Capítulo 3

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Miró al instituto frente a sus ojos minuciosamente. Un Steven con una sonrisa lo esperaba apoyado en la pared del edificio.

Se acercó a él tranquilamente, tratando de esconder la intranquilidad y la curiosidad que la perseguían desde anoche.

–Buenos días.– lo saludó ella, extrañando al más bajo.–

–¿A qué viene esa formalidad?– bromeó el chico, notando instantáneamente lo tensa que estaba su amiga.–

La rubia no contesto. Haciendo que su amigo se preocupara.

–Peridot, en serio que me estás preocupando.– mencionó el chico, cogiéndola del brazo.–

–Es tan sólo que estoy pensativa. Demasiadas incógnitas en mi mente.– rió de forma algo forzada la joven.–Steven suspiró y negó levemente con la cabeza.–

–Si lo que te preocupa es de lo que hablamos ayer, no le tomes importancia, no es nada demasiado importante.

–He quedado el viernes con Lapis.– dijo seria la chica, manteniendo la mirada al frente, con un tono parecido al de un robot.–

–Espera, ¿¡qué!?– un exaltado Steven chilló esto, llamando la atención de todos los que caminaban a su alrededor.–

–¡Shh!– Peridot puso su dedo índice sobre los labios de Steven.– ¡No pegues voces!

–Bueno, no es lo más normal del mundo, ¿sabes? Tú, Peridot, saliendo con el grupito de Lapis en vez de estar con nosotros jugando videojuegos y comiendo comida basura. No es propio de ti y debes admitirlo.– a la rubia el tono del de cabello rizado se le asimilaba a un padre regañando a su hija.–

La ojiverde suspiró con algo de cansancio.

–Sólo, no sé. Si salgo con ellas un día no pasa nada.

–No, no...– dijo Steven con un tono muy poco convincente.–

La de ojos verdes asintió con algo de duda, pero decidió no decirle nada más a Steven, tan sólo se dedicó a mirar los pasillos pasar a la vez que caminaban, como si esto fuera lo más interesante del mundo.

Llegaron al aula, encontrándose a Amatista ya sentada en su pupitre, extrañando a los dos jóvenes.

–¿Quién eres y qué has hecho con Amatista?– preguntó Steven con tono dramático.—

La joven rodó los ojos y sonrió de lado.

–Estoy aquí desde tan temprano porque ayer me olvidé aquí las libretas de matemáticas y química, así que...

–No has hecho los deberes.– la cortaron Peridot y Steven al unísono.–

La de hebras púrpuras soltó una risilla nerviosa. Los contrarios le dejaron sus libretas, a la vez que se quedaban cerca de ella hablando. En algún punto de la conversación, el chico se acercó al oído de Amatista y le dijo algo, tras eso, la mirada de la pelimorada se posó en la rubia.

–No jodas que has quedado este viernes con Lapis.

–Agh, ¿y qué pasa con eso?– preguntó exasperada la joven, poniendo dos dedos sobre su sien.–

–Mira que ayer te conté una historia, pues no. ¿No te dije que habían cambiado su actitud? Si te metes en líos, no es mi culpa.

–Dios, que salga un día con ellas no significa que me vaya a volver una delincuente juvenil.

Amatista tan sólo rodó los ojos y suspiró algo cansada, pero no añadió nada más. El profesor llegó y como de costumbre, la clase comenzó.
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Viernes...

La semana se consumió entre clases y tardes encerrada en su casa y llegó ese día, el viernes.

Miró en su armario, no se complicaría mucho con la ropa. Se puso una sudadera verde, que le quedaba grande y caía por su hombro derecho. Bajo ésta, un top negro que asomaba por su hombro desnudo. Vestía unos vaqueros azules estilo boyfriend y unas deportivas color negro.

Salió de su casa y se dirigió al muelle, a paso tranquilo. Llegó allí, chocando su mirada verdosa con la azulada de la morena.

–Vaya, hola. Parece que has decidido dejar de estudiar por una tarde.– el tono de la chica era burlesco.–

–Que puedo decir, las empollonas también necesitamos descansos.– le siguió la broma la rubia.–

Lapis sonrió levemente y la cogió del brazo.

–Anda, vamos a tomarnos algo de mientras llegan los demás.

La rubia tan sólo la siguió sin decir palabra.

Entraron a una especie de cafetería. Era bastante rockera, ambientada en los años 50, los discos de vinilo colgaban de las paredes y había algunos cuadros de imágenes icónicas de este género musical.

Las dos chicas tomaron asiento en una de las mesas, frente a frente.

–¿A qué mola? Es mi lugar preferido de toda la ciudad.– mencionó la de ojos azules con la mirada perdida en las paredes.–

–La verdad es que me gusta bastante. Es muy original.

La de hebras azuladas posó ahora su mirada en los ojos verdes de la chica. Era una mirada intensa.

–No tienes pinta de que te guste esta música.

–La verdad es que sí escuchó algunos grupos, aunque no todos los días.

–¿En serio?– la sorpresa no se hizo de esperar en Lapis.–Bueno, pues entonces, dime que grupos escuchas.

Y así se vieron envueltas en una amena charla. De la música pasaron a la ropa, a las series y así a un sin fin de temas más. Hablaron del instituto, de los profesores y de sus compañeros.

El tiempo pasó sin que las chicas se dieran cuenta. Alguien irrumpió en el café con fuerza, sobresaltando a todos los clientes.

–¡Lapis!– bramó una voz con ira.–

La gente se apartaba conforme una chica pasaba. Era muy alta y algo robusta. Su piel era algo morena, que destacaba aún más por su largo cabello blanco. Sus ojos eran de un amarillo vivo y brillante.

Vestía una chaqueta de cuero con infinitos parches. Llevaba también unos vaqueros algo rotos y unas botas militares. Parecía una motera de toda regla.

Se acercó a la mesa y golpeó la madera con sus manos. El rostro de Peridot se contrajo en una mueca de extrañeza y no podía negarlo, tenía algo de miedo por la gigantesca chica.

A diferencia de la rubia, Lapis ni siquiera se había vuelto a mirar a la albina, mantenía su vista fija en la ventana, como si fuera lo más interesante del mundo.

Peridot tan sólo se preguntaba:

¿Quién era ella y qué tenía que ver con Lapis?

Al otro lado del jardín [Peridot X Lapis] Steven Universe. AUDonde viven las historias. Descúbrelo ahora