Trajes

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Arthur estaba en un dilema.

Miró de izquierda a derecha, analizando los trajes que tenía en sus manos. Uno de Tango y otro de gaucho, respectivamente. No sabía cuál de los dos ponerse.

Culpaba a Francia por meterlo en aquel aprieto. Sí, le había comentado al rubio de cabellos ondeados sobre su situación: le gustaba usar la ropa de Martín. No sabía por qué, es una vieja costumbre que le quedó después de la guerra, rara vez lo veía, rara vez se encontraban. Cuando Martín era pequeño, varias veces se había dormido entre sus brazos o en su regazo, impregnándole el aroma de su esencia. También,recordaba que, la última noche antes de dar comienzo al batallón,el olor de sus prendas quedó impregnada en sus fosas nasales, y, al término de está, cuando no podían ni verse a la cara, Arthur,añoraba aquel aroma, y solo lo volvió a sentir cuando se unieron otra vez.

Quizás por eso le gustaba usar la ropa del argentino, al principio, la olía,abrazándola contra su cuerpo como si se lo fueran a arrebatar;luego, comenzó a usarla, se sentía bien. Por tener la esencia de Martín.

Bonnefoy, le respondió, con su carisma característico,que aquello era normal, no era nada inusual compartir prendas entre parejas. Que podría darle una sorpresa a Martín usando alguno de sus trajes nacionales.

Y por ello, ahora se encontraba en aquella situación.

De todos modos, el rubio del rizo, ya lo había visto usando sus prendas; el inglés creyó que reaccionaría de manera incómoda, todo lo contrario: empezó a hablar de lo lindo y tierno que se veía, apretándole las mejillas, inclusive, le sugirió tener sexo con ropa. Inglaterra se negó.

Siempre se había vestido con su ropa informal, el traje de gaucho le parecía de mal gusto, o al menos, no lo adecuado para él. Aunque debía admitir que Martín se veía extremadamente bien en el.

Listo.

Usaría el de Tango, se parecía un poco más a lo que estaba acostumbrado.

Solo debía esperar a que Martín regresará, para darle su "sorpresa".

Ahora bien, lo que no esperaba era que su pareja,apareciera vistiendo un frac oscuro, tal y como se utilizaban en la época victoriana.

El sureño, sonrió ladino.

-¿Acaso te comió la lengua el ratón?

El inglés balbuceó, hasta que pudo articular algo coherente -¿Por-porqué estas vestido así? -tragó duro.

-Francis me comentó sobre lo que hablaron -.Inglaterra, maldecía mentalmente a Francia -No te enojes con él,al fin y al cabo no tiene nada de malo. Bueno, me comentó y recomendó exactamente lo mismo: que usara ropa tuya, y recordé, que en el ático estaban guardadas muchas de tus viejas prendas, y éste me pareció la opción correcta. Me queda algo apretado, pero no me parece que me quede mal -, Parloteaba, con sonrisa presumida,sabiendo que el traje le apretaba justo en la herencia española.

Arthur, estaba anonadado.

-Mi traje de Tango, no te queda nada mal, eh -,Levantó sus cejas, devorándolo con la mirada.

Inglaterra, se acercó a Argentina y lo besó, para luego, tirarse encima de él sobre la cama.

Quizás, probar el sexo con ropa, no sería tan mala idea.


Treinta días en nuestras vidasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora