Capítulo 23

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— ¿Al menos me puedes oír? — nos separamos del abrazo.

— No hay nada que decir Simón, esa foto habla por sí sola. ¿Es que a caso no lo entiendes?, lo nuestro...

— No. Lo nuestro nada, Ámbar, si yo estoy aquí contigo tratando de explicarte las cosas es porque me importas — dije serio —. Si fuera lo contrario, no te insistiría, no estaría igual que tú, destruido por perder a nuestro bebé, el cual habíamos creado con nuestro amor. Yo creo que justo ahora es donde deberíamos estar más unidos que antes bonita, tú y yo.

— Pero decime vos, ¿Cómo te sentirías si me vieras besándome con otro chico? Dime — asentí comprendiendo su punto.

— Igual que tú, obviamente. Pero, ya no sé cómo decirte lo que siento por ti, porque, es inmenso. Ámbar, estoy y estaré enamorado de ti siempre, ¿Entiendes?, Lo que mi corazón siente es muy fuerte. Te amo, joder, lo hago — mis ojos se cristalizaron —. ¿Tú crees que soy capaz de serte infiel? ¿Realmente piensas eso?, porque dime tú, quiero darte confianza, para que nuestra relación se base en eso; confianza.

— Ya Simón... — tomó mis mejillas — Ya entendí tu punto, tenés toda la razón... Pero no puedo evitar sentir celos, digo, mírate. Todas darían por tenerte en la cama — mordió su labio, solté una carcajada.

— ¿Y tú crees que yo estaría con ellas teniendo a una hermosa mujer esperándome en casa? — acaricié su mejilla.

— ¿Yo? ¿Hermosa? — hizo una mueca.

— Eres hermosa en todos los sentidos, literalmente — ella alzó sus ojos, y en un tono divertido le dije: — si quieres te muestro lo que más me gusta de ti.

— ¡Simón! — rió, mostrando la bella sonrisa que sólo ella poseía.

— Te amo Ámbar, demasiado.

— Yo te amo aún más — le dí un casto beso en sus labios.

— Bonita, no te sientas mal por lo del bebé, piensa que aún tenemos casi todo el tiempo del mundo para tener otro — sonreímos —. Imagínate, ahora en poco tiempo nos vamos a casar y luego podremos tener tres hijos, dos, los que tú quieras. Una grande casa donde ellos puedan jugar a gusto, ¿Te lo imaginas?

— Serías un gran papá.

— y tú, serías la mejor mamá — le tomé las manos —. Pero, adivina qué, en Buenos Aires nos esperan nuestros amigos y familiares, así que vayamos a tomar el avión o lo perderemos.

— tenés razón — suspiró —. Perdóname por no confiar en vos, todo estos años me demostraste que tu amor es incondicional y a la primera, yo no quise creerte...

— Está bien bonita, el culpable aquí soy yo, por no estar juntos todo el tiempo debido a lo que me dedico.

— Ya... Mejor arreglemos lo último, el taxi está por venir — Asentí y besé su mejilla, después cada uno termino de ordenar sus valijas.

Luego de haber dejado todo en orden en la suite, bajamos al lobby donde esperaríamos a que llegue el taxi a buscarnos para ir al aeropuerto.

— Simón, estaba pensando... — la miré atentamente — ¿Y si vamos a México en nuestra Luna de miel? — sonreí ampliamente.

— ¿Neta? — dije emocionado —. Estaría super padre, me encantaría.

— Podríamos visitar a tus padres.

— Mis papás... — tragué duro y miré a otra parte — ellos siempre...

  El celular mío comenzó a sonar, atendí la llamada y supe que era el señor que nos venía a buscar.

— Ya llegó.

— Está bien...

  Ya en el avión rumbo a Argentina, decidimos descansar un poco, ella se acurrucó en mi pecho y yo solo me dediqué a abrazarla y acariciar su rubio y suave cabello. Caímos en un sueño profundo...

Hasta el final© | SimbarDonde viven las historias. Descúbrelo ahora