Capítulo 10

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Capítulo 10:

La luz traspasaba las cortinas que estaban hechas de una tela fina de color crema. En la habitación solo resonaba la respiración pesada de los jóvenes que dormían plácidamente en la cama de dos plazas. Un sonido pesado comenzó a retumbar en el oído de cada uno, se removieron en la cómoda cama.

— Hmmm — frunció levemente el ceño.

— Ya apaga eso — refunfuñó la rubia tapándose la cara con una almohada.

— Está bien — contestó con molestia y tomó su teléfono celular para dar fin con la tortura denominada despertador —. Ya me tengo que ir amor, tengo ensayo con los chicos.

— ¿Tan temprano? — preguntó abriendo sus ojos lentamente, su cuerpo pesaba —. Quédate, siempre vienes y te vas, ¿Cuándo vamos a desayunar juntos? — él sonrió con tristeza.

— Perdóname, ¿Sí? — besó su mejilla dulcemente —. No sabes lo mucho que deseo estar todo el día contigo, así.

— No importa ya, vete — trató de sonar tajante, mientras acomodaba la sábana para tapar sus pechos que estaban descubiertos.

— Bonita... — acarició su dorado cabello.

— No, está bien, en serio — trató de forzar una sonrisa, mas bien una mueca —. Dale Simón, te vas a hacer tarde.

— ¿Estás segura, cariño? — insistió.

— Sí, sí, voy a usar este tiempo a solas conmigo misma para pensar unas cuantas cosas... — suspiró.

— ¿Qué estás insinuando, Ámbar? — frunció el ceño.

— Solo estoy diciendo que quiero irme a casa, ahora — gritó al borde del llanto.

  Por más que pareciera patético este acto de capricho en medio de una gira, era verdad, extrañaba a su mamá y le era difícil soportar estar sola la mayoría de las horas. Porque si no estaba con él, ni con su familia, se sentía sola. Pero ustedes se preguntarán, ¿Y qué con Malena?, chicos, ella se iba a quedar por un tiempo en la gira. Ese tiempo ya finalizó, ¿Por qué fue la única en decidir quedarse hasta el final?. Se sentía mal, que su prometido venga y le haga el amor, para que luego se marche a trabajar al amanecer. Solo pedía un día, sólo eso. Pero no va a hacer la última vez que lo pida, no después de lo que vaya a pasar en el futuro.

— No, no vayas a llorar, por favor... — acarició su mejilla —. Cuando lloras, siento que... Siento que se rompe una parte de mi corazón.

— Ya está — cortó la conversación, se envolvió con la sábana y caminó hasta el armario. De éste mismo sacó un vestido casual, de un color negro para ser precisa —. Te extrañaba tanto — murmuró, mirando el vestido que no usaba hace tanto, pero aún así, le quedaba.

Entonces fue que de tanto pensar, una idea de conectó con otra:

— ¿Qué tal si invitas a Emilia a la gira? — preguntó —. Junto a Ramiro si quiere, le pagaremos el hotel y todo.

— ¿En serio? — volteó sonriente —. ¿Harías eso por mí? — arqueó una de sus cejas.

— Haría eso y mucho más por recuperar esa sonrisa — se acercó a ella y tomó su mentón de una forma dulce —. ¿Aceptas?.

— El problema es que... Emilia y Ramiro están en una competencia de patín en Miami, luego irán a dos más en Dubai y Milán — rascó su nuca —. Y no van a estar disponibles hasta... — calculó los meses —. Mitad de la gira.

— ¿Tanto así? — hizo puchero.

— No importa, ya se me pasó, fue un momento de pánico o algo así — mordió su labio —. Deberías ya irte, los chicos te esperan — se dieron un abrazo instantáneo.

— Te amo, y prometo que buscaré un tiempo para nosotros entre todo esto — ella arrugó su nariz —. Adoro cuando haces eso, bonita — rió.

— No, no te rías, me quiero cambiar porque la sábana me da calor y además se me cae a cada rato — alzó sus ojos.

— ¿Calor?, ¿Qué te da calor? — se acercó de forma provocativa a su rostro, al punto de que sus narices rozaban y las respiraciones se mezclaban —. Que hay de malo con qué se te caiga, yo ya vi todo tu cuerpo.

— Simón, ya... — sonrió incómoda —. ¿Qué pasó contigo? — rió.

— Ya te lo dije, fuiste tú — tomó su mejilla —. Y, ¿No piensas responderme?.

— Tengo calor porque sí, ¿Cuál es el problema? — sus ojos estaban puestos en los del otro, como si jugarán un juego de miradas, como si se estuvieran desafiando el uno al otro.

— Cállate, tontita — la besó, le dió uno de esos besos calurosos y apasionados —. Es hora de que me vaya — dijo al separarse —. Te amo, te amo, te amo — repitió, mientras besaba sus labios una y otra vez.

— Yo tambíen me amo — él frunció ceño —. Era un juego, te amo solamente a vos.

Hasta el final© | SimbarDonde viven las historias. Descúbrelo ahora