Especial: Desesperación ¿Por qué no quieres ser mi padre?

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Cuando tenía cuatro años había muerto el hombre al que debía llamar padre, no recordaba nada de él y tampoco estaba interesado en saber algo de él, porque su madre y el resto de los adultos le habían dicho que no estaba en la vida de ninguno de los dos y que así estaban mejor. El problema no era el hombre al que debía llamar padre, sino en el hombre que él quería llamar padre... un fuerte zangoloteo desvió el rumbo de sus pensamientos – Madre ¡Ya basta! – había soltado con fastidio, pues su madre aún seguía inspeccionando que su cuerpo estuviera libre de heridas

– Él está bien – aseguró Tiberio

– no me importan sus protestas, nunca estuve de acuerdo con estos entrenamientos de espadas y escudos

– pero haces esto todos los días

– Puedes tener alguna herida – reprochaba Cristiana con severidad

– desde hace cuatro años – contesto irritado

– vamos déjalo – Intervino por fin Tiberio, el joven se escapó de las manos de su madre, profundamente agradecido de que Tiberio o su maestro o su rival de espadas, lo liberara de la preocupación maternal de Cristiana.

Después de un buen baño: deambulaba por el palacio, pensando nuevamente en el hombre que quería fuera su padre, cuando cumplió diez le habían contado que se amaban y que estaban juntos, habían pasado cinco años desde aquello y el joven maestro del heredero de Alea no entendía ¿Por qué aún no se habían casado? – Sobrino – exclamaba Kail sacándolo de sus pensamientos, aquello debía ser cosa de hermanos – tío – contesto con desgano

– ¿Sucede algo?

Él estaba temeroso de preguntar, pues todas sus preguntas eran contestadas con evasivas relacionadas con: pregúntale a tu madre, suspiro rezando por una respuesta diferente – ¿Desde cuándo?

– ¿Desde cuándo qué?

– ¿Desde cuándo esta mi madre enamorada de Tiberio?

– A ver... déjame ver... desde que lo conoció – contesto con una sonrisa boba

– ¿Tanto? – Kail afirmo con la cabeza – ¿Por qué... por qué no están

– ¿Casados? – El joven asintió – es complicado, pregúntale a tu madre

Y ahí estaba de nuevo, la misma respuesta sistemática que todos le daban – no creo que me quiera decir – contesto desviando la mirada

– Inténtalo, tal vez su respuesta cambie – respondió sorprendiendo al muchacho de 15 años que tenía frente a él – si... sé que lo has intentado otras veces – contesto con esa odiosa serenidad que lo caracterizaba – si de algo te sirve él no lo sabía

– ¿Cuándo se enteró?

– tenías cuatro

El joven abrió los ojos sorprendido, si bien era cierto que le daban la información que el mas deseaba a cuentagotas, esto era más de lo que podía procesar y si las cuentas no le fallaban habían pasado más de 12 años y su madre aun no podía estar con el hombre que ella amaba, se frustro aún más, su madre amaba a Tiberio, él mismo le quería, le respetaba y deseaba que se convirtiera en su padre ¿Por qué no se casaban?

– ¡Papa! – Gritaba su pequeña prima, que de un salto había llegado a los brazos de su padre – A...

– Hola enana – aventajo con desgano

– ¿Qué tienes?

– Estoy cansado, Imad cada día es más fuerte y a mí me cuesta más enseñarle la lección como lo hicieron con migo

LA ESCLAVA Y EL REYDonde viven las historias. Descúbrelo ahora