Pasos

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—Sólo un poco más, Arthur —.Pidió Martín, ofreciendo su mano. El nombrado refunfuño.

—Vamos, che, me lo prometiste ¿O no?—Ya sabía la respuesta. Finalmente, esbozo una sonrisa segura y tierna.

—Ok, love. Pero que sepas que lo hago nada más porque un caballero no rompe sus promesas —. Afirmó,levantándose de su asiento. —No porque pongas esa sonrisa —.Desvió la mirada, sonrojado.

—Esta bien, Arthur —. Rió el argentino ante las actitudes de su pareja. Entrelazó una de sus manos con éste último, mientras que la otra la enroscaba por encima de sus caderas. En tanto, Arthur, colocó su brazo alrededor de los omóplatos de Martín.

Listo.

Comenzaron a mover sus cuerpos,acompañados por el ritmo de un Tango silencioso, que sólo ellos conocían.

Giro.

El europeo, por poco se tropieza con los pies del sureño.

—Veo, que aún te falta práctica, inglés —. Dijo con énfasis la última palabra,dándole a entender a Arthur su escaso movimiento pasional.

El de cabellos rubio platino, sonrió confiado, acariciando con una de sus piernas las de su compañero.

—Hm, ¿Ahora qué?¿Efectúas movimientos de mujer? ¿Con eso mejorarás? —Inquirió con cinismo.

El inglés, ejecutó una sacada, sorprendiendo a Martín, pero no impidiéndole seguirle el paso. Éste último sonrió ante tal acción.

—Veo que si has aprendido algo, amor —Articuló con voz sensual —Pero...—Realizó un gancho —. Aún te falta práctica.

—Como buen argentino, enséñame, entonces —. Sonrió, provocándolo.

—No sera difícil...Al menos, no para mí —. Giro. Lápiz.


Y así, se perdieron entre aquellos pasos, enganche, giro, colgada,caricias, efectuaban unos movimientos exquisitos en los cuales uno podría perderse...naciendo así la sensualidad como un pecado.

Treinta días en nuestras vidasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora