El miércoles llegó antes de lo esperado. Peridot estaba cambiándose de ropa continuamente. No sabía muy bien que ponerse y le quedaba poco tiempo para decidirse.
Finalmente fue con una sudadera gris que mostraba su ombligo, unos vaqueros negros y unas deportivas blancas.
–¿Adónde vas?– preguntó su controladora madre con una voz extremadamente dulce.
–Voy a ir al cine. Volveré tarde.– y dicho esto la joven de lentes cerró la puerta con rapidez, evitando que su madre le hiciera algún reclamo.
Salió a su porche, encontrándose a la joven en la que llevaba pensando desde que había llegado de la escuela. La miró de arriba a abajo con una sonrisa. Llevaba una camiseta negra de manga corta, unos vaqueros simples y unas Vans del mismo color que su camiseta.
–Bueno, ¿vamos?– preguntó Lapis con una pequeña sonrisa.
–Sí claro, si no nos damos prisa habrá mucha cola.– contestó la rubia, ensanchando su sonrisa.
Las dos chicas comenzaron a caminar hacia el cine, hablando de cualquier cosa que se les viniera a la cabeza.
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Llegaron a la taquilla, había muchísima gente ese día ya que las entradas siempre costaban más baratas el miércoles. Era el día del espectador.–¿Podría darnos dos entradas para ver "Tres metros sobre el cielo?– preguntó amablemente Peridot.–
El hombre tras la taquilla les dio las entradas y ellas corrieron hacia el lugar donde vendían palomitas y ese tipo de cosas. Se pusieron en la larga cola y comenzaron a hablar.
–Es algo extraño...
–¿El qué?– preguntó Lapis alzando una ceja.
–Ya sabes, no nos conocemos de hace mucho. Es decir, hace dos semanas ni siquiera sabía que existías. Y ahora vamos a ver una película juntas. Siento como si te conociera de siempre.
Lapis rió levemente ante la mirada extrañada de la de ojos verdes.
–Es cierto, es cierto.– respondió la morena con una sonrisita.– ¿Qué habría pasado si no nos hubiéramos encontrado en el porche ese día?
–Pues yo estaría en mi casa estudiando y tú fumando con Jasper.– se encogió de hombros Peridot.
Lapis bajó la mirada con algo de incomodidad al escuchar el nombre de la albina. Se frotó su brazo, como normalmente hace cuando está nerviosa.
–Ey, oye, ¿estás bien?– Peridot posó una mano en el hombro de la contraria y la miró con una creciente preocupación en su interior.–
–Sí, sí. Solo...
–Solo...– le alentó a continuar la de lentes.
–Voy a dejar a Jasper.– lo dijo rápido, sin anestesia, sin titubear, sin miedo. Fue como una bomba. Rápido pero explosivo, dañino.
–¿Qué? P-pero, ¿por qué?– se hizo la sorprendida, aún así sabiendo ya esa noticia. Aunque quería escuchar los motivos por los que había tomado esa decisión, quería ver más allá de los hechos. Porque, que Lapis fuera a dejar a Jasper ya era un hecho, ¿no?
–Ya no estamos como antes. Es solamente eso. Es mejor quedar como amigas y ya está.
Peridot asintió a pesar de que seguía sin estar muy convencida. Su instinto le decía que había algo más que eso, algo más que caer en la rutina. Aunque ella esperaba equivocarse y que su amiga no le estuviera mintiendo.
–Bueno, ¿qué deberíamos comprar?– preguntó la de cabello azul tratando de romper el silencio que se había formado entre las dos.
–Pues, no sé. Se me apetece todo.– respondió Peridot con una sonrisa a la vez que observaba las pantallas con las diferentes ofertas que había.
–Díganme señoritas, ¿qué les pongo?– preguntó la joven con el uniforme del cine cuando la pareja que estaba justo delante de ellas terminó de pedir.
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Iban caminando hacia la sala donde se proyectaría la película con un cubo gigantesco de palomitas y dos bebidas grandes. Lapis llevaba también una bolsa de fresitas de goma.Entraron y se sentaron en los asientos que les correspondían. Peridot cogió un puñado de palomitas y se lo metió de una sola vez en la boca.
–¡Cuidado! ¡Te vas a atragantar!– le reclamó la morena entre risas.
La rubia sonrió con los mofletes aún llenos de palomitas y se encogió de hombros. Comenzó a masticar lentamente la comida y se la tragó.
–Quiero una gominola.– pidió de forma caprichosa a la vez que intentaba alcanzar el paquete que Lapis seguía teniendo cerrado.–
–¡Para! ¡Te vas a caer!– exclamó riéndose la peliazul.
Y así fue. De tanto estirarse, Peridot perdió el equilibrio y cayó justo encima de su amiga. Levantó su mirada verdosa, mirando los ojos azules de Lapis, que la miraban de forma penetrante.
–Lo siento.– se disculpó con cierta gracia la más pálida.
–No pasa nada.– sonrió levemente la morena.– Ahí llevas.– y dicho esto, le tiró el paquete de fresitas a la cara.
–¡Ay!
Casi todo el mundo miraba al par de chicas con curiosidad, ya que estaban todo el rato riéndose a carcajadas y pegando voces.
Cuando las luces se apagaron repentinamente y la pantalla gigantesca se encendió, Lapis y Peridot pararon su parloteo de forma casi instantánea.
Las dos jóvenes se sentaron correctamente en sus respectivos asientos y comenzaron a prestar atención a la película. La rubia colocó el bote de palomitas entre sus piernas y seguía comiendo a la vez que mantenía la vista fija en la pantalla. Lapis, por su parte, comía de forma relajada sus gominolas y de vez en cuando daba un sorbo a su refresco.
La mayor parte de la sala eran o parejas o grupos de amigas que venían al cine a ver películas romanticonas. Pero Lapis no lo sentía así. No sentía que perteneciera a ninguno de los dos grupos. Se sentía como un ser diferente a todos los presentes en la sala. Sólo podía sentirse igual a alguien, y esa era Peridot.
Cuando la bolsa de gominolas se le acabó, tiró el plástico hacia atrás y metió su mano en el gigantesco cubo que ya iba por la mitad.
Rozó la mano de Peridot en vez de coger palomitas y una vez esa pálida piel rozó con la suya, no tuvo más remedio que coger su mano. Sí, era todo muy cliché.
Peridot miró algo extrañada a su amiga. Lapis volvió la mirada también. Tras eso, se levantó un poco de su silla y sello sus labios con los de la rubia en un dulce beso, aún cogiendo su mano.
Peridot sentía que todo le daba vueltas, pero daba igual. Dirigió su mano libre a la mejilla de la joven y la posó justo allí.
"Lapis, ¿me quieres?"
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Al otro lado del jardín [Peridot X Lapis] Steven Universe. AU
FanfictionElla desde que tiene memoria, recuerda que su madre siempre la había alejado del jardín de los vecinos. Peridot siempre se había preguntado, ¿quién era la que vivía al otro lado del jardín?