Una noche, llego al palacio de Alea una joven buscando techo y comida, parecía que moriría de cansancio y hambre, la cocinera del palacio se apiado de ella: le dio algo de comer y le ofreció trabajo – dime ¿Cómo te llamas? – pregunto la cocinera
– Istar
– Bien Istar si deseas quedarte puedes hacerlo, en este lugar hacen falta manos para trabajar – Tal parecía que la chica estaba esperando por aquello – Todos los días vas a preparar el baño del rey y vas aponerle estas flores – dijo mostrándole cuales eran y en donde estaban – esta cantidad, ni más ni menos – mientras le mostraba las flores que delicadamente sostenían las yemas de sus dedos
– si
– después de eso iras al estudio y limpiaras el libro, además del lugar en donde él va estar
– ¿Por qué se tiene que limpiar?
– dime ¿De dónde vienes?
– De Cali, una esclava Calines – titubeo
– Bien, nuestro rey es una persona bondadosa y recibe a cualquiera que lo necesite, aunque – su cara reflejaba nostalgia – él está enfermo, nadie sabe que es lo que padece, aguanta dolores intensos, sangrados continuos, la verdad es que sufre mucho
– ¡Vaya es una persona muy especial! – dijo un poco consternada y confundida
– sí, aunque si lo que quieres es vivir, te voy a hacer una recomendación, no te acerques demasiado, hace un tiempo su esposa murió debido a su cercanía y nadie en este lugar desde entonces se acerca a él, aunque dudo si quiera logres verle la cara... en este lugar hay demasiado que hacer – Le explico que debía ayudar en la cocina y por las noches descansaría, todo eso por techo y comida, la chica acepto inmediatamente.
Istar cumplía con sus labores diarias a tiempo: el rey no se daba cuenta de cuando entraba y salía, pero hasta cierto punto no le importaba, él únicamente deseaba estar solo. Istar no comprendía ¿Por qué el rey siempre se alejaba? ¿Por qué las únicas personas que se le acercaban eran su hermana y Reinald? Istar no era hija de Alea, sino que venía de una tierra de arena y mar que era por demás un desierto en su totalidad, aquella tierra azotada por el calor, lugar de constantes sequías, otorgaba a sus ocupantes una refrescante vista: los lirios que se extendían gracias a la presencia de agua en un lugar tan caluroso, las palmeras alrededor de un río que atravesaba el reino, hacían parecer que a pesar del insoportable calor aun podía ser concebida la más insignificante de las vidas que aquella tierra llamada Cali podía ofrecer; Istar había sido amenazada de muerte por un hombre y había entrado a trabajar al palacio con el único objetivo de asesinar a su principal ocupante, sin embargo si bien se pudo haber negado, no podía permitir dejar con vida a alguien tan despiadado y que asesinaba sin motivo alguno a aquellos que le servían, sin lugar a dudas lo mataría o moriría en el intento.
Pronto el rey comenzó a leer una obra hecha en Cali, en el lenguaje natural de Istar; al principió esta no le dio importancia, pero con el paso de los días se dio cuenta de que entendía las palabras que estaban escritas y comenzó a leerlo, así que cada día leía un poco en su lengua.
En poco tiempo el rey comenzó a leer otras obras del mismo origen, permitiendo a Istar leer más en su lengua; tan agradables eran las lecturas para ella, que parecía que el rey sabía que la persona que preparaba su libro también lo disfrutaba; un día perdió la noción del tiempo, al igual que la del espacio y sin poder siquiera percatarse, el rey estaba tras ella observándola – ¿Te gusta el libro? – pregunto curioso. Ella sabía que el rey solía ser amble y comprensivo, pero un hombre le había dicho lo contrario, no sabía en que creer, si debía o no confiar, tal vez era una trampa, tal vez lo que veía era solo una máscara ante todos; con el paso del tiempo Istar se había dado cuenta de que todos en el palacio se expresaban bien del rey, pero que nadie se acercaba a él, incluso pensaba que los tenía amenazados y en realidad acabaría asesinándola; entonces el rey, reitero – tranquila, no pienso llamar al guardia solo porque una joven lee mis libros
– l-lo siento no debí, fue un error... l-le ruego me disculpe – expresaba llena de angustia
– te lo vuelvo a repetir no me molesta, pero tengo una pregunta – insistió muy pensativo
– dígame majestad
– ¿De dónde sabes el idioma? ¡Pocas personas lo dominan! Incluso a mí me cuesta un poco de trabajo interpretarlo
– Es que... – Istar dudo, los nervios la acosaban intensamente – n-no se lo puedo decir, m-me asesinaría – reitero temblando de miedo
– ¿Asesinarte?¿Yo? el rey Kail no ha asesinado a ninguna persona en toda su vida, así que no te preocupes, de este estudio no saldrá ni una sola palabra – insistía con una pequeña sonrisa que se dibujaba en su rostro
– ¿Lo promete? – pregunto llena de dudas
– Claro que si – estaba seguro de que se llevaría una gran sorpresa
– es que... soy de Cali
– ¿Enserio? ¡Eso es maravilloso! creo yo y para mi suerte que: ¡Eres fantástica!
Aquella reacción tan espontanea, tan llena de aparente alegría la sorprendió casi por completo; lo que Reinald le había dicho de él no era cierto, aun así cautelosa reitero
– pero ¿N-No me asesinara por no ser una hija de Alea?
– ¿Por qué habría de hacer eso? mejor lee para mí – insistió con una amplia sonrisa – ten
– pero...
– nada de peros, toma y lee
Istar obedeció y comenzó a leer.
*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*
Saludos
He aquí la actualización del segundo capitulo ¿Te ha gustado? si te ha gustado por favor déjame tus comentarios y/o votos, por supuesto recomienda la historia ya que sin ustedes esto no seria posible.
Atte.
La autora
ESTÁS LEYENDO
LA ESCLAVA Y EL REY
RomanceIstar es una joven que creyó estar enamorada dos veces en Calí, hasta que conoció en la peor de las circunstancias a Kail: siendo una escava por degradación de título a manos de su propia hermana se internó en el reino de Alea, se convirtió en la gu...