Capítulo 10

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Peridot se vistió con rapidez y bajó galopando las escaleras. Su madre estaba en la sala de estar viendo un programa en la televisión.

–¿Adónde vas?– preguntó al escuchar los pasos apresurados de su hija.–

–Ehm, voy a ir a casa de Amatista.– mintió la joven.–

–Está bien, pásatelo bien.

La rubia suspiró y se dirigió a la puerta y salió con rapidez de su casa, cerrándola tras de sí.

Una vez escuchó el sonido del pestillo cerrándose suspiró con pesadez. Sintió el frío chocar con su rostro, quitándole el sofoco por los nervios que había tenido segundos antes.

Caminó hasta llegar a la puerta de la casa de su vecina. Miró con algo de nostalgia la valla. Recordó esos soleados días de su infancia, en los que trataba de escalar esa valla con todas sus fuerzas para ver el gran misterio que se escondía tras ella.

"Al fin y al cabo siempre has sido un misterio para mí Lapis."

La rubia sonrió ante sus propios pensamientos. Tocó al timbre de una vez por todas, haciendo resonar el típico sonido de todas las casas del vecindario.
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–¿Quién es?

Jasper preguntó esto con voz algo molesta. La morena se encontraba abrazando a Lapis de forma posesiva y besándola sobre su cama.

Lapis se tensó. Había olvidado cuando invitó a Peridot que Jasper vendría. Comenzó a sudar frío. Sus manos temblaban aunque ella trataba de ocultarlo a cómo cupiera lugar.

–Y-Yo abro, vuelvo en medio segundo.–Lapis empujó con su cuerpo al de Jasper, levantándose con rapidez de la cama y corriendo escaleras abajo.–

Llegó a la puerta y abriéndola con rapidez, salió y se colocó frente a la rubia que sonreía ampliamente. De un portazo cerró la puerta de su casa dejándolas a las dos fuera.

–Escúchame, no te lo puedo explicar ahora, pero necesito que te vayas. Te lo compensaré, ¿vale?– la voz acelerada de Lapis sobresaltó a la calmada ojiverde.–

–Lapis, sabes que lo haré, pero necesito una explicación tras esto.– la mirada intensa de Peridot tan solo obligó a la morena a asentir en silencio.–

–Bien.– dijo la de lentes al ver el gesto de la contraria.– Nos vemos.– se despidió, acercándose a ella dándole un abrazo.–

La joven corrió en dirección contraria y Lapis se quedo estática, viendo a la rubia alejarse de ella, sintiendo aún como el calor de la de ojos verdes seguía ardiendo en su piel.

Negando con la cabeza apartó la mirada, dando media vuelta para volver a entrar a su casa. Cerró la puerta de madera con suavidad y comenzó a subir las escaleras, pensando aún en lo que acababa de ocurrir con Peridot.

"Quiero estar con Peridot. ¿Por qué no soy capaz de irme con ella?"
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La joven rubia llegó a un apartamento en el centro de la ciudad. El sol ya se escondía por las colinas a las afueras de la cuidad y el color violáceo, rosado y anaranjado hacían del cielo su lienzo.

Se acercó a uno de los tantos portales que había en esa casa y le dio a uno de la veintena de botoncitos. La voz de Amatista llegó a sus oídos, reconfortándola de cierta forma.

Subió las inmensas escaleras que la llevarían al piso de la de cabello lila. A cada escalón que subía, un nuevo pensamiento invadía su mente.

No tardó mucho en llegar a la puerta del apartamento de su amiga. Ésta la esperaba en la puerta, con su largo cabello recogido en una coleta y con ropa deportiva haciendo juego con su peinado.

–Venga, pasa.

Peridot no dudó en entrar al apartamento de su amiga, sintiendo la calidez que contrastaba con el frío aire de la calle. Una vez dentro decidió sentarse en el sofá, ignorando el desorden de la sala de estar.

–¿Quieres tomar algo?– preguntó la morena, mirando a su amiga. La rubia negó por lo que Amatista se sentó junto a ella en el sofá, posando sus codos sobre sus rodillas y apoyando su rostro en sus manos.–

Peridot mantuvo su mirada verdosa fija en su amiga, tratando de encontrar las palabras para expresarse, para no parecer una maraña de ideas que se mezclan entre sí.

–Anda, tranquilízate y cuéntame lo que ha pasado. Tú no te preocupes, tan sólo cuéntamelo.– el tono maternal de la de cabellos lilas calmó un poco a Peridot.–

–¡Estoy muy confundida!–– exclamó con frustración la rubia, revolviéndose su pelo con sus dedos, sobresaltando levemente a la más baja.–

La joven le dio unas palmadas en el hombro mientras la rubia mantenía su rostro oculto entre sus manos, alentándola a continuar.

–No entiendo a Lapis, no sé que es lo que quiere de mí, no sé si le caigo bien o mal. Me siento una tonta, porque no entiendo una mierda.– la de ojos verdes apretó sus puños, reteniendo sus lágrimas y las ganas de llorar.–

Amatista sonrió de forma triste, recordando esos días del pasado. Aún cuando ella seguía siendo la alumna nueva que salía con las chicas malas. Recordó que en esa época, ella tampoco llegaba a entender del todo la forma de actuar de Lapis y que eso siempre la tenía ofuscada, gritándole a Garnet sobre esto indignada. Soltó un suspiro cansado que la hizo estremecerse, cerrando los ojos con algo de cansancio. Volvió a abrirlos, encarando a su rubia amiga que miraba a un punto cualquiera de la pared.

–Ojalá pudiera ayudarte Peridot, pero, ni yo misma la entendía.

La de ojos verdes alzó una de sus finas cejas, con algo de extrañeza.

–Tan sólo sé que tú eres la única que ha podido hacerla entrar un poco en razón.– continuó la de hebras lilas.– No sé que hay entre vosotras dos, aunque ya me lo voy oliendo, pero tú eres especial para ella, te lo aseguro. Por lo que si quieres aclarar las cosas...

La frase quedó en el aire, dejando a ambas chicas analizar las palabras. Peridot sabía muy bien el final de la frase, quizá ella siempre había sabido la respuesta a esa incógnita en su cabeza.

"...sólo debo hablar con ella."

Al otro lado del jardín [Peridot X Lapis] Steven Universe. AUDonde viven las historias. Descúbrelo ahora