Hasta el final© | Simbar

Epílogo

La fiesta posterior a la boda fue fantástica, todos celebraron la unión de estos dos chicos que habían luchado desde el principio un amor casi imposible. Finalizada, cada uno volvió a su casa, pero nadie se esperaba lo que iba a pasar a continuación.

Estaba manejando por la autopista, era un día tranquilo, venían de la boda de su cuñada y mejor amigo. Fue una noche llena de emociones, pero claro, faltaban más por experimentar.

— Amor, ¿Crees que seremos tan felices como ellos? — sonrió.

— Claro que sí, ¿Por qué lo dudas? — sonrió tierno.

— no lo sé, solo preguntaba.

Antes de apoyar todo su peso sobre el asiento, vigiló que su pequeña de dos años estuviera bien, y no se equivocó. Estaba durmiendo plácidamente arropada con una mantita color rosa, en la parte trasera del auto, por suerte, con cinturón. Ya no faltaba mucho para llegar a su departamento, cuando una luz aumentaba cada vez más en sus vistas. Volteó a ver qué sucedía, su novio no veía nada.

— ¿Qué es eso? — entrecerró los ojos.

— ¡Cuidado! — gritó Malena al darse cuenta lo que era, nada más, ni nada menos que una persona manejando en su auto, descontrolado.

En un movimiento de salvar sus propias vidas, el auto perdió el control, entonces, todo se volvió oscuro. Para siempre. Por lo menos para ellos dos, el milagro fue cuando Ámbar recibió la noticia que al menos la pequeña seguía con vida, y lo más raro fue que los cuerpos de su hermana y amigo, jamás fueron encontrados.

— ¿Por qué Simón? — gritó entre sollozos —. No hizo nada malo, ¡Ella no se lo merecía! ¡Él tampoco se lo merecía! — enterró su cara entre sus manos —. Perdí a mi hermana, la única que tenía, ¿Y sabés qué?, no la pude disfrutar como quise. ¡¿Por qué no fui yo?!

— Vamos Ámbar, no te eches toda la culpa, sabes que las cosas difíciles... A veces traen cosas buenas — besó la coronilla de ella.

— ¿Simón?.

— ¿Sí?.

— Quiero morirme, ¿Y vos?, ¿Cómo estás? — acarició sus mejillas —. Sé lo mucho que te duele que Nico haya muerto.

— Sí, bueno... Debido a eso, decidimos... Que la Roller Band dejaría de existir — cerró sus ojos, y unas lágrimas se deslizaron por sus mejillas —. Lo extraño.

— Tranquilo... — sollozaron juntos.

— Todo estará bien si estamos juntos — dijeron a coro.

— Creo que, mi hermana y Nico hubiesen querido que cuidemos de ella.

— Tienes razón, amor — se abrazaron —. Hasta el final, bonita.