31: Cae la flor 1/2

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Recomendación de la autora: escuchar la canción de la multimedia mientras se realiza la lectura para una mejor experiencia.

Eran las siete de la madrugada. La brisa era gélida producto del invierno que se avecinaba con entusiasmo, ella llevaba su clásica bufanda, sintiéndose agradecida por poder usarla con mayor libertad en tiempos tan fríos como los actuales. Se mantenía firme y erguida en su caballo, aquel fiel compañero que la escoltaría en este día, cual glorioso debía ser.

A lo lejos, podía divisar la contienda de sus aliados, y con ellos, la bandera Marleyana se acercaba cada vez más.

—Luces un poco ansiosa —murmuró Porco, notando que los ojos de la pelinegra brillaban viendo la cruzada a gran distancia, y como no estarlo, si después de un mes casi, vería nuevamente a su hermano mayor, y a las personas que estaban haciendo todo esto posible, sus amigos, su familia.

—Es un día para sentir ansias, pero no te confundas, actuaré con determinación —explicó, volteándose a ver a su acompañante—. ¿Te comunicaste con los miembros?

—Sí, están haciendo todo tal como lo planeamos. La gente está protestando con ellos frente al castillo, y Onyankopon y Marcel se han encargado de liberar la entrada principal que lleva a la capital junto a algunos voluntarios.

—Me parece perfecto.

—¡Hey! —la atención de ambos se volteó al frente, y visualizaron a la princesa Petra cabalgando alegremente en su yegua blanca—. ¡Ackerman! —gritó dirigiéndose a la azabache. En ese instante Porco la observó estupefacto, no podía creer lo que acababa de oír.

—¿A... Ackerman? —preguntó boquiabierto, sin saber cómo interpretar la forma en que Petra le había llamado. Se suponía que los Ackerman ya no existían, habían pasado a la historia como mártires luego de ser asesinados por la corona por ser una amenaza, eso todo el país lo sabía.

—Mikasa Ackerman, ese es mi nombre.

—¡¿Mikasa?! —exclamó atónito.

—Lamento haberte mentido con mi identidad, pero fue un mal necesario, si se corría el rumor de que estaba en Erdia, Armin fácilmente me habría mandado a matar. En algún momento te explicaré todo, pero este no es el lugar indicado.

El rubio solo asentía ensimismado en sus pensamientos, le costaba creer que todo este tiempo había estado manteniendo relación con la mismísima hija del difunto jefe general del ejército, Hajime Ackerman. Pero luego de eso todo comenzaba a tener sentido. Mikasa era una mujer muy inteligente, estratega, profesional y diplomática. Comenzaba a comprender a qué se debía tanta sed de sangre y de justicia.

—Cuanto tiempo —suspiró la princesa en cuanto los alcanzó y por fin los tenía de frente—. Estás tan bella como el día en que te marchaste —aquella oración dejó a ambos Erdianos con un calor en las mejillas. Mikasa porque aún no se terminaba de acostumbrar a lo dulce que podía llegar a ser Petra, y Porco porque por primera vez podía ver a la princesa de Marley en persona, y era tan hermosa como se rumoreaba.

—Sí, ha sido mucho tiempo —saludó con una leve sonrisa, fijándose que detrás de ella venían los otros líderes que tanto había anhelado ver.

—Oye, deberías mantener la compostura, no te olvides de que eres una princesa —le reprochó avergonzado Jean llegando a su lado en su alto caballo, seguido de Levi, quien mantenía una mirada seria, pero que de alguna forma se podía distinguir una pequeña sonrisa, aunque era tan pequeña, que podía quedar en un diminuto levantamiento de comisuras en su semblante.

—Hola a todos —volvió a saludar Mikasa con evidente agrado en su voz, tenía mucho tiempo que no veía a los presentes. Atrás de ellos se podían divisar a las tropas y voluntarios que se mantenían animosos de participar.

Flor Del Mal | EreminDonde viven las historias. Descúbrelo ahora