Arropados

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-Pero, hace frío, Martín.

-¿Y vos qué sabes boludo? ¡Si ésto es una de las mejores cosas de la vida! -Expresó el argentino,introduciendo una gran cuchara dentro del recipiente de tergopol,para luego, dirigirla a su boca para comer el contenido; un alimento congelado de color celeste.

Helado.

Crema del cielo.

Arthur, miró a su pareja, quien se encontraba tapado con una cubrecama y al entorno en el que estaban;el hogar que compartían era cálido y acogedor, gracias a la salamandra, contrastaba con el calador frío de afuera...Le pareció ridículo, ¿Por qué Martín comía helado en Invierno? Lo peor es que, luego, le agarraría una gripe por imprudente (sí, porque también salía desabrigado en las mañanas, tomaba agua fría, en fin, hacía todo lo que no debía hacerse en aquella estación).

El inglés suspiró, no serviría de nada volver a tratar con el latino estos temas, si al final siempre hacía lo que quería.

Arthur, colocó una silla al lado de su pareja (quien lo miraba expectante) para sentarse junto a él, se arropó con el cobertor.

Martín sonrió.

Extrajo mas helado con la cuchara, y lo dirigió a los labios del europeo, éste se sonrojó y al principio se negó, luego de tantas insistencias por parte de su cónyuge,abrió la boca y dejo que el dulce sabor de la Crema del cielo lo envolviera.

-Está demasiado frío -.Manifestó, sobándose la cabeza, el frío del helado le produjo un leve dolor.

-Y sí, ¿Qué queres, no ves que es helado? Boludo -. Articuló el argentino sarcásticamente,recibiendo una mirada de reproche, mientras comía nuevamente.

Miró de reojo al de cabellos platinos,lamió sus labios y, agarrándolo por la camisa, lo atrajo hacía si mismo y lo besó. Arthur, al principio no correspondió por la sorpresa, además de que fue un beso corto.

Martín esbozó una sonrisa tierna y pícara -¿Seguís teniendo frío?

Arthur lucía sonrojado, sin embargo,esta vez él implementó las mismas acciones, besando al sureño.



Y así pasaron aquella tarde de Invierno, arropados y comiendo helado, y de a ratos, comiéndose a besos.

Treinta días en nuestras vidasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora