El silencio se hizo en la sala tras la declaración de Garnet. Todos estaban atentos, esperando a ver quién sería el próximo que se decidiría a hablar.
–Bueno, yo he venido a informarles del estado de Lapis.– rompió el silencio el hombre.– Afortunadamente, parece que a pesar de que le hayan roto las costillas, ninguna ha tocado ningún órgano vital. Sin embargo, necesitará mucho reposo para recuperarse. Ahora mismo está bajo los efectos de la anestesia, pero en cuanto despierte podréis ir a verla.
Todos sonrieron aliviados. Peridot sintió como un peso se le quitaba de encima. Sin embargo, dirigió su mirada a Garnet de nuevo. El doctor dejó la sala y la recién llegada se sentó en una de las sillas, al lado de la rubia.
Tras relatarles todo lo que acababa de descubrir todos se quedaron pensativos. Si no había sido Jasper, ¿quién podría haber sido? Había muy pocas opciones. También la albina podría estar mintiendo, pero después de ver las diferentes pruebas que tenía la muchacha para probar su inocencia...
Escucharon un bostezo a sus espaldas y el grupo al completo se dio la vuelta, observando a Amatista desperezarse a sus espaldas. Todos se miraron entre sí.
–¿Garnet? ¿Qué haces aquí?– preguntó aún algo adormilada la joven.
Había mucho que explicarle...
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En la esquina de una solitaria calle, esperaba una impaciente Jasper, apoyada completamente en la pared. Tuvo que pedir permiso a la policía para salir y de hecho, no estaba muy lejos de la comisaría.Vio a Mark llegar a lo lejos, con las puntas rojizas de su cabello destacando gracias a la luz de las farolas en la oscuridad de la noche.
–Hola.– saludó muy bajito una vez estuvo junto a la albina.
–Hola, ¿qué ha ocurrido?– preguntó la joven sin andarse con muchos rodeos.
–Lo de Lapis...– comenzó a decir el chico.– He sido yo...– confesó con un hilo de voz.
Jasper estaba impactada. ¿Cómo podía ser Mark, ese chico simpático y amable, capaz de hacerle algo así a una de sus amigas más cercanas?
–¿Por qué?– preguntó la muchacha, tratando de retener las lágrimas.
–Me ofrecieron una gran recompensa a cambio de hacerlo. Y me convenía hacerlo por varios motivos.– desvió la mirada algo incómodo.
Y quizá con esa simple palabra fue cuando todo encajó en la cabeza de la albina. El motivo por el que su novio quería hablar con ella, el día en que se conocieron Joey y a Peridot y como este tan sólo quería aumentar la cercanía entre ambos...
No le dio ni siquiera tiempo a responderle al joven muchacho. Un grupo de oficiales de policía lo habían escuchado todo, pues se mantuvieron cerca de la muchacha y no dudaron en esposar al joven y llevarlo a comisaría.
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Ya se lo habían explicado todo a Amatista. Los padres de Lapis habían entrado a la habitación de su hija, a pesar de que aún seguía dormida. Querían verla tras el procedimiento al que se había sometido.En la sala de espera estaban las tres chicas sentadas, sumidas en un silencio que les permitía pensar sobre todo lo ocurrido.
Peridot miro el reloj sobre la pared. Casi daban ya las cuatro y media de la mañana. El tiempo había pasado con rapidez entre tanta emoción en esa noche.
Los padres de Lapis salieron de la habitación, volviendo a la sala de espera donde se encontraban las jóvenes.
La rubia saltó de la silla como un resorte y corrió hacia los dos adultos, esperando algún tipo de aclaración.
–Está dormida. Pero, está bien.
Los dos hombres sonrieron tristemente y noto como apretaban sus manos entre ellos, dándose todo el ánimo que podían. Peridot sonrió al observar el gesto de los dos hombres y suspiró, tratando de sacar a través de sus pulmones el dolor que ahora atormentaba a su corazón.
La puerta de la sala de espera se volvió a abrir abruptamente, como ya lo había hecho varias veces en esa noche.
Todos los allí presentes enmudecieron al ver a una gran mujer albina apoyándose en el marco de la puerta. La tensión se hizo paso junto al silencio en la blanca habitación.
–Y-Yo...– comenzó a decir jadeando Jasper, tratando de recuperar el aire perdido en su larga carrera hasta el hospital.– Joey lo hizo.– confesó en un jadeo.
Con tan sólo decir eso, todos sabían de qué y de quién se trataba.
–¿J-Joey?– preguntó extrañada la rubia. Esperaba que no se refiriera al Joey que ella conocía.
–Y eso no es lo peor.– mencionó la albina un poco más calmada.– Peridot, creo que tu madre tiene algo que ver.
Fue la frase más dolorosa que la de lentes había escuchado en toda su vida. Sintió como el aire se escapaba con rapidez de sus pulmones y como sus ojos se comenzaban a aguar. Su corazón se estrujaba ante tal confesión. No podía creerlo, no quería hacerlo tampoco.
–¿C-Cómo?– fue lo primero que atinó a decir Peridot en una pequeña voz.
–No lo sé, habló de una recompensa y que alguien quería hacerle daño.– se explicó la mayor.
Peridot comenzó a sollozar y aún sentada en la silla, pegó sus rodillas a su pecho y las abrazó con fuerza. Su llanto se escuchaba en toda la habitación. La primera en acercarse a ella fue Amatista.
–Ey, tranquila. Todavía no sabemos si de verdad tiene algo que ver.– le calmó la joven, acariciando levemente su espalda.– Tú no tienes la culpa, calma.
–Eso cielo.– dijo Henry, con un tono paternal que logró calmar un poco a la rubia.
–Sabemos que nunca le harías algo así a nuestra pequeña.– apoyó a su marido Henry, poniéndose justo a su lado.
–Tranquila cerebrito.– habló la grave voz de Jasper.– Sea lo que sea que esté ocurriendo, llegaremos al fondo.
Peridot levantó la cabeza y sonrió aún con las lágrimas en las mejillas. Sí, era cierto. Todos juntos serían capaces de llegar al fondo de esto. Y la rubia estaba segura de que finalmente, ella podría estar con Lapis.
Sin embargo, este final se veía tan lejano en un momento tan gris como este...
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Al otro lado del jardín [Peridot X Lapis] Steven Universe. AU
FanfictionElla desde que tiene memoria, recuerda que su madre siempre la había alejado del jardín de los vecinos. Peridot siempre se había preguntado, ¿quién era la que vivía al otro lado del jardín?