Capítulo 13

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La tristeza y dolor de Istar eran grandes, se la paso encerrada toda la tarde y el resto de la noche en su habitación, negándose ver a alguien, repasaba mentalmente lo que había ocurrido durante su estadía en Alea: ahora tenía la certeza de que el interés de Kail hacia ella era más que simples atenciones y agradecimiento, por dios quien que tuviera ojos no lo había notado y durante los últimos dos meses se llenaba de excusas diarias que explicaran esa inclinación de rey hacia ella y por más que lo intentaba, por más que luchaba, afloraba ese sentimiento por él; la espantosa realidad era que ella ya sabía lo que quería de él, pero lo negaba con todas sus fuerzas, incluso una vez visualizo a él joven rey de Alea como si se tratase de Hakim, como resultado tubo pesadillas por semanas y no funciono, luchaba en vano, peleaba sabiendo que perdería y se sentía abatida al reconocer en él ese mismo sentimiento de amor por ella y le aterraba perderlo, antes renunciar al amor había sido sencillo ahora estaba segura de morirse en el intento.

Kail por su parte se la pasó en el jardín y por la noche en su habitación, mientras se recostaba sobre las cobijas miraba aquella cortina que separaba ambas habitaciones, quería ir, pero ¿Qué le diría?; Istar había pasado un buen rato llorando, se cansó y se quedó dormida aun con la ropa puesta, se sentía devastada, no podía permitir que algo más sucediera entre ella y Kail. Pronto los sentidos de Istar se vieron inmersos en la embriagante esencia de la fruta a su alrededor, la cual la impulso a levantarse y a comer un poco, comenzó por un par de fresas, olorosas frutas que al morderlas se desasían de un dulce aroma y que atravesó toda la habitación, hasta donde Kail, quien al percibir tan llamativa fragancia se levantó de la cama y se dirigió hacia la cortina, caminaba con suma cautela ya que el mas mínimo sonido se podía escuchar desde el extremo más alejado de la otra habitación.

Mientras comía las lágrimas rodaban por su rostro, ahí y sin emitir sonido alguno no paraba de llorar, al terminar con tres de esas aromáticas frutas, decidió que ya era suficiente y que se iría a descansar, sin embargo para poder descansar debía cambiar sus ahora finas ropas por otras más ligeras, al ir desprendiendo cada una de las prendas de su cuerpo, sin saberlo provocaba más y más a cierto hombre que sin querer la espiaba y que ahora no podía dejar de admirar semejante belleza, aquel cuerpo era inmensamente hermoso, Kail decidió que ya era suficiente o de lo contrario lo único que lograría era que sus ánimos se fueran a la cama solos y aunque intentaba dormir las imágenes en su cabeza no podían borrarse. Por otro lado Istar termino de cambiarse y regreso a su cama mirando a la única dirección que podía, observaba las cortinas danzar al ritmo del viento, en plena estación de verano el calor era sumamente intenso como para cerrar toda la habitación, al igual que Kail se había topado con ese sentimiento de atracción, que no reconocía porque no quería hacerle daño, sin embargo la atracción física que le tenía a Kail no era ni por asomo comparable con lo que había sentido por Hakim o el mismo general, lo que el rey de Alea le hacía sentir era más intenso, más adictivo, tan insoportable que asfixiaba, pero aunque eso la matara ella seguiría firme, no quería perderlo, no a él, por primera vez anhelaba ser tan egoísta que deseaba poder encerrarlo en una jaula para que el jamás se pudiese ir de su lado o que nadie más intentara quitárselo, sin poder pensar en nada más se quedó profundamente dormida.

Al día siguiente Istar se levantó pero ahora con una gran diferencia, todos le ofrecían cuidados y atenciones, se dirigió al estudio del rey, pero no estaba, pregunto por él y le dijeron que había salido al jardín; Istar pensó en ir a buscarlo, pero decidió no molestarlo, la joven no se dio cuenta, pero con su acción hiso que el rey creyera que ella en verdad no lo soportaba y termino evitándola todo el día y cuando llego la hora de tomar los alimentos mando a llamar a la cocinera – manda mis alimentos al jardín, no quiero que nadie me interrumpa

LA ESCLAVA Y EL REYDonde viven las historias. Descúbrelo ahora