El tiempo pasó, dejando huella sobre Peridot.
Ahora ella era una joven de quince años que acudía al instituto como cualquier otra chica de su edad. Cortó su cabello a la altura de los hombros y se tuvo que poner lentes, pero aún así, su belleza seguía intacta.
Caminó hasta la entrada del instituto, encontrándose con su gran amigo Steven. Él la saludó con su habitual energía y juntos, entraron al interior del lugar.
–Y bueno, ¿cómo llevas el examen de geografía?– preguntó Steven.–
–Bien supongo. He estudiado bastante así que como suspenda...
–Sí claro.– dijo sarcástico el chico, alargando la o.– ¡Si siempre sacas las mejores notas de toda la clase!
La rubia rió levemente ante el comentario de su amigo. Llegaron al aula y se sentaron en sus pupitres, uno detrás del otro.
Estuvieron hablando hasta que una enérgica Amatista saltó sobre Steven a modo de saludo, sobresaltándolos a los dos.
Amatista era una chica que entró el año pasado al instituto. Era muy buena amiga del chico, ella se empezó a juntar con él y otras dos chicas más, pero estas muchachas eran mayores por lo cual no estaban en su mismo curso.
–¡Ey Steven!– lo saludó con un grito que se escuchó por todo el instituto.–
–¡Quita de encima! ¡Nos vamos a caer!– se reía el contrario.–
La de cabello púrpura obedeció y se bajó de la espalda del joven, yendo ahora hasta Peridot, para acto seguido revolverle el pelo amistosamente.
–¿Cómo vas cerebrito?– preguntó la más baja con su tono bromista.–
–Bien.– respondió a la vez que apartaba la mano de Amatista y trataba de peinarse un poco entre risas.–
El profesor llegó al aula interrumpiendo la animada conversación del grupo de adolescentes. Traía bajo el brazo los exámenes que tenían que hacer los alumnos.
–Este va a ser un día largo...– suspiraron los tres al unísono.–
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Las clases ya habían acabado. Peridot regresaba a su casa con paso apresurado. Había salido un poco más tarde del instituto por haberse quedado un rato hablando con Steven y Amatista y ya faltaría poco para que su madre se pusiera a buscarla como una loca.Casi llegaba a su casa cuando chocó con alguien cayendo de bruces al suelo.
Se tocó la cabeza con una mueca de dolor. Abrió los ojos con cuidado, encontrándose a una chica tirada frente a ella.
Los cabellos azulados de la chica estaban esparcidos por el suelo. Llevaba puestos unos vaqueros negros y una blusa celeste junto a unos Converse azul marino. Su piel era algo morena.
–¡Lo siento!– se disculpó Peridot con rapidez a la vez que tomaba a la chica del brazo.– ¿Te he hecho daño?
–No, nada.– la joven levantó la cabeza, mostrando sus ojos azules.– Estoy bien, ¿y tú?
–También lo estoy. Soy Peridot, encantada.
–Un gusto. Yo soy Lapis.
–Bueno, me tengo que ir.– se despidió la rubia con una sonrisa.–
Entró con prisa a su casa y una vez dentro, se tiró en el sofá de la sala de estar.
–¿Cariño?– esa voz extremadamente familiar resonó por toda la casa.– ¿Qué tal todo en la escuela?
Una mujer de cabellos castaños y ojos verdes apareció por el umbral de la puerta. Tenía una mirada calmada en el rostro y una pequeña sonrisa amable.
–Bien...– suspiró la chica a la vez que se hundía aún más en el sofá.– Ha sido un día agotador.
–¿Qué tal si te preparo el almuerzo y hablamos un poco?
–Me parece perfecto.
Su madre entró a la cocina y ella se quedó en el salón, junto a sus pensamientos. Una sola pregunta rondaba su mente.
"¿Quién es esa chica?"
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La mañana siguiente amaneció lloviendo. Algo inusual en su ciudad, que siempre se mantenía soleada.Se encontró cómo de costumbre a Steven en la puerta del edificio, esperándola para entrar a clases juntos.
–¡Buenos días!
–Vaya, hoy estás especialmente de buen humor.– rió Peridot ante la actitud enérgica de su amigo.–
–Que puedo decir, que ya hayan acabado los exámenes de este trimestre me relaja.
Los dos chicos siguieron hablando hasta llegar a su clase. De repente, vio a alguien entrar a su clase , dejándola algo impresionada.
Llevaba unos vaqueros negros pegados. Vestía también un top que dejaba su barriga al aire y realzaba su figura del mismo color que los vaqueros. Finalmente sus deportivas y la bomber abierta de color azul marino completaba su look.
–Ehm, ¿Peridot?– el chico la llamó con algo de inseguridad, sacándola de su trance.–¿La conoces?
La rubia se sobresaltó al escuchar la voz de su amigo.
"¿En serio esa chica iba al mismo instituto que ella y ahora se daba cuenta?"
–Ehm, sí, Bueno, me choqué ayer con ella. ¿Y tú?– preguntó la de lentes con curiosidad.–
–Pues sí, antes éramos muy amigos.– admitió el pelinegro.– Pero nos distanciamos cuando ella comenzó a juntarse con otro tipo de gente.
–¿Hmn?– la joven alzó una ceja extrañada.–
Steven abrió la boca, dispuesto a contestar las incógnitas de su amiga, pero el profesor entró, dispuesto a entregar los exámenes del otro día, obligándolos a sentarse cada uno en su sitio y a permanecer en silencio.
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–¡Ey chicos!Una agitada Amatista corría hacia ellos a la hora del descanso. Los dos jóvenes se volvieron a ver a la más baja.
–Agh, menos mal que he podido colarme ahora.– se agachó apoyando sus manos sobre sus rodillas, respirando agitadamente, tratando de recuperar el aliento.–
–Sí, sí. Eso es porque has sobornado al de mantenimiento.– bromeó el de cabello rizado.–
–¿¡Qué!? ¿Cómo puedes decir eso?– preguntó dramáticamente la contraria, llevándose una mano a la cabeza.–
Peridot rió ante los comentarios de sus amigos. Luego fueron al patio y se sentaron en uno de los bancos que allí habían.
Estuvieron un rato hablando hasta que Lapis pasó frente a ellos, saludando a la rubia y ésta obviamente le devolvió el saludo con una sonrisita.
–¿La conoces?– el tono de incredulidad de su amiga le dijo que ella también la conocía.–
–Sí, ¿por qué todos me preguntáis eso?– con todos se refería a Steven y Amatista, por supuesto.–
Los dos jóvenes bajaron la mirada ante la mirada atenta de la rubia.
–Pues verás...– y la de hebras lilas se dispusó a darle una charla a su amiga sobre quién era Lapis hasta donde ella sabía.–
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Al otro lado del jardín [Peridot X Lapis] Steven Universe. AU
FanfictionElla desde que tiene memoria, recuerda que su madre siempre la había alejado del jardín de los vecinos. Peridot siempre se había preguntado, ¿quién era la que vivía al otro lado del jardín?