Casual

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Era un tanto dificíl acostumbrarse.

Martín recordaba que, cuando Arthur se mudó a Buenos Aires (por una temporada) para vivir juntos, se vio en la obligación de enseñarle el estilo de la capital: no por nada era llamada "París de Latino América". Tampoco era como si el estilo del inglés le disgustase: aquellas camisas, vaqueros ajustados al cuerpo junto con los mocasines, hacía que el argentino suspirase, le era malditamente agradable y sensual lo bien que le lucían aquellas prendas a su pareja.

Pero, esa no era la manera adecuada de vestirse en un día casual en Buenos Aires, generalmente su vestimenta diaria consistía en vaqueros, camisas y/o remeras junto con zapatillas: relajado pero "fachero", según Martín, todo sin perder la sensualidad y la espontaneidad que los caracterizaba,además, de ser funcional para todas las actividades requeridas.

El europeo, poco a poco, se fue acostumbrando. Ahora le tocaba a Martín.

Tuvo que comprar prendas nuevas, puesto que las de Arthur no le entraba ninguna.

Se miró en el espejo; aquella camisa abotonada negra, con mangas tres cuarto, el chaleco en tonos beiges,el pantalón verde helecho claro-que contrastaban con sus ojos- y los zapatos color canela.

No era una imagen a la que estuviese acostumbrado, pero no le parecía que le quedase nada mal.

Y, cuando sintió la potente y lujuriosa mirada de Arthur sobre él, supo que no se equivocaba.

De todos modos, ahora, tenían otros asuntos que atender.

Treinta días en nuestras vidasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora