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Comenzamos a ir a terapia y al principio me gustó, pero después no porque me enteré que el psicólogo era amigo de mi padre y en lugar de ayudarme solo sentía que me juzgaba más.

En noviembre del 2013 decidí dar otro paso más para comenzar a descubrir quien realmente era.

En mayo del mismo año llegó una niña nueva al barrio, Violeta. Nos hicimos muy buenos amigos, en cuanto la conocí, su primo, Blanco, comenzó a intentar ligar conmigo, yo no sabía que hacer... Si bien, había salido con chicos antes, ahora no sabía que hacer porque antes lo hacía para "encajar" pero me estaba hartando de hacer cosas por encajar, no podía, aún así... Lo hice, no quería perder a Violeta, recién la conocía y para todas las personas no es fácil que de primera vez alguien llegue y te diga "es que soy lesbiana y no puedo corresponder a tu primo" así que decidí meterme con Blanco, fue lo peor que pude hacer.

Yo no le quería pero él a mí sí estuvimos así unos dos meses hasta que yo decidí ser sincero y le dije que no podía enamorarme de él, así que terminamos y nos volvimos buenos amigos. El caso es que le cogí demasiado cariño a Violeta, se había convertido en una especie de mejor amiga, la amaba muchísimo y era genial estar con ella. Le conté como me sentía, fue la primer persona a la que se lo dije.

"Me gustan las chicas, por eso no podía estar con Blanco. Si quieres alejarte de mí, lo entiendo, pero es como me siento y sinceramente, lo que te diré ni yo mismo lo entiendo, pero no me siento como una chica ¿Sabes? Me gustan las camisetas, las gorras, me gustaría haber sido un chico".

Fue más o menos lo que le dije y estaba llorando, tenía miedo de perder la pero tenía que ser sincero con ella y la verdad, se lo tomó muy bien y creo que me amaba tanto, que decidió ayudarme y el 16 de noviembre del mismo año, consiguió un buzo de chico (como 3 tallas más grande que yo, siempre he sido bastante bajito), una gorra que mi primo le prestó porque estaba enamorado de ella y un jean de su primo, fue ella quien llegó a casa con la ropa, me hizo vestir y después, salió conmigo a la calle cogida de mi mano, todo el mundo nos miraba y ella solo me dijo "siempre serás mi niño" y no le importó las miradas.

Era una gran amiga y la amaba muchísimo, Violeta me había ayudado a comenzar a entender quien era yo.

Relatos de un chico trans Donde viven las historias. Descúbrelo ahora