La rubia miraba fijamente a la pared de su cuarto, con cara de póquer, sentada en su cama de forma firme, totalmente erguida como si de un soldado se tratase.
Esta tarde iba a ir a casa de Lapis. Porque la joven le había preguntado en el recreo de quedar esa tarde en su hogar y la rubia obviamente no pudo negarse por mucho que quisiera quedarse entre cuatro paredes dando vueltas en su cama y cuestionándose si le gustaba la joven o no.
Se puso lo primero que vio, unos vaqueros y una camiseta cualquiera. Se calzó con sus deportivas y salió corriendo de su hogar, dispuesta a ir hasta a la casa de Lapis y que sucediera lo que tuviera que suceder.
Llamó al timbre en repetidas ocasiones hasta que una Lapis con una camiseta ancha y unos pantalones del mismo tipo abrió la puerta.
–¡Peridot! ¡Pasa, pasa!– la alentó a entrar la morena.
La rubia sonrió nerviosa y se decidió a entrar al hogar de la joven. Su casa era amplia y estaba bastante bien decorada.
–Oye, ¿subimos a mi habitación?– preguntó la joven, sacando de su trance a la de ojos verdes.
–M-Me parece bien...
Ambas jóvenes subieron hasta el dormitorio de la de hebras azules y se sentaron en la cama.
–Y bueno, ¿qué te apetece hacer?– preguntó la morena sin mirar a Peridot.
–No sé, podríamos ver algo en la tele o...
La de lentes dirigió su mirada hacia Lapis al sentir como la joven posaba sus manos sobre sus hombros. La miró con extrañeza, pero no se atrevía a alejarla de sí misma, no sería capaz.
Le dio un suave e inocente beso. Sus labios se juntaron y se separaron casi de inmediato, mirándose entre sí algo sonrosadas.
–¿Qué te parece si vemos "Riverdale"?
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Se habían acabado la segunda temporada de la serie en esa tarde y no podían haberla amado más. Tan concentradas habían estado en el programa que se habían olvidado por completo de lo ocurrido al principio de la tarde.Todo iba bastante bien, hasta que el teléfono de la de lentes comenzó a brillar y sonar con una persistencia algo inquietante. La joven rubia tomó el aparato entre sus manos, leyendo el nombre que ponía en la pantalla.
–Mierda, me tengo que ir ya.– murmulló la joven a la vez que se levantaba rápidamente y con algo de nerviosismo de la cama.
–Peridot, ¿e-está todo bien?
–Sí, sí.– contestó la joven saliendo del cuarto.–Ya mañana te explico.
Y tras eso, se abalanzó sobre la morena y la atrapó en un abrazo que no duró más de dos segundos. Acto seguido, corrió escaleras abajo y cerró de un portazo al salir de la casa.
Lapis se quedó mirando la salida con una pequeña sonrisita. Corrió a su habitación y cogió el móvil, dispuesta a hacer una locura. Abrió Whatsapp y no dudó ni un segundo en mandarle un mensaje a su novia.
–Jasper, ¿podemos quedar para hablar ?
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Peridot entró en su casa como alma que trae el diablo y buscó a su madre con la mirada, encontrándosela junto al ventanal de la cocina de brazos cruzados.–He visto de donde venías.– fue lo primero que dijo con un tono frío y seco la mujer.–Te he dicho miles de veces que la gente como ella me repugna. Estás castigada.
–¿Q-qué? P-pero, ¿por qué?– chilló la rubia moviendo los brazos con nerviosismo.
–Porque te dije que no salieras con ella y es justo lo que has hecho. ¡La odio a ella y a toda su maldita familia! ¡Todos son horribles!
–¡No los conoces! ¿¡Como puedes odiar a alguien sin conocerlo!?
–¡Porque sí! ¡Porque ese tipo de gente no debería existir! ¡Y no quiero ni una palabra más! ¡Vete a tu habitación de inmediato!
Peridot entró al cuarto y cerró la puerta de un portazo. Tras eso, se tiró a la cama y puso una almohada sobre su rostro para comenzar a gritar y a llorar. No lo entiende, no entiende una mierda. No entiende a su madre chiflada ni a su extraño odio hacia Lapis y su familia. Hasta donde ella sabía no se conocían siquiera.
Suspiró y dio una vuelta en su cama. ¿Cómo podía castigarla por una tontería tan grande como quedar con alguien? Volvió a suspirar y cerró los ojos, esperando quedarse dormida pronto para ser capaz de ignorar su enfado que crecía por segundos.
Aún con las gafas puestas, se acurrucó entre sus sábanas, con las lágrimas que antes corrían por sus mejillas ya secas y aún con el corazón encogido.
No tardó en ir perdiendo la conciencia y en unos pocos de minutos ya se había quedado completamente dormida.
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Su móvil comenzó a vibrar en su solitaria habitación. La pantalla era la única iluminación de todo el dormitorio. Peridot se dio media vuelta, tratando de ignorar la persistente vibración del aparato.Paró durante unos tres segundos, para comenzar a volver a sonar. La rubia se tapó los oídos, no tenía ganas de hablar con absolutamente nadie. Aún sentía el enfado bajo su piel que se juntó con la desgana al ver que no podría ver a la morena en una semana.
Al ver que la persona tras la otra línea no se rendía y seguía insistiendo, cogió de mala gana el móvil de su mesita de noche y lo descolgó.
–¿Diga?– preguntó aún algo adormilada la de ojos verdes.
–¡Peridot!– exclamo una voz conocida desde la otra línea.– ¡Menos mal que me has contestado!
–¿A-Amatista? ¿Eres tú?
–Sí.– respondió con simpleza la joven. Tenía la voz algo llorosa, pero la rubia no le tomó mayor importancia.–Necesito que vengas al hospital. Ahora.
–¿Ahora?– murmuró con extrañeza la joven.– ¿No puede esperar hasta mañana?
–¡No! Joder, para de preguntar y ven ya hasta aquí.
–Pero, ¿por qué? ¿Qué pasa?
–Lapis ha entrado en urgencias. Esta ahora en el quirófano y no sé si saldrá de esta.
Peridot sintió las lágrimas acumularse en sus ojos. Colgó sin dejar a su amiga decir nada más y tras eso, salió de su casa por la ventana, comenzando a correr hasta el hospital.
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Al otro lado del jardín [Peridot X Lapis] Steven Universe. AU
FanfictionElla desde que tiene memoria, recuerda que su madre siempre la había alejado del jardín de los vecinos. Peridot siempre se había preguntado, ¿quién era la que vivía al otro lado del jardín?