El ambiente estaba bastante tranquilo, personas iban y venían del palacio real en Marley. Nobles, militares, gente rica y con mucho poder. En cada costado de la entrada dos soldados custodiaban inmóviles durante el día, manteniéndose firmes y sobrios ante cualquier situación. Entre ellos, una pareja extrañamente dinámica.
—¿Quiénes crees que sean esas personas? Probablemente forasteros importantes. El rostro que puso el príncipe al escuchar su apellido me dejó con una sensación extraña, ¿los conocerá? —comenzó la rubia que llevaba su cabello atado en un moño. A pesar de estar hablando con la persona que tenía a su lado su vista se mantenía al frente, sin mostrar señales de movimiento.
El pelinegro a su lado se mostró sorprendido ante su primer tema de conversación desde lo ocurrido. Su tono se oía serio y tosco, lo que le hacía saber al individuo cuan delicado era el tema para ella. Tragó en seco, pensando en alguna forma de aliviar la atmósfera que ahora los envolvía, tratando de llegar a una idea que pudiera hacer cambiar de tema.
—No lo sé. Por cierto, ¿cuándo crees que sea la boda del príncipe Jean con la princesa Historia? Creo que será un espectáculo bastante grande —Aquel fue su primer intento.
—No me es de importancia eso Berthold, estoy hablando en serio.
Pero falló.
Pensó un instante en otra manera, cuando se le ocurrió algo completamente efectivo, que sabía nunca fallaba— Está bien, lo siento, pero no te molestes —le dijo acercándose más de lo apropiado—. Odio ver tu ceño fruncido.
Tomó a la chica del rostro con delicadeza, y con suma calma eliminó la distancia que separaba sus labios, uniendo estos en un dulce e improvisado beso que tomó por sorpresa a la contraria.
Sus intentos porque la chica correspondiera fallaron casi a los segundos, Annie al primer contacto puso sus manos sobre el pecho del más alto para impulsarlo fuera de su círculo personal.
—¿Qué haces? Estamos cumpliendo con el deber, no puedes hacer eso —le gritó indignada, recuperando la compostura. Su rostro estaba evidentemente caliente, lo cual trataba de disimular tapando sus mejillas con los mechones de cabello rubio que tenía al aire.
Berthold se quedó quieto durante un instante, observando la reacción de su chica, y hasta pareció ser que la dejaría en paz, tal y como ella lo pedía, pero no.
—Anda ya —Nuevamente se abalanzó sobre ella, esta vez rodeando su vientre con sus fuertes brazos mientras la estrechaba por la espalda, un poco incómodo puesto que la rubia era mucho más baja de estatura que él y por supuesto, existía una gruesa armadura que cubría su cuerpo por completo, aún así eso no impidió que él la pudiera envolver con su calor.
La acción del más alto provocó que de sus labios escapara una ligera risita, por lo que tapó su boca para que él no la pudiera escuchar, algo que obviamente no sirvió. La voz de Annie era reconocible a lo lejos para Berthold, y su risa era algo que escuchaba pocas veces, por ende, se había obligado a sí mismo a no olvidar nunca esa hermosa melodía.
—No tienes idea de lo hermosa que te vez hoy —comentó separándose un poco de ella.
—No digas tonterías —respondió enviándole una mirada agria.
—¿Por qué debería decir tonterías sobre mi esposa? —se defendió el pelinegro.
—Berthold, basta. Si sigues yo- —cortó en cuanto vio salir del palacio a la mujer alta de cabello largo azabache que hace unas horas había entrado con la princesa Petra.
Annie se quedó observándola, Berthold por su parte se volteó enseguida evitando que la azabache pudiera ver su rostro, fingiendo una ronca tos. Esta salió del territorio real hecha una verdadera furia.
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Flor Del Mal | Eremin
FanfictionArmin es el primogénito y único heredero a la corona de la familia Arlert. La vida que sus padres quieren para él es despiadada y calculadora, pero él solo desea jugar y disfrutar su infancia con su mejor amigo, Eren. Sin embargo, el destino separar...