Capítulo 7

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El grupo se sentó en una de las mesas del local. El silencio reinaba entre los chicos, todos pensaban en lo que acababa de pasar, pero nadie se atrevía a comentar nada.

–¿Por qué no me has dejado decirle nada a esa?– preguntó esto en un susurro lleno de furia la de hebras moradas a Garnet.–

–No merece la pena pelear. Ella va a ser siempre así de imbécil.

–Sí.– estuvo de acuerdo Perla.– Ya sabes, a palabras necias, oídos sordos.– comentó este dicho la de ojos azules posando una de sus manos sobre la de Amatista, haciendo que un leve rubor apareciera en las mejillas de la contraria.–

–No te preocupes Amatista.– la tranquilizó Peridot con una sonrisa calmada.– Me da igual lo que esa me diga. Ya sabía que le caía mal.

La chica tan sólo sonrió con algo de tristeza por la pena de no haber podido defender a su amiga.

–Bueno, vamos a ver que pedimos. ¡Seguro que hay muchas cosas deliciosas!– cambió de tema con gran alegría Steven.–

Peridot sonreía a pesar de que la cafetería era exactamente en la que estuvo con Lapis, haciendo que su estómago se retorciera. ¿Acaso a ella también le caía mal? Esa misma mañana ella le había dicho que no, entonces, ¿qué era eso que acaba de pasar? Ella había ignorado completamente toda esa discusión.

Lapis era todo un misterio para ella.
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Se encontraba en el portal, sentada en el suelo. Últimamente se había acostumbrado a esta postura, esperando que la rubia pasara por allí.

Jasper la había dejado en su casa después de la discusión con el grupo. Decía que esos imbéciles le habían cerrado el apetito.

Y ahora ella estaba esperando en su puerta a que Peridot volviera, cómo a diario, esperando la oportunidad de hablar con ella sobre lo ocurrido anteriormente, esperando poder disculparse.

Vio a lo lejos esa silueta que estos últimos días había logrado aprenderse de memoria. Sus ojos se iluminaron al verla caminar hacia ella.

Peridot, al llegar a la puerta de su casa, adentró su mano en el bolsillo de su chaqueta, alcanzando sus llaves con gran rapidez.

Algo se rompió dentro de la peliazul al ver cómo la rubia simplemente la ignoraba.

–¡Ey! ¡Espera!– la morena se levanto con una rapidez inmediata, cogiendo del brazo a la de ojos verdes.–

Peridot volvió la cabeza, encontrándose con la mirada azulada de Lapis.

–¿Qué pasa ahora?– preguntó seca la contraria.–

–Y-Yo...– por primera vez en su vida, Lapis dejó la indiferencia que la caracterizaba, sustituyéndola por nerviosismo.– Lo siento, ¿vale?

–Lo sientes, muy bien.– el sarcasmo en la voz de Peridot era hiriente. Muy hiriente.–Pero luego llega Jasper y tú tienes que mantener tu faceta de niña mala, ¿no?

–¿De qué hablas?– preguntó extrañada la morena.–

–Sí, ya sabes. Me caes bien y eso, pero luego, soy una chica mala que pasa de todo.

–¿Por qué dices esa estupidez?– preguntó posando una de sus manos en su cabeza con cansancio Lapis.–

–Lapis, tienes que aprender, las cosas que dices y haces duelen.

–¿Y qué hay de mí? ¿Quién piensa alguna vez en lo que me pueda doler a mí?– dijo la chica señalándose a sí misma.–

–¡Yo por ejemplo! Yo no suelto cuando están mis amigas "Oh, ahí viene la niña mala" o si ellas lo dijeran, trataría de defenderte.

–¡Es diferente! ¡No entiendes nada!

–¡Pues explícamelo!– chilló la rubia roja de la furia.–

–Es... Complicado.– suspiró Lapis bajando el tono de voz.–

–Ah claro, porque Jasper es tu novia, ¿no? Pues ya está, ya has elegido prioridades. Ahora, me voy.– y dicho esto, Peridot se dio media vuelta, dispuesta a entrar en su casa.–

La rubia entró dando zapatazos a la vivienda, haciendo que su madre se sobresaltara.

–¿Cielo? ¿Qué ocurre?– preguntó su madre con su tono amable tan típico en ella.–

–Agh, nada mamá. Simplemente, estoy cansada, eso es todo.– suspiró la chica, subiendo a su habitación.–

Peridot entró a su cuarto, tirandose a la cama y poniéndose una almohada contra su rostro, comenzó a chillar. Una vez se hubo desahogado, se quedó dormida, con la almohada sobre su rostro.
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Un golpe...

Dos golpes...

Tres golpes....

Peridot se levantó harta de su cama. Llevaba quince minutos aproximadamente escuchando los golpecitos contra su ventana.

La abrió, encontrándose a Lapis al otro lado de la valla de su jardín, tirando piedrecitas a su ventana. Y algo único que se preguntaba la aún adormilada rubia era:

¿Cómo mierdas llegaban las piedras hasta su ventana desde tan lejos?

Peridot interpretó esto como una señal de que quería hablar con ella, así que cerró la ventana y sin cambiarse de ropa, con su pijama aún puesto, bajó al portal, su lugar de encuentro con la peliazul.

Ella salió a los pocos segundos, con la mirada clavada en el suelo y frotando su brazo derecho con algo de incomodez.

–De verdad que siento lo de ayer.– se disculpó algo avergonzada.–

–Agh.– suspiró la rubia.–Yo también, dije cosas que no quería. Lo siento.

Lapis atrapó a la más baja entre sus brazos, en un bello abrazo. Peridot no tardó en corresponder.

–Por cierto, ¿por qué le caigo tan mal a Jasper?– murmuró aún abrazada a Lapis.–

–Déjala, ella es así, bastante molesta.– suspiró la morena, sin dar una respuesta en concreto.–

Las chicas permanecieron abrazadas, tratando de aliviar las heridas que ambas se habían provocado entre ellas.

Un grito las sacó a las dos de sus pensamientos. Era una voz ronca y violenta, que tanto Lapis como Peridot conocían demasiado bien.

La vieron a lo lejos, con esa característica mata de cabello blanquecino cubriendo parte de su rostro. Sus ojos amarillentos mostraban peligro, haciendo que las dos chicas se estremecieran.

–Jasper...– murmuró Lapis, con voz algo temblorosa.–

–Anda, pero mirad a quien tenemos aquí de nuevo.– bramó la inmensa joven , haciendo que Peridot se sintiera pequeña.– Es la cerebrito. Ahora, ¿quién te va a defender?

Peridot sabía que venían problemas, cosa que no le hacía nada de gracia.

Al otro lado del jardín [Peridot X Lapis] Steven Universe. AUDonde viven las historias. Descúbrelo ahora