Capítulo 19

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La luz de los primeros rayos de sol entró por las ventanas de la sala de espera. Peridot se removió algo incómoda en su asiento. Se había quedado dormida como todos los allí presentes, esperando a que Lapis despertara. Los únicos que no estaban en la salida eran sus padres, que habían decidido ir a por algo de café cuando el grupo de jóvenes se quedó dormido al completo.

Lo primero que hizo la rubia fue alcanzar su móvil, viendo tres llamadas perdidas de su madre. Nerviosa, pulsó el botón de llamar y se acercó el teléfono a la oreja, levantándose al mismo tiempo y acercándose a la ventana.

–¿Peridot? ¿Estás bien? ¡Me tienes muy preocupada!– exclamó la mujer desde la otra línea.– ¿Dónde estás cariño? ¿Es esto por lo de...?

–Estoy en el hospital.– interrumpió de forma seca la joven a su madre.– Quizá tú sabes el por qué.

–¿En el hospital? Y-Yo no sé...

–¿No sabes nada? ¿Estás segura?– preguntó de forma retadora la joven rubia, alzando una ceja expectante.

–¿Qué voy a saber yo querida?– preguntó de forma exagerada, sin dejar su timbre de voz dulce.

Peridot se mantuvo en silencio, apretando los dientes. Pero antes de que madre e hija pudieran comentar algo más, los padres de Lapis entraron a la sala de espera con una gran sonrisa de felicidad. Junto a ellos, el mismo doctor de la noche anterior sujetaba un pequeño montón de folios.

La de lentes no dudó un segundo en colgarle a su madre y prestarle atención a los recién llegados.

–Lapis ha despertado ya.– la ilusión era palpable en la voz de Derek, que estaba sonriendo de oreja a oreja a pesar de las pequeñas ojeras que se habían formado bajo sus ojos.

Peridot se levantó de la silla como un resorte. Una preciosa sonrisa le iluminaba la cara. Se acercó a zancadas hasta llegar al grupo recién llegado a la habitación.

–¿Puedo...?– preguntó ilusionada la rubia.

–Claro que puedes querida.

No le faltó nada más, tratando de calmarse siguió al doctor hasta la habitación de la joven. Una vez frente la puerta, el hombre se alejó un poco, dándole a entender que entraría ella sola.

Con la mano temblorosa, Peridot logró abrir la puerta. Una vez abierta, logró observar a Lapis, que mantenía la cabeza girada hacia la ventana, de espaldas a la puerta. Al escuchar el portazo que dio la puerta al cerrarse se dio la vuelta, aún un poco adormilada.

–¡Lapis!

Y tras gritar su nombre con gran ímpetu, Peridot se lanzó sobre la chica, abrazándola del cuello y uniendo sus labios en un bonito beso.

–Peridot...– la joven sonrió una vez se separaron del beso. Algunas lágrimas comenzaron a salir de sus ojos.

–Sh, tranquila, ya ha pasado, todo ha pasado.– la calmó la rubia, aún abrazada a su cuello.

Las dos muchachas se mantuvieron un rato unidas por ese bello abrazo. Lo único que las mantenía conectadas a la realidad era el monitor que daba pitidos al ritmo de los latidos de Lapis.

–Después de que salgas de aquí, vamos a hacer tantas cosas juntas. – dijo con muchísima ilusión la rubia.

Lapis le sonrió de vuelta, pero antes de que pudiera decir algo más, se asomó por la puerta de la habitación Henry.

–Peridot, ¿podrías venir a la sala de espera?– preguntó de forma relajada el hombre.

La rubia asintió, algo extrañada, y se levantó, cerrando la habitación tras salir de ésta.

–Tu madre está en la sala de espera.

Los ojos verdes de la joven se abrieron como platos por las palabras que acababa de decir Henry. Éste último posó una mano en el hombro de la chica, frotándolo levemente, en señal de aliento.

Los dos caminaron hasta llegar a la sala de espera, donde, como había dicho Henry, esperaba una impaciente mujer.

Nada más ver a su hija entrar a la sala de espera, se levantó y la cogió del brazo con cierta brusquedad.

–Nos vamos a casa.

Peridot comenzó a forcejear con su madre, tratando de impedir que ésta la sacara del hospital. No supo en qué momento comenzó a llorar desconsoladamente, pidiéndole que la soltara. Los gritos de Jasper y Amatista eran muy lejanos a ella.

Sin saber cómo, acabó en el coche, con un miedo creciente en su interior, llorando y tratando aún de salir del vehículo. Pero, ya era demasiado tarde. El edificio fue sustituido por árboles y montañas en una milésima de segundo.
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–¡Tenemos que ayudarla!

Una indignada Amatista discutía acaloradamente con Jasper y Garnet. Los padres de Lapis estaban con ella en su habitación.

–Pero, ¿qué quieres que hagamos?– preguntó con desespero la albina.

–¡Y yo que sé! ¡Algo! ¡Lo que sea!– siguió discutiendo la joven.

Garnet posó su mano en una de sus sienes. Los gritos de las dos jóvenes le estaban dando dolor de cabeza. Debía pensar fríamente y encontrar la solución a este tema en el menor tiempo posible.

Mientras las dos jovenes se seguían gritando entre sí, la de cabello negruzco tuvo una idea, algo descabellada, pero era rápida y posiblemente eficaz.

–¡Vosotras dos! ¡Vamos!– y levantándose de la silla comenzó a correr hacia la salida.
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Peridot temblaba frenéticamente. Estaba muy nerviosa, se atrevería a decir asustada de su propia madre. El camino seguía y seguía. No se dirigían a casa y la rubia lo sabía.

–Tú fuiste la que le hizo eso a Lapis, ¿verdad?– preguntó en un hilito de voz.

–Oh no querida. Yo no lo hice. Fue tu amigo Mark. Yo tan sólo encendí la mecha.– respondió con cierta gracia en su voz.

–¿Por qué?– preguntó conteniendo un sollozo.

–Oh, ¿por qué te preguntas? Porque odio a esa maldita familia antinatural y tú no vas a ser como ellos. Lo que he hecho es evitar que arruines tu futuro.

La de lentes iba a responder con indignación, pero antes de poder siquiera abrir la boca, un coche se posicionó al lado de su madre y cuando la rubia miró detenidamente quiénes eran, pudo identificar a Jasper, Amatista y Garnet en el vehículo.

Adelantaron al coche y se pusieron de forma lateral, impidiendo así que la madre de Peridot siguiera avanzando.

La rubia sonrió con mucha alegría, pero en cuanto su madre abrió la puerta con brusquedad para salir del coche, su expresión fue sustituida por una de nerviosismo. No tardó en salir ella también.

Y ahí, en esa carretera desolada, se pondría fin a esta pesadilla de una vez por todas.

Al otro lado del jardín [Peridot X Lapis] Steven Universe. AUDonde viven las historias. Descúbrelo ahora