Capítulo 8

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–¡Eres una mentirosa!

Jasper ya se había ido, llevándose con ella la alegría y calma de las chicas.

–Entonces, cerebrito.– la llamó la albina, haciendo hincapié en la última palabra.– ¿Qué te parece mi novia? Últimamente te veo bastante unida a ella.

–¿Cuánto te costaba decírmelo? ¿Por qué me mentiste?

Jasper cogió de la barbilla a Lapis y chocó sus labios con los de ella. La de cabello azul se quedó estática, mientras que la rubia tan sólo miraba la escena con ojos como platos.

–Y-Yo...– tartamudeó Lapis a duras penas.–

–Me da igual que ella sea tu novia, pero somos amigas, ¿no? ¿No podías decírmelo?

–Lo siento...– murmuró la morena, tratando de retener las lágrimas.–

–Me dijiste que no era tu novia dos veces Lapis, dos veces. – recalcó esto último la rubia.– Dime, ¿qué te ocurre? ¿Acaso te avergüenzas de ser...?

–¡No!– chilló Lapis con mucha seguridad.–No es eso.– masculló.–

–No logró entenderte Lapis, no dejas nada claro.– comentó la chica nerviosa, revolviéndose el cabello.–

Se hizo un silencio muy tenso entre ambas féminas. Lapis mantenía la mirada fija en el suelo y Peridot tan sólo miraba a un punto de la nada.

–Creo que me voy. Cuando estés lista para ser sincera conmigo, llámame.– murmuró la rubia, en un tono suficientemente alto para que la morena la escuchara.–

Dicho esto, caminó hacia su casa de nuevo, decidiendo volver a dormir. Lapis entró también a su casa y una vez cerró la puerta tras ella, comenzó a llorar.
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Notaba que alguien llamaba a su puerta incansable. La abrió cuando se hartó, encontrándose a Amatista, con los brazos cruzados.

–¿Peridot? ¿Qué te ocurre?– dijo extrañada la más baja al ver a su amiga con el cabello revuelto, los ojos legañosos y el pijama aún puesto.–

La rubia suspiró, observando a su amiga, y sabiendo que no merecía la pena tratar de mentirle, pues ella la conocía lo suficientemente bien como para ver cuando decía la verdad y cuando no, le ofreció bajar a la sala de estar a desayunar algo.

–¿Y bien? ¿Qué ha ocurrido entonces?– preguntó la de cabello lila una vez estuvieron sentadas en la mesa, alzando una ceja.–

La de ojos verdes volvió a suspirar, bajando su mirada a la taza de café que reposaba en sus manos.

Decidió contárselo todo a su amiga, desde lo ocurrido en la casa abandonada hasta la última pelea.

–Vaya, parece que no han cambiado...– dijo nostálgica al escuchar el relato de su amiga Amatista.–

–Amatista, deja de una vez las cosas claras. ¿¡Qué pasa con ella!?

La de cabello lila tan sólo alzó las cejas con sorpresa ante lo que acaba de decir su amiga.

–Peridot.– la llamó, en un tono algo maternal.– Sé que quieres que te lo cuente, pero no puedo. Aunque Lapis sea una idiota, me sigue importando. Y sinceramente, no quiero que la dejes sola, no te alejes de ella. Si lo haces, no sé cómo podrían acabar las cosas.– desvío su mirada a otro lado tras decir esto, con un deje de culpabilidad.–

–¡Pues dime que ocurre! No entiendo nada, ¿por qué tanto misterio?– preguntó con exasperación la rubia, revolviendo con su mano sus cabellos.–

–Porque ya lo hemos intentado todos. Yo, Garnet, Steven, y ella, ¡no razona! ¡No podrás ayudarla si ella no quiere!– chilló Amatista, golpeando con sus manos la mesa.–

El silencio se formó entre ambas féminas. Las dos mantenían su mirada clavada en la mesa, mirando hacia abajo.

–Yo, lo siento... Me he alterado.– se disculpó Amatista con timidez.–

–Lo mismo digo. No tengo por qué exigirte respuestas.

–Es normal, ahora para ti todo es demasiado extraño. Lo sigue siendo para mí, a pesar del tiempo.– respondió la más baja en tono conciliador.– ¿Te vas a reconciliar con ella?

–Claro, no creo que dure más de un día estando peleada con Lapis.– rió levemente la rubia.–

La muchacha más baja sonrió, cogiendo su taza y tomando un sorbo de ella. Por su parte, Peridot se quedó mirando al frente, sumida en sus pensamientos, aún con la taza entre sus manos.

–Ve a hablar con ella...– tras unos segundos de silencio, el tono cariñoso de Amatista resonó entre las cuatro paredes de la habitación.– Yo te cubro.– añadió.–

La rubia tan sólo sonrió y se levantó de su sitio de un salto, corriendo hacia la puerta de su casa.
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–¡Eres una imbecil!– la estridente voz de Jasper hizo que Lapis tuviera aún más ganas de llorar.–

Cuando se marchó, tan sólo se quedo alejada del lugar donde las dos chicas hablaban, esperando a que Lapis entrara a su casa, pudiendo así hacerlo ella también. De todas formas, podía entrar cuando quisiera pues tenía las llaves.

–Me alegro de que te hayas peleado con ella. Al menos para eso no eres una gilipollas. Has sido bastante lista.– siguió diciendo a la vez que acercaba su mano a la mejilla de Lapis y la acariciaba con lentitud.–

Lapis soltó un sollozo, su labio inferior temblaba de forma frenética. Trató de parecer fuerte, pero su aspecto no la ayudaba.

–Oh, ¿por qué lloras?– el tono fingido de inocencia de Jasper era realmente repulsivo.– Ven aquí mi amor.

Pasó sus brazos por detrás de la delgada espalda de la chica, acercándola a ella. Una vez ambos cuerpos hicieron contacto, la mayor escondió la cabeza de la peliazul en el hueco de su cuello.

Y el problema de Lapis era que ella se creía esas disculpas vacías. Era una ilusa, da igual cuanto daño, cuantas palabras hirientes le diera Jasper, ella siempre creería las disculpas que venían después sin importarle que luego todo siguiera igual.

La menoría sólo correspondió al abrazo, aspirando el olor de los cabellos de la morena, tras eso, cogió de los hombros a la más baja, separándola un poco de su pecho.

–Me tengo que ir ya, pero podemos vernos luego.– murmuró Jasper.–

Lapis tan solo asintió y tras un pequeño beso con la contraria, ésta dejó el lugar, dejando a una Lapis pensativa, sentada sobre su sofá, manteniendo la mirada fija.

Un sonido molesto la sacó de su trance, obligándole a levantarse del cómodo asiento e ir y abrir la puerta.

Al otro lado del jardín [Peridot X Lapis] Steven Universe. AUDonde viven las historias. Descúbrelo ahora