Hasta el final© | Simbar

Capítulo 09

Capítulo 09:

Suspiró, se sentía en el cielo con cada beso que depositaba en su cuello su querido novio. Cerró sus ojos, y sonrió por inercia, lo quería adentro suyo ahora mismo, pero tendría que ser capaz de manipular sus impulsos.

— Amor... — dijo jadeante.

Él seguía con su trabajo, depositando húmedos besos en su clavícula, y lamiendo su cuello, dejando ardientes marcas en su cuerpo.

— Detente — suplicó —. Simón... — sus besos fueron bajando hasta los pechos de la rubia, subió su mirada lentamente examinandola hasta llegar a sus ojos azules, pidiéndole permiso.

— Vamos bonita, tú también quieres, admítelo — sonrió, la besó en los labios con lujuria y pasión combinada, la mejor mezcla.

— Sí, si quiero — terminó diciendo, era la verdad, él lo sabía.

— Que bueno, porque ya tenía ganas de arrancarte ese vestido negro, amor mío — rieron a carcajadas, tomó la iniciativa y lo tomó por el cuello de su camisa blanca.

— Cállate y sólo hazlo, guitarrista — sonrió divertida, para después fundirse en un largo beso, mientras que las ágiles manos de él intentaban sacarle ese hermoso vestido que tenía puesto aquella noche de gala.

Encontró el dichoso cierre que se escondía en la espalda de ella, lo bajó lentamente siguiendo el beso. Luego tomó lentamente las mangas del vestido y fue bajando cada una, era cuestión de segundos nada más, el vestido actualmente estaba tirado en el piso. Enrolló sus piernas alrededor de la cintura del mexicano, y con brazos rodeó el cuello de éste. No era la primera vez que harían el amor, ni tampoco sería la última,  a ellos les gustaba pensar que esto era más una muestra de amor que un simple deseo. Porque así lo era, estaban demostrándose su amor profundo, entregándose una vez más llevándose por sus deseos biológicos. Se separaron, y el colocó su mano en la cabellera negra.

— Me encanta como te ves, pero, prefiero que seas como eres — la despojó de aquella utilería —. Rubia, así como te conocí.

— Tenés razón — sonrió.

— No es por nada pero, cariño, ¿Te importa sí...? — dirigió sus manos hasta los pies de ella, y le sacó los tacos que estaban dando contra la piel del castaño una punzada molesta en la parte trasera de su rodilla.

— Perdón — rió —. ¿Y a vos te importa sí...? — fue desabotonando la camisa que traía puesta, para poder facilitar el trabajo.

— Te amo — le dijo mientras veía como se entretenía quitándole la camisa.

— Yo a vos — lo miró espontáneamente, dejó caer la camisa al piso.

— Siento que con tantas embestidas vamos a romper la cama — soltó una sonora carcajada.

— Si sigues así, prometo que te dejo con ganas — Bromeó.

— Cierra los ojos, payaso — pidió sonriente, su prometido con gusto cumplió, ella tomó una pequeña tela que había por ahí y le tapó los ojos.

— ¿Qué haces, Ámbar? — preguntó tentado.

— Hay que hacerlo más divertido, vos mismo dijiste que hay que intentar cosas nuevas — rió —. Ahora, yo tendré que hacerte lo que quiera, y vos te vas a quedar quieto.

— Ámbar no, ¿Estás...? — lo calló con un dulce beso, pidió paso para poder permitir que su miembro bucal viajara por toda la cavidad del mexicano.

Sus manos viajaron por todo su abdomen, hasta llegar al cierre de su pantalon. Acarició su entrepierna, mientras que sus besos bajaban poco a poco. El castaño se mordía el labio reprimiendo un gemido por la excitación que estaba sintiendo en este preciso momento.

— Á-Ámbar... — dijo mientras sentía como bajaba el cierre.

— ¿Sí? — sonrió.

— Mal-Maldición, Ámbar — gimió al sentir como su novia, en pocos segundos, había bajado con todo y boxers su pantalón.

— Hmmm, ¿Qué haré ahora? — se preguntó, mientras relamía sus labios al ver la gran masa de carne que tenía enfrente.

— Hazlo — murmuró.

— Está bien — se mordió el labio, tomó el preservativo, para poder colocarlo en el lugar adecuado.

— ¿Qué haces? — preguntó impaciente.

— ¿No es obvio, mi amor? — rió a carcajadas —. Estoy colocando la seguridad — una vez ya puesto el preservativo, la rubia volvió a ascender mediante besos hasta los labios de su prometido.

— Maldita seas — ella despojó rápidamente la tela que cubría los ojos de su amado.

— Así me amas... ¡Ah, joder! — gimió al sentir como inmediatamente la tomaba por la cintura, y le arrancaba con agilidad el sostén que cubría sus pechos. Él sabía que era su manjar preferido, además, quería hacerla sufrir por lo sucedido hace un rato.

Lamió, succionó, mordió y saboreó los pezones de la rubia con lentitud, se sentía en el cielo ante cada acción que hacía el mexicano. La lujuria y pasión estaba apoderada de sus cuerpos en este preciso momentos.

— Simón, S-Simón... — dijo, cayeron a la cama sin lastimarse el uno al otro.

Bajó sus bragas rápidamente e introdució su gran miembro, sin pedir permiso. Las embestidas aumentaban con lentitud, la argentina lo tomó por los cabellos sin ser a propósito, estaba entre el placer y el dolor. El frenesí era incontrolable, llegó a un punto de que sus largas uñas teñidas de un azul oscuro se clavaron en la espalda de él. Lo llamado dolor ya no se sentía, el placer que sentían en este momento iba más allá, no les importaba absolutamente nada, eran sólo ellos dos en el mundo. Decidió tomar el control, y ahora era ella quién estaba arriba.

— Oh, Oh... — jadeó la ojiazul mientras sentía como su novio la tomaba por las caderas para poder multiplicar la sensación.

Cabalgó sin cesar, soltaron gemidos a la par, estaban delirando en un mar de pasión intensa. Estaban cubiertos por una fina capa de sudor, sus pechos subían y bajaban, su respiración era entrecortada.

— Hmmmm... — jadeó, su novio había puesto apresado a sus labios nuevamente, sus manos divagaron por todo su abdomen —. ¡Ah! — dijo en medio del beso, al sentir su orgasmo llegar, al mismo tiempo que él.

Cayeron rendidos, sus ojos pesaban y estaban exhaustos. Sabían perfectamente que no despertaría hasta el día siguiente, en la noche.

— Se siente tan bien hacerlo contigo, Ámbar — suspiró, salió de la chica cuidadosamente —. Sólo lo haría contigo.

— Te amo, Simón — acarició su pecho, y besó su mejilla.

— Y yo te amo a ti, bonita — besó su frente con dulzura.