Orejas de animales

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Martín, acarició las orejas de gatito, siguió el recorrido con caricias hasta la nuca donde lo atrajo hacia si mismo para plantarle un beso.

Arthur, disfrutaba del momento, entretanto, acariciaba las orejas de perrito que yacían sobre la cabeza del argentino. De a ratos, le jalaba el rizo. Y Martín jadeaba.

Al final, no había resultado tan mala idea el hecho de probar algo nuevo. El sureño, le rogó al europeo que hiciera de aquellas orejitas de felpa, parte de sus cuerpos.Luego de unas cuantas quejas, el inglés accedió; quien ciertamente se veía muy tierno, según su pareja.


El argentino, suspiraría entre sonrisas si le acariciaban las orejas y el inglés, iba a ronronear entre suspiros. Posteriormente, los gemidos y jadeos de ambos llenaban la habitación, iban a disfrutar hasta el término del hechizo lo mejor posible.

Treinta días en nuestras vidasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora