Capítulo 11

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Peridot volvía a su hogar, con el frío contrastando con el calor de su piel. Mantenía la cabeza gacha y a sí misma se mantenía sumergida en sus propios pensamientos, hundiéndose lentamente entre las millones de incógnitas que colisionaban en su mente.

Llegó a su casa y la miró. No deseaba entrar todavía, a pesar de que su ya fría piel pedía a gritos algo de calor proveniente de la estufa.

Se sentó en su portal, mirando a su lado instintivamente, esperando que la imagen de Lapis se reflejara en su cabeza, como cuando se quedaban hablando sentadas en el suelo.

Suspiró, echando humo blanquecino de su boca. Escondió su cabeza entre sus piernas y cerró sus ojos con pesadez.

Sintió el móvil vibrar en el bolsillo de su pantalón y tan sólo pudo suponer quien era. Se levantó y corrió hasta llegar a la puerta de su hogar, abriéndola con suma rapidez, tratando de evitar que a su madre le diera una crisis nerviosa.

La vio pegada a la ventana, con el teléfono junto a su oreja. Al escuchar la puerta cerrarse corrió hacia su hija.

–Querida, menos mal que has llegado. Me tenías muy preocupada.– dijo la mujer con su típico tono preocupado.–

–Tranquilízate.– le respondió Peridot con desgana. No tenía fuerzas de consolar a su madre paranoica en esos momentos.–

–¿Qué tal ha ido todo?– preguntó la mujer al ver que su hija comenzó a caminar hacia las escaleras.–

–Bien mamá.– respondió con el mismo desinterés la rubia siguiendo su camino hasta su habitación.–

Una vez llegó a la puerta de ésta, se metió rápidamente en su interior, suspirando aliviada una vez dentro.

Se tiró a la cama, quedándose dormida a los pocos minutos, aún con su ropa y gafas puestas.
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Ya era lunes. Los jóvenes debían volver a la escuela. Peridot caminó hasta el edificio con cansancio.

Una vez llegó a la puerta se encontró a Steven con una gran sonrisa. Su amigo estaba siempre animado, sin importar el día de la semana o lo que fuera.

–¡Hola!– la saludó con ímpetu el joven de cabello rizado.–

–Hola.– le respondió con una sonrisita la de ojos verdes.–

Iba a comenzar a adentrarse dentro del gigantesco edificio, pero notó el tacto suave y frío de una mano. Miró hacia atrás, encontrándose con esa tonalidad morena que tanto contrastaba con su blanquecina piel. Levantó la mirada haciendo que los ojos azules de Lapis se encontrarán con los suyos

–Voy a explicártelo.–murmuró suavemente la de hebras azuladas, apretando su agarre en el brazo de Lapis.–

La rubia sonrió con suavidad y antes de marchar junto a la joven, le dedicó una mirada a Steven que podría explicarle al chico todo. Acto seguido comenzó a caminar junto a Lapis, sintiendo aún la calidez de su mano apretando suavemente su brazo.

Llegaron hasta la parte trasera de la escuela, donde la calma y el silencio reinaban. No era un lugar al que acudieran muchos estudiantes ya que estaba un poco escondido.

Lapis, sin decir ni una palabra, se sentó en el césped. Una vez ya estuvo en el suelo, dirigió su mirada a Peridot, alentándole a sentarse junto a ella.

Una vez estuvieron las dos juntas, permanecieron unos segundos en silencio, mirando al horizonte sin nada que decir.

–Ayer Jasper estaba en mi casa.– mencionó la peliazul, como si esto fuera la explicación de todo.–

–Ah vale.– respondió Peridot. Supuso que ambas jóvenes preferían estar juntas y solas, sin nadie haciendo mal tercio.–

–Pero, podemos salir esta semana si te apetece.– dijo a la más morena, pensando en que esa semana Jasper estaría demasiado ocupada con otras cosas. Su familia se iría de viaje pronto para visitar a algunos primos suyos y ella tendría que echar una mano en todo lo que pudiera.–

–¡Sería genial! ¿Qué te parece el miércoles?– preguntó sonriente la rubia.– Las entradas del cine cuestan más baratas.

Lapis sonrió levemente y siguió mirando al horizonte con tranquilidad.

–Lapis...– la llamó suavemente la voz de Peridot.–¿Entramos?

–Creo que me quedaré un rato más aquí. Ve entrando tú, no querrás perder la clase.

Peridot asintió y se levantó, dispuesta a irse. Se dio media vuelta pero no dio ni un solo paso.

–Para lo que me necesites aquí me tienes Lapis.

Y dicho esto, comenzó a correr hacia el edificio con paso apresurado. Lapis se quedó extrañada, con un leve rubor asomando de sus mejillas. Escondió su cara entre sus piernas y se quedó en esa postura, tratando de arreglar el lío que era su mente ahora mismo.
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La rubia entró a su clase justa de hora. Allí estaban Amatista y Steven, hablando animadamente entre ellos. La joven de cabellos lila estaba sentada sobre un pupitre mientras que el chico permanecía de pie, apoyando su mano en una silla.

–¡Peridot! ¡Ya nos habías preocupado!– chilló Amatista con una sonrisa asomando en su rostro.–

–¡Eso digo yo! Es raro que la más aplicada e inteligente de la clase llegue tarde.– añadió Steven con cierta sorna en su voz.–

–Uno, no he llegado tarde. Ni siquiera está el profesor. Y en segundo lugar, los dos sabíais muy bien donde estaba así que...– mencionó Peridot con cierta gracia en su voz.–

–Creo que en lo primero te has equivocado rubiales.– Amatista miró por detrás de Peridot, viendo a su profesor de química con cara de pocos amigos, de pie y con los brazos cruzados, esperando a que sus alumnos se dieran cuenta de su presencia.–

Peridot corrió a su asiento al igual que el resto de la clase al ver al enfadado hombre frente a ellos.
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Tan sólo una persona pasaba por su mente en esos momentos.

Peridot, Peridot y más Peridot.

Desde su cabello rubio hasta sus brillantes ojos verdes tras esas gafas. Su piel blanca como la leche y su cuerpo delgado.

Quería llorar pero a la vez no. Se sentía demasiado bien como para soltar alguna lágrima.

Lo que sentía ahora era normal ella lo sabía. Además, sabía perfectamente que era. Pero, cuando empezaba a pensar en un posible futuro que las incluyera a las dos otra persona venía a su mente.

Jasper, como un obstáculo que ella no podía ni esquivar ni derribar. Sabía lo que podía suceder si tan siquiera ella le nombraba la posibilidad de romper.

Volvió a esconder su cabeza y abrazó sus piernas, esta vez con algo de desesperación.

Se le ocurrió una sola persona con la que podía hablar.

Se levantó con rapidez, dispuesta a buscar a su única salvación. Tan sólo necesitaba que ella le dijera que sí.

Al otro lado del jardín [Peridot X Lapis] Steven Universe. AUDonde viven las historias. Descúbrelo ahora