.

—Déjenmelo a mí—y esta vez conseguiría respuestas, antes de que su madre lo perdiera todo.

Debbie inspiró hondo y se irguió en un movimiento que Perrie reconoció. Sin lágrimas, sin debilidad.

—¿Y después qué, Frank?—

—Nada de forma inmediata. Seguirán investigando hasta que lo averigüen todo y sean capaces de atar todos los hilos del caso. Después lo llevarán a juicio. Con o sin Niall.—

—Entonces aún tenemos tiempo —dijo Perrie.

—Un poco. Cuanto antes consigamos que su prometida nos diga la verdad, mejor para tu madre.— Y antes podría regresar Perrie a su vida, escapar del cenagal en el que estaba empezando a hundirse.

—Entonces supongo que será mejor ponerse manos a la obra —dijo Perrie, levantándose bruscamente al tiempo que le extendía la mano a Frank Burton. Puede que estuviera involucrada, pero Perrie sabía bien que nadie empujaba a Niall a ningún sitio. Había un rasgo de carácter que los dos habían heredado de su padre y era la testarudez cuando algo se les metía en la cabeza.

—Mamá, nadie obligó a Niall a salir huyendo —dijo amablemente.

—Niall estará impotente en ese caos en que esa mujer lo ha metido —mantuvo Debbie, pero su voz no sonaba tan segura.

—¿Alguna vez has visto que Niall hiciera algo que no quería hacer?—

—No pudo hacerlo él solo. No me lo creo.— Eso quería decir que no quería hacerlo. Y tendría que asumirlo.

—Nadie lo obligó a apostar dinero en el juego, mamá —dijo Perrie con la misma amabilidad—. Ya has visto las declaraciones de las supervisores de las mesas de los casinos. Niall tenía problemas y quiso salir de ellos, sin importarle demasiado cómo.— De pronto, la postura almidonada de Debbie pareció ceder y, por un momento, se dejó caer sobre la barandilla que daba sobre el vestíbulo.

—¿Qué voy a hacer? —susurró—. Me lo quitarán todo. ¿Cómo ha podido hacer tal cosa? ¿Cómo ha podido dejarme sin nada?— Y se echó a llorar. Lo único que pudo hacer fue estrecharla entre sus brazos y darle palmaditas en la espalda, inútilmente. No, Perrie no era una inútil. Había una manera de arreglar aquello e iba a encontrarla.

Empezando por Jade Thirlwall.

Capítulo largo porque estoy feliz, es mi fic y se me permite.

*12 votos y actualizo. XO 

All I want for Christmas it's you|| Jerrie ✔️Donde viven las historias. Descúbrelo ahora