Armin es el primogénito y único heredero a la corona de la familia Arlert. La vida que sus padres quieren para él es despiadada y calculadora, pero él solo desea jugar y disfrutar su infancia con su mejor amigo, Eren. Sin embargo, el destino separar...
Todo el mundo sabe que las pupilas se dilatan según la cantidad de luz que hay en el ambiente, pero, ¿alguna vez habían pensado en que otros elementos también podrían provocar esta respuesta biológica? Se dice que es la respuesta a ciertas emociones como pánico, excitación sexual e incluso una fuerte atracción.
—Muevan esto un poco más a la derecha, tiene que verse realmente espléndido, nada puede estar fuera de su lugar. ¡Es el cumpleaños número dieciocho de nuestro señor, por favor! —Los fieles sirvientes ayudaban a los profesionales a los cuales se les había contratado para remodelar el salón de eventos y decorar según las ordenes de Riko—. Necesito que todo cree una conexión con su majestad. Esta fiesta tiene que ser perfecta, no toleraré errores.
Al frente del lugar junto a las puertas principales encontramos a nuestro monarca atendiendo un par de asuntos variados; a su derecha como siempre, Eren.
—Esta es la lista de número de antifaces y máscaras que quiero para esta noche. Cuando te comuniques con nuestro proveedor debes darle este sobre —Del bolsillo de su chaqueta sacó un pequeño sobre y se lo entregó en sus manos a Nifa—. Él sabrá lo que debe hacer —La sirvienta asintió con compromiso y a los pocos minutos se estaba haciendo cargo de su única misión.
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—Ha sido una jugada perfecta, hacer una fiesta de máscaras —comentó curioso Jaeger, observando con grandes ojos cómo todo lucía espectacular y colorido. Era la primera vez que presenciaba algo así. En el internado los jóvenes solían celebrar sus triunfos en competencias, aptitudes académicas y logros a nivel de guerreros, pero ninguna de esas fiestas o celebraciones se parecía a lo que estaba a punto de presenciar. Y lo más importante, sería la primera vez que celebraría junto a Armin uno de sus cumpleaños, aquello le hacía olvidar el mal rato que habían pasado ambos hace unas semanas, y le levantaba los ánimos completamente, pero Eren ya había tomado una decisión.
—Mis padres me criaron de esta forma en lo que vez hoy, y tú sabes eso mejor que nadie. El pueblo tuvo prohibido conocer el rostro de su pequeño príncipe, y ahora tiene prohibido conocer el de su legítimo rey —El rubio caminó despacio por el salón, recorriendo con la mirada cada lugar, que no se le pasara ni un solo detalle—. Una fiesta de máscaras es lo más conveniente en mi posición, aún no estoy listo para mostrarle al mundo quien soy en realidad, un poco de misterio nunca queda mal —sonrió con supremacía. A los ojos de Eren, aquella sonrisa cumplía cualquier propósito, menos el de mostrar superioridad.
—Eso realmente es una pena. Su majestad está privando al mundo de conocer su bello y angelical rostro —bromeó el castaño, provocando en su superior un leve sonrojo en las mejillas e ineludible indignación.
—¡O-oye! —exclamó con un grito de evidente berrinche. Más que nada porque en ese momento se dio cuenta de que Eren probablemente era la única persona capaz de hacerlo sentir inferior y al mismo tiempo la persona más grande del mundo. Una mezcla de sentimientos extraños; eso era lo que provocaba, y resultaba ser terriblemente estresante.
