Rosas

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Era dulce el aroma de las rosas.

A Martín le agradaba despertarse con el aroma de aquellas flores en las mañanas, no sabía quién las traía, tenía una leve idea de quién podría ser, pero su mente le negaba recordar aquella imagen.

—¿Cómo se encuentra? —

—Va mejorando... —Respondió el médico, Arthur sonrió —Pero bien sabe que debe estar preparada para lo que sea —Sentenció , ajustándose los lentes —Ahora responde a algunos estímulos, como los aromas, por ejemplo. Sin embargo, no sabemos ni cómo ni cuándo logrará despertarse del todo.

El inglés asintió y acarició la mano de su pareja, quien se hallaba un mes hospitalizado, debido a un accidente de transito.

Sin embargo, a pesar del estado en el que se encontraba, Martín podía sentir el aroma dulce, y la dulce voz que lloraba y le pronunciaba que todo iba a estar bien, mientras era abrazado.

—Debes retirarte, ya se acabó la hora de la visita.

—Lo sé doctor...—El de cabellos rubios largo un profundo suspiro, esbozando una sonrisa triste.Comenzó a dirigirse hacia la salida.

—Oye —Le habló el doctor, el inglés se giró —Sigue trayendo esas flores —.Dijo con seriedad, Arthur sonrió y se fue.

A todos les parecía muy dulce lo que hacía por su pareja.

A Martín le parecía muy dulce el aroma de las flores.











Treinta días en nuestras vidasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora