Armin es el primogénito y único heredero a la corona de la familia Arlert. La vida que sus padres quieren para él es despiadada y calculadora, pero él solo desea jugar y disfrutar su infancia con su mejor amigo, Eren. Sin embargo, el destino separar...
Más de un par de semanas habían pasado, Eren se llevaba bastante bien con sus compañeros de trabajo y sus superiores. Armin se sentía contento, todo comenzaba a brillar a su favor, Hannes había conseguido un nuevo jefe general para su ejército y había eliminado al clan Ackerman, tal como se lo había pedido.
Era un jueves cualquiera, el sol brillaba resplandeciente y la fresca brisa lo acompañaba, brindándole al día un ambiente muy agradable. Su majestad esperaba en el recibidor tomando una taza de té helado mientras esperaba a su fiel escudero.
A los pocos minutos este llegó corriendo hacia el rey, apresurado, pues ya llevaba casi una hora de retraso.
—Su majestad... ya estoy aquí —habló entre jadeos, encorvando su espalda para apoyar sus manos sobre sus rodillas teniendo así un momento para regularizar su respiración—. Lamento la tardanza.
—Eren... —El gobernante se puso de pie inmediatamente y le pidió un vaso de agua a Hannah, que era quien le había traído su bebestible hace un rato.
Sobó la espalda de Eren para que este se tranquilizase— No te preocupes, veo que te has puesto las ropas que te dejé en tu habitación. Se te ven muy bien —comentó mirando de pies a cabeza al ojiverde. Este portaba una camisa blanca de raso, pantalones y abrigo de cetí color café con unas botas negras que le daban el toque final.
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—Mi señor, su agua —Hannah traía en una bandeja de plata el vaso con agua que se le había pedido.
—Muchas gracias, Hannah —Armin lo tomó entregándoselo a Eren para que lograra hidratarse.
A los pocos segundos el vaso ya estaba completamente vacío. Ambos salieron del palacio, encontrándose afuera con una yegua blanca de cabellera radiante y muy elegante.
—Mabel ya está lista, mi señor.
—Gracias, Tobby.
Tobby era el encargado de cuidar y mantener a los caballos que el rey comprara, él junto a otros chicos más. El chico de baja estatura se marchó, dejándo la yegua a merced del rey. El menor le pidió a Eren que subiera él primero, ya que tenía pensado montar él al caballo y llevar a Eren detrás suyo, sin embargo, el más alto se opuso a esa decisión.
Con la ayuda de Eren logró subirse a su yegua, luego este se subió a su propio caballo posicionándose delante de Arlert, tomando las riendas con mucha firmeza. Detrás de él unos cuantos hombres de la guardia real estaban listos para galopar a su lado.
A continuación, el rubio tiró las riendas, y Mabel partió su rumbo.
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—¡Eren! —exclamó el rey con un bulto entre sus manos mientras entraba a la habitación del más alto. Para su sorpresa este aún se encontraba durmiendo, más maldeciría al rey por no haberle avisado que despertara más temprano—. Cielos —murmuró.
