Treinta días en nuestras vidas

Ventajas

A Inglaterra, no le disgustaba ir de shopping.El mantener una apariencia impecable era una norma inquebrantable en su esencia de caballero. Por ello, no le molestaba el comprar ropa.

Lo único que le molestaba eran las indecisiones de Argentina.

"Que mejor vayamos a otro negocio, que allá es más barato, que acá hay más calidad", y eso no era lo único, "Ay, ¿Me veo bien? No,mejor me pruebo otro. No sé cuál llevar, ¿Cuál me hace ver más sexy?, Sé que todos, pero, ¿Cuál le da el toque? No hay que fijarse más en la marca, sino en la calidad de la ropa". Era un constante ir y venir de indecisiones, y, si a eso le sumamos el calor de Buenos Aires, era un auténtico caos.

El inglés, suspiró, masajeando el puente de su nariz, observó de reojo al argentino mientras caminaban por el interior de otro centro comercial.

Nunca pensó que su pareja fuera tan quisquilloso en este tipo de situaciones. Bueno, Martín en si, solía ser muy extremista; o compraba todo o no compraba nada.

Sin embargo, todo caos posee sus ventajas, y no era como si el europeo las fuera a desaprovechar.

-Che,Arthur, ¿Me veo bien? -Preguntó el argentino, mientras salía del probador.

-Creo que un talle menos te quedaría mejor, Martín.

-¿Vos decís?, creo que engordé el fin de semana -. Respondió mientras se contemplaba frente a un espejo.

-El problema no sería si engordaste o no, el problema es que ese talle,te queda grande. Recomiendo que lleves algo más ajustado -Mencionó con su típica seriedad. Aunque, en su tono, se podía escuchar un leve deje de deseo.

Martín,sonrió, no le costaba nada complacer a su pareja. Pidió un talle menor de pantalón, que se ajustaba en los lugares perfectos, parecía hecho a su medida. Procuró enseñarle cada detalle a Arthur, así le daba su visto bueno.

-Perfecto.