Capítulo 01

3.1K 134 78
                                    

— Faltan solo pocos meses para casarnos — gritó emocionada —. ¿No estás feliz mi amor? — aplicó brillo rosado en sus labios.

— Demasiado, pero me preocupa que la gira no haya terminado para ese entonces — suspiró abrazando por atrás a su prometida, y recostado su mentón en el hombro de ella.

— Amor, por eso ni te alteres, todo estará bien, ya tienen los días contados en los países de Latinoamérica — acarició las mejillas de él —. Prefiero que estés concentrado en practicar mucho, aunque sé que no lo necesitas — volteó para mirarlo a los ojos —. No puedo creer como en cuatro años tu carrera haya avanzado bastante, es... Admirable.

— Gracias — besó la punta de su nariz —. Eres la mejor.

— Ahora hay que irnos, mi hermana y cuñado nos esperan para cenar junto a Pedro y... Delfi — esa palabra prendió cierto rencor, y como no, si cuando quiso arreglar las cosas con ellas, sus antiguas amigas, la trataron horrible y se fueron junto a Luna.

Maldita sea el día que ellas tres nacieron – pensó.

— Amor, sé que te cuesta pero, si quieres podemos ir a cenar solo tú y yo — sonrió.

— No lo sé...

— ¿Me vas a decir que quieres verle la cara a Delfina?, Ámbar, te conozco y puedo decirte perfectamente cada detalle de cómo terminará la noche — rió —. Además, después de bastante, podemos pasar tiempo los dos solos.

— Tenés razón, pero, ¿Crees que podamos comprar comida para llevar?, tengo pensado llevarte a la playa — batió sus pestañas.

— ¿Sabés que es de noche? — interrogó —. Porque el mar hace que aumente el frío en esa zona.

— No importa, llevamos camperas — le guiñó un ojo, tomó su campera de cuero junto a una bufanda de tela fina, para cubrirse su cuello.

— Bien, pero no quiero que te enfermes — rodó sus ojos.

~•~

— ¡Ámbar! — gritó preocupado —. ¡Ush, amor! — se quejó —. ¡Te vas a morir de hipotermia!.

— Cariño, hacen veinte grados de calor, y además, el agua no está fría — metió sus pies dentro del agua.

— Fue mala idea venir acá, ¿Por qué no fuimos a un restaurante como la pareja romántica que somos? — rió.

— Pareces mujer, idio... — sonrió tiernamente —. Mira — señaló el cielo —. Es una estrella que tiene una incandescente luz, ¿Y sabes qué? —   lo miró a los ojos —. Yo creo que puede ser nuestro pacto de amor, es decir, cuando veamos el cielo, esa estrella nos recordará a ambos.

— Por siempre...

— Y, respecto a eso de ir al restaurante, nosotros no somos como cualquier pareja, somos diferentes — él entrelazó su mano con la de ella —. Creamos nuestra propia historia, recuerda eso.

— Entonces, siempre lo recordaré, bajo esta estrella sello nuestro pacto con un beso — sonrieron, y juntaron sus rostros, al punto de que sus narices rozaban —. Te amo, bonita.

Sus miradas se buscaron, y sin ningún otro preámbulo, sus labios se juntaron. Sus labios se movían lentamente y degustaban como si de un dulce se tratase. Con un solo beso, eran capaces de demostrar todo el amor que sentían. Rodeó con brazos el cuello de él, y las manos de éste se dirigieron a su cintura.

— ¿Por qué eres tan perfecta? — acarició sus mejillas —. A veces siento que no te merezco.

— No digas eso, Simón — frunció el ceño —. Te amo, te amo, te amo. ¿Crees que alguien podría hacerme cambiar de opinión con lo difícil que soy? — soltó una carcajada.

— Bueno...

— Hey, no, jamás dudes de eso — lo regañó.

— Amo como frunces el ceño, me gustaría hacerte el amor aquí mismo, pero nos descubrirán — soltó él, a lo que ella se sonrojó.

— ¿Dónde quedó el Simón tímido? — soltó una sonora carcajada.

  Con el tiempo, ese Simón se había esfumado, estaban tan enamorados que esas facetas desaparecían con el tiempo. Claro, seguía siendo bueno, caballeroso, amoroso y demás. Pero perdió... Lo que sería ser cauteloso.

— Lo tiraste por la borda la primera vez que hicimos el amor, Ámbar — contestó divertido.

~•~

All best people are, All best people are crazy — cantó bajito, mientras se secaba el cabello con una toalla —. ¿Simón? — lo llamó a su novio.

— Dime amor — entró a la habitación.

—  ¿Qué decís de ir mañana a pasear por Punta del Este?, dicen que es bonito — se encogió de hombros.

— Me parece perfecto — tomó el rostro de ella y sin decirle nada junto sus labios a los de ella.

Tenía una tonalidad de amor, cariño, y lujuria. A kilometros se sentía que necesitaban su dosis de cariños, tenían esa loca necesidad de ser uno. La boca de la rubia le dio paso a la lengua del mexicano, al poco tiempo, una batalla de lenguas había comenzado y eso provocó profundizar el beso apasionado.

Mil recuerdos pasaban por sus mentes, aquellos que ahora les causaba gracia solamente.

— ¿Cómo puedes hablar de amor si estás llena de odio?

¿Podrás darme otra oportunidad? — él dudó, lo suficiente para dejarle las cosas claras a ella —. Lo siento.

— Yo también... — dijo cabizbajo.

  Ya les daba igual, si total, ya estaban juntos, eran felices. ¿Qué más da?.

Hasta el final© | SimbarDonde viven las historias. Descúbrelo ahora